Capítulo 2

2285 Words
Annika Mi primera tarea era identificar a esa zorra que se atrevió a tocar a mi esposo. No me importaba si fue Jeff quien inició todo o si fue ella; el hecho era que ella lo buscó sabiendo que era un hombre casado. Rompecorazones, pensé con desprecio. Poco sabía ella que iba a exponerla como la mujerzuela que arruinó mi matrimonio. Con mi esposo siendo el respetado fiscal que es, un escándalo como este destruiría su imagen, y eso es exactamente lo que yo quería. Puede que suene mezquino o egoísta, pero ya no me importaba. Di once años de mi vida a Jeff, ¿y así me paga? ¿Engañándome? No lo creo. Antes de exponerlos, iba a torturarlo por completo primero. Y la forma más gratificante de hacerlo era quitarle todo por lo que había luchado: el ático y mi consultorio. Aún con adrenalina corriendo por mis venas, llamé a Kenzie y a su esposo, Hunter, en cuanto puse un pie en casa. Kenzie era mi colega en la consulta, y Hunter, bueno, digamos que tuvo suerte y se casó con un abogado, un abogado de divorcio, para ser exactos. Iba a necesitarlo, y sin dudas sabía que Hunter haría lo que fuera necesario para obtener lo que quería de este falso matrimonio. —Hola. —¿Hunter? —Annika. Supongo que no debería sorprenderme que me llames tan tarde en la noche. —Lo siento, Hunter, pero Kenzie y tú tenían razón. Jeff está engañándome —confesé desilusionada. —Oh, mierda. Lo siento mucho, Ann. No puedo creerlo, supongo que querrás presentar una demanda de divorcio ahora. —Aún no. Me niego a permitirle a este hombre hacer lo que quiera, y pagará por lo que me hizo. Tengo pruebas de su infidelidad, y planeo usarlas como forma de obtener ventaja— contesté. —De acuerdo. ¿Cómo? —Quiero exponer su aventura en los tabloides. Pero antes de hacerlo, necesito saber la identidad de la chica. Quiero saber todo sobre ella: nombre, edad, su familia, trabajo. Todo. —Tengo un investigador privado al que puedo referirte si lo necesitas. Como puedes imaginar, es común que yo averigüe esa clase de información en nombre de mis clientes en mi área de trabajo. —Gracias, Hunt. Definitivamente tomaré tu recomendación. —Te enviaré sus datos ahora. Ah, y no te preocupes por el pago. Mi oficina paga con los fondos de nuestros acuerdos, pero obviamente no te cobraré por mis servicios. Eres familia, y Jeff merece ser expuesto por su estupidez. Déjame adivinar, ¿lo confrontaste y lo negó? —¿Cómo lo supiste? —respondí sorprendida. —Ann, soy abogado de divorcios. —Cierto, probablemente has lidiado con estas situaciones más a menudo de lo que no lo has hecho. —Lo he hecho, y es trágico. La mayoría de las veces es el esposo el que engaña y es descubierto. Si tienes pruebas, aférrate a ellas. Mejor aún, envíamelas, y las incluiré en tu expediente que crearé a primera hora de la mañana. —Lo haré. Gracias. —Mantente fuerte, Annika. Superaremos esto y nos aseguraremos de que Jeff no se lleve nada en el divorcio —aseguró con confianza. —De hecho, por eso llamé. Jeff quiere el ático y la consulta. —¿QUÉ!? ¿Por qué? —exclamó Hunt casi enfurecido. —¿No está claro? Ese desgraciado quiere traer a su amante a mi casa y piensa que puede sacar provecho de bienes raíces mientras lo hace. —Sabe que el nombre de Kenz está en la escritura de la consulta, ¿verdad? —No, no lo sabe. Pero como soy dueña de la mitad de la propiedad, sé que está dispuesto a hacer lo que sea para quedarse con mi parte y sacar a Kenzie. —¡Ni de puta casualidad! —ahora si estaba cabreado. —Hunter, a partir de ahora, necesito transferir un cuarto de mi propiedad a Kenzie. Así, ella sería dueña del 75%, y Jeff no podrá quitarnos eso. —Considerado hecho. En el edificio hay un abogado que se encarga de este tipo de cosas, y le llamaré mañana para que redacte los documentos. —Perfecto. —¿Y el ático? —Está a mi nombre, y quiero asegurarme de que él no obtenga nada en el divorcio, incluyendo el ático. Trabajé demasiado duro por este lugar, y no permitiré que la amante de Jeff se mude aquí. —Si está a tu nombre, no tienes que preocuparte por eso. Desafortunadamente, dado que están casados y él vive allí, tiene el derecho legal de traerla al ático sin tu consentimiento. —Mierda. —No te preocupes demasiado, Ann. Dudo mucho que sea lo suficientemente estúpido como para traerla a tu lugar. —Supongo que veremos qué tan estúpido realmente es. Fue lo suficientemente estúpido como para ser descubierto. No una vez, sino dos. Oh, y hablando de eso, estas fotos son explícitas. —Las he visto una vez; las he visto todas. No te preocupes por eso. —De acuerdo. Bueno, te dejo ir, Hunter. Gracias de nuevo por responder a mi llamada. Sé que es tarde —dije mientras veía el reloj en mi muñeca. —No te disculpes, Annika. Como dije, eres familia. Kenz y yo estamos aquí para lo que necesites. —Buenas noches, Hunter. Dile a Kenz que la quiero. —Así lo haré. Trata de descansar. Lo necesitarás si vas a enfrentar a Jeff en todo esto. Colgué, y mis ojos de inmediato me traicionaron al intentar contener las lágrimas. Me sentía exhausta, me entregué a la lluvia y me derrumbé. Aunque presencié de primera mano lo que Jeff estaba haciendo, no podía creer que esto estuviera sucediendo. El futuro que imaginé nunca incluyó planear divorciarme del hombre al que entregué todo mi corazón. ¿Dónde nos equivocamos? ¿Dónde me equivoqué yo? ¿Por qué Jeff me haría esto cuando todo lo que he hecho es amarlo incondicionalmente? Mostré las fotos para enviárselas a Hunter, y al verlas de nuevo, mi corazón se rompió en mil pedazos. Sentí como si mi cuerpo hubiera olvidado cómo respirar, mi mente repentinamente paralizada, y simplemente no podía entender por qué. ¿Por qué Jeff haría esto conmigo? ¿Con nosotros? ¿Qué le diría a mi familia cuando preguntaran cómo estábamos? ¿Cómo podría admitir que siempre tuvieron razón? Un desagradable recuerdo se reprodujo en mi cabeza, y sus palabras, que ahora sonaban más como una profecía, resonaban una y otra vez: "Casarte con Jeff será el mayor error de tu vida". Sacudí amargamente la cabeza y continúe mi tarea de enviar las fotos a Hunter. Justo cuando le di click a 'Enviar', la puerta del dormitorio se abrió de golpe, y entró Jeff. Me costó todo no correr hacia él y clavarle un bisturí entre los ojos. No podía superar su audacia de volver al ático después de lo que había hecho. Ojalá esa zorra le haya dado una ETS. No es como si yo volviese a abrir mis piernas para él, me enfurecí. —¿Por qué sigues despierta? —me preguntó con un tono de voz desagradable, claramente aún molesto por haberlo acusado de engañarme. —¿Por qué te importa una mierda? —le respondí. —Cariño, ¿por qué te comportas así? Te dije, no estoy engañándote. ¿Por qué no me crees?. —¡Porque ya te atrapé en múltiples mentiras, Jeff! ¡Y te niegas a decirme la verdad! —le grité. —Annika, no estoy mintiendo. Te lo juro, soy 100% fiel. Debes creerme, cariño. Te he amado desde que teníamos 14 años. ¿Por qué destruiría todo por lo que hemos luchado siendo infiel? —Dios, era bueno. Demasiado bueno. Si no lo hubiera visto hace una hora con su pene dentro de esa rubia tonta, tal vez me lo creería. Pero de nuevo, estamos hablando de Jeff, el Señor Fiscal; por supuesto, sería bueno convenciendo a la gente. —Entonces, demuéstramelo—, respondí, alzando la nariz con orgullo. —¿Cómo? —Tengamos un hijo —Se congeló ante mis palabras y no respondió —¿Por qué estás tan asustado? Siempre prometimos que tendríamos un hijo cuando nuestras carreras fueran estables. Así que, tengamos un hijo. —Annika, no estoy listo para ser padre. Aún no —respondió apresuradamente. Oh, pero estabas listo para eyacular dentro de tu zorra rubia cuando ella lo pidió. —Olvídalo entonces. Eres demasiado cobarde para probar tu inocencia. Eres infiel, y voy a demostrarlo. Hasta entonces, puedes irte a la habitación de huéspedes. —¡Annika! —Puedes ir a la habitación de huéspedes, o ¡puedes irte a un jodido hotel! Tú eliges, pero esta es mi casa, y lo que yo diga, va —le grité. Señalé la puerta, indicando que era el final de nuestra discusión y que era hora de que se marchara. Gruñó de frustración, agarró algunas prendas del clóset y salió del dormitorio. Podía escucharlo caminando por el pasillo hasta la habitación de huéspedes. Honestamente, me sorprendió. Pensé que aprovecharía la oportunidad de ir a un hotel y pasar tiempo con su zorra. Pero otra vez, él amaba este ático más que a cualquier cosa, de ahí que estaba segura que intentaría arrebatármelo. Cerré con llave la puerta y tomé nota mental de cambiar las cerraduras del dormitorio principal mañana. No podía cambiar las cerraduras del ático porque eso causaría problemas demasiado pronto. Fui al clóset y metí el resto de las pertenencias y ropa de Jeff en tres bolsas antes de dirigirme a la habitación de huéspedes. Hasta que esta pesadilla terminara, no quería que estuviera cerca de mí. —¿Qué estás haciendo? —me preguntó después de que arrojé sus pertenencias dentro de la habitación. —Hasta que decida si quiero o no continuar este matrimonio, tu trasero se quedará en la habitación de huéspedes. —Annika, no puedes ser... —Si no te gusta, entonces lárgate. Di media vuelta antes de que pudiera responder y cerré la puerta. Me dirigí directamente al dormitorio principal y me encerré, mi furia se evaporó y se convirtió una vez más en dolor en el corazón. Su respuesta pasiva y el hecho de que ni siquiera intentara convencerme de lo contrario solo demostraba aún más que Jeff había cambiado. Siempre que solíamos pelear, Jeff haría todo lo posible por hacerme sonreír y dejar de estar enojada. Pero ahora, simplemente me dejaba enojada. Apoyé mi frente en la puerta y lloré. Esta vez, mis rodillas cedieron bajo mí, y las lágrimas que había estado reprimiendo se derramaron. ¿Cómo sobreviviría a esto? Sadie Después de haberme divertido con Jeff en su oficina, regresé a casa, esperando simplemente ir a la cama. Pero en cambio, me encontré con mi padre enfadado. —Sadie, ¡son casi las dos de la mañana! ¿Dónde demonios has estado? —me gritó. —Salí a encontrarme con un amigo, papi —respondí dulcemente, sabiendo que todo su enojo era solo fachada. Era una niña consentida, y le tenía envuelto alrededor de mi dedo meñique. —Sadie, ¿estás loca? ¡Te acabas de divorciar después de solo estar casada un año! ¡Salir así en público puede causar problemas graves para la empresa! —Oh por favor, papi. A los medios de prensa sensacionalistas no les importa que esté divorciada; les importa que León esté divorciado —respondí haciendo un puchero.  —Sadie, si el público se entera de que se divorciaron por tu infidelidad, eso podría poner en peligro todo y llevarnos a la ruina —gritó él. —Papi, nadie creerá que yo, Sadie Galloway, la hija del multimillonario inversionista inmobiliario David Galloway, soy una tramposa. Relájate. Tengo 21 años, papi. Soy solo una joven adulta inocente, y León es el gran lobo malo. Si acaso, el público creerá que él es el tramposo y nos dará lástima. No te preocupes demasiado, papi —le dije mientras ponía mis manos en sus hombros. —Buenas noches, papi, te quiero —le dije y me fui como si diera por cerrado el caso. Pude oírlo refunfuñar detrás de mí, pero no había nada que pudiera hacer. No importaba lo que hiciera mal. A menos que matara a alguien, mi papá siempre estaría de mi lado. Aunque estoy segura de que incluso entonces, él me sacaría de apuros y pagaría para que alguien más tome la culpa. Sin embargo, alguien de mi calibre entiende mis límites, y sabía que no estaría feliz si se enterara que estoy saliendo con Jeff. Afortunadamente, nadie sabe que Jeff está casado aparte de mí, pero no importa realmente porque pronto, Jeff estará divorciado y libre para casarse conmigo. Fui a mi habitación después de lidiar con mi papá y me aseguré de cerrar con llave la puerta. Fuera de esta zona de confort, tenía que mantener las apariencias y jugar mis cartas por el momento. Pero aquí, en mi espacio seguro, puedo celebrar y esperar ansiosa mi futuro con Jeff. Han pasado meses desde que Jeff y yo empezamos a tener relaciones sexuales sin protección, y sabía que eventualmente, lo inevitable sucedería. Saqué la pequeña varilla blanca de mi cómoda cerrada con llave y sonreí ante las dos pequeñas líneas rosadas. Estaba embarazada del bebé de Jeff y no podría estar más feliz. Ahora, solo necesitaba encontrar una consulta médica donde nadie supiera quién era yo. Me acaricié el vientre y volví a sonreír. "Pronto, bebé, pronto papá estará en casa con nosotros, y viviremos en un hermoso ático que tiene vistas a toda la ciudad. Tendremos todo lo que siempre hemos soñado.
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