Muriel no me dirigió la palabra de regreso a casa, mis manos picaban por tocarla, pero algo dentro de mi sabía que si la tocaba terminaría sin dedos, así que me recosté en el asiento y dejé que vlad nos llevará a casa. * Muriel subió primero a la habitación, yo me quedé abajo con vlad, el me miró mal y después nego con la cabeza. - no quiero que me digas nada, yo se muy bien en lo que me estoy metiendo, ahora vete!- Vlad, me quedo mirando y después agachó la cabeza. - la vas a dañar, y te vas a dañar tu - Camine a el y pegue mi frente en la suya. - voy a estar bien, y ella también lo estará, tal vez sea feliz, no lo crees?- Vlad me abrazo fuertemente, el lazo que ambos teníamos, era mucho más grande que el de la sangre, El se apartó de mí y volvió a poner su típica cara de mal humo