—Bueno, puedo hablar con él —comentó Emely—, que te consiga algún trabajo. ¿Qué sabes hacer? —Eh… —Diana lo meditó—. Trabajaba como mesera, ¿te acuerdas? En las vacaciones donde conseguí trabajo en ese restaurante cerca de la playa. —Claro, me acuerdo. Bueno, le diré a Ian que te ayude. Como ahora ya estarás cursando segundo semestre, tienes más tiempo, organizas tus horarios para que dejes la tarde libre y trabajas medio tiempo. —Ay, sí, porque yo quiero independizarme, pagarme un cuarto cerca de la universidad y que mis padres me dejen de sacar todo en cara —soltó un suspiro tembloroso y sus ojos se llenaron de lágrimas calientes—. Siempre me comparan con Iván: que él sacó el promedio más alto cuando estaba en primer semestre; que él ayudaba en la casa en vacaciones; que él no llora