CAPÍTULO VEINTIUNO Sebastián estaba más nervioso de lo que él había pensado que estaría, incluso aunque fuera el día de su boda. Su estómago estaba tranquilo cuando pensaba en ello y solo con intentar imaginarse al lado de Angelica, haciendo sus votos ante la Diosa Enmascarada, se el aceleraba el corazón. —¿Aún queda algo por hacer? —preguntó Sebastián—. ¿Aún se tienen que hacer preparaciones? Los sirvientes que estaban a su alrededor negaron con la cabeza. Algunos incluso parecían ligeramente ofendidos de que preguntara. —Todo está en orden, su alteza —dijo un asistente—. La Viuda misma se está encargando de las preparaciones. Probablemente, volviendo loca a Sofía al hacerlo. La boda había parecido una batalla entre las dos desde el principio. Incluso una batalla parecía preferible a
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