Se había acabado la velada, la mayoría de los invitados se marcharon y solo quedaron en la cabaña Emely, Ian, Luciano y la señora Rebeca. Curiosamente, Ian nunca notó que Emely se había perdido por varias horas porque estuvo hablando animosamente con varios de sus amigos y esposas. Aquel grupo fue el último en marcharse de la cabaña, porque estuvieron planeando un paseo a la hacienda de uno de ellos para pasar el siguiente fin de semana, hablaban de hacer una fiesta “como antes” y relataban historias de fiestas de su adolescencia. Con una conversación como aquella, Ian se olvidó de Emely y Luciano por muchísimas horas. No fue hasta que ella se acercó a él, para pedirle que la acompañara a despedir a los invitados que el hombre se levantó a regañadientes de su puesto. Pasadas unas dos