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Y ya te quería.

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Blurb

May Chaffardet es una mujer realmente peculiar, y no solo por su éxito y fortuna.

Conocedora de lo mejor y peor de los dos mundos. De la vida limitada oriental, y de las excentricidades de ser m*****o de la alta costura parisina. A pesar de los beneficios que representa ser una estrella en el mundo de la moda, se siente solitaria de forma constante por la falta de apego familiar que padece en su vida y las malas experiencias amorosas que ha tenido que conocer.

Su vida da un giro completamente inesperado cuando de manera furtiva, un sexy y precavido contador público entra a su oficina, existiendo un abismal contraste entre ellos, al ser ella una figura importante en los medios, millonaria, codiciada y él... Un parisino con un carácter hermético y recatado, que no quiere ser descubierto por la mayoría...

Las diferencias en su estatus y en sus caracteres no pueden evitar que se instaure entre ellos desde la primera vez una tensión s****l y una química irrevocable.

¿Será capaz de darle la oportunidad de conquistarla?

¿Dejará entrada al amor, o preferirá seguir su vida en busca de lo que ella considere como realmente especial?

May realmente toma en cuenta estas respuestas cuando su vida está a punto de extinguirse, o eso es lo que ella cree que tiene el destino preparado, sin tomar en cuenta todos los desenlaces, pasiones, sinsabores y traumas que tendrá que superar para entender que realmente nada está escrito.

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Comienzos que generan adicción.
Escapar de lo igual siempre será la mejor y más rentable opción. Soy tantas cosas que creo que no alcanzaría a decirlas. Desde el momento en que he salido de casa y me he partido el lomo por brillar estoy consciente de ello. A mis 24 años soy la dueña y señora del modismo de Beirut. Mis diseños son los más aclamados. Todos hablan de lo exitosa y maja que soy, pero de igual forma nunca fue suficiente para ser respetada entre el nido de idiotas que me han juzgado por resaltar, por poseer las pelotas que a muchos hombres que quieren humillar por su género, les faltan. En mi emporio, todos nos esforzamos de manera equitativa. Me fui de casa sin fugarme, mi madre, al igual que yo, tenía deseos de libertad, se fue de viaje y no volvió. Nuestra relación a pesar de lo sucedido, es buena, ella está orgullosa de mi éxito. Sin embargo, mi padre es un cabrón, no me desgasto en pensar en ese despreciable ser humano, se arruina la buena vibra de mi vida. Decidí irme a los 18, escapando de todo lo que detestaba, crecí en una familia que aparentaba ser conservadora mientras que por dentro estábamos escondiendo y reprimiendo esa vibrante sensación de querer volar, pero con la condena de tener las alas pisadas. Nadie me atajó cuando partí. El fracaso se quiso instalar en un principio, cuando llegué a New York... No encontré mi lugar ahí, solo encontré la posibilidad de estudiar diseño en una universidad reconocida, además de reunirme con los grandes del imperio, todos notando que era brillante en lo mío, no obstante, las personas del medio eran lo suficientes narcisistas para no darle espacio a una joven de crear y robarles un poco de su alimentación al ego. Ande por las calles, trabajé sin detenerme, estudié hasta el cansancio, pulí ese don que Dios tanto se esforzó por darme... Ser la mejor en producir lo que amo. Todo en mi vida cambió, en el momento que sentí que en Estados Unidos era un fiasco, que por más que me educaba, intentaba ser glamourosa en la época, mis diseños eran elogiados y pagados a un alto costo, no conseguía esa promesa que yo buscaba... Era querer volar, pero me encontraba de pie. Toqué fondo, es la expresión correcta para entender que me empujó a llegar a mi destino. No fue hasta que, el alcance de las ávidas r************* le dieron ese golpe abrupto a mi vida que tanto ansiaba, y que jamás imaginé que alcanzaría en semejantes proporciones. Mis vestidos estaban en todos lados, junto a mi bendito nombre. May Chaffardet, la joven impresionante, talentosa, emprendedora, que salió de Siria para triunfar. En ese momento, toda mi carrera subió en altas escalas. Mi firma era reconocida. Empecé a conocerme en América como la chica de finas telas, líneas sobrias, vestidos brillosos, marcando un antes y un después en la moda... Porque logré calar en un público difícil de complacer. Después de haber sido la diseñadora detrás de la firma famosa que se regodeaba con mis bocetos, ahora soy yo la que es alumbrada por los focos, luciendo su rostro, y su apego. Todo escaló en mayores proporciones cuando mis diseños se lucieron por primera vez en una película, Europea, por cierto. Me dio ese empujón que yo necesitaba, no solo para crecer como profesional, si no, como mujer. Ya cumplía yo los 20 más o menos, en el momento en que me instalé en Francia, exactamente en París, la ciudad del amor, sin intenciones de encontrarlo, mi meta era vestir, irrumpir en la alta costura, llegué muy rápido a todos los públicos. Siendo de las pocas que se mantenía a flote independiente, ajena a los grandes grupos dominantes de la industria. En ese instante, era la pionera en muchos estilos, cambie la sastrería en tantas maneras, abrí sucursales en Beirut. Siempre quise vivir en la novia del Medio Oriente mientras fui adolescente, fue un sueño perseguido. Convertí piezas claves del armario femenino en divertido. Luego de tanto esfuerzo, de ser escaparatista, fotógrafa, dibujante, empleada, diseñadora fantasma, confeccionista a hurtadillas, pase a convertirme en la exclusiva de los periódicos en los instantes que decido algo tan simple como tomarme un café a solas. No toda la gente me reconoce, ya que no a todos les interesa el glamour. Por ende mi vida fluye en un ir y venir, llegar a Seattle una noche, un desfile en Milán, una tarde de copas con mi equipo en Toulouse, asentarme en Beirut, donde nadie me hace demasiado caso, salvo desesperarse por comprar mis prendas, lo que más me interesa. Todo es ajetreo en mi rutina, y la soledad es real... Estoy constantemente rodeada de gente, pero miento si alego que hay compañía, ellos conocen a la jefa, a la compañera, a la señorita increíble que logró algo impensable. ¿Alguien sabe que ahí detrás de la melena espectacular, el par de tatuajes escondidos en delicados trajes?, dificulto que así sea. La frivolidad de mi mundo no es para relacionarse con alguien como yo. Existe una línea, un límite preestablecido. Hasta qué... Solo una mísera mañana en París, atestada de papeles, facturas, impuestos de los que no tengo una mierda de idea... Mi puerta es tocada de forma insistente, después de que le especifique a mi secretaria, a mi asistente Kathya, y hasta a los vigilantes de mi área que no quería ser molestada. Me levanto apresurada, debe ser muy importante si se han atrevido a dejarle tocar. —¿Es usted May Chaffardet?—Me pregunta un hombre alto, vestido con una franela inglesa en color azul marino dándome impresión de aburrido, pesado, imprudente... Sin poder evitar que me resulte interesante, ¿quién a esta altura viste así? —Sí, mi nombre está escrito en cada una de las esquinas de éste edificio. —, ¿y usted, por qué le han dejado entrar?—Le abordo intentando no sonar enfadada, la manera en que me mira este sujeto es... Avasallante. —Disculpe señorita, yo soy Jerry Moreau... —, sé que usted no me conoce y me avergüenza estar acá, me he colado para verle. —Añade mientras posa sus grises e impresionantes ojos en mi boca, dando la impresión de que está detallando cada parte de mí. Me resulta incómodo todo el tiempo que un hombre me mire de ésta manera... Pero en este caso, me siento a gusto, el ambiente se contamina de ese olor que impregna, detallo que sus manos son grandes, y mi mente imagina todas las barbaries que ha visto en internet, pero que he estado demasiado ocupada siendo una mujer exitosa, millonaria y cotizada como para tener tiempo de experimentarlas. —¿Señorita Chaffardet?—Inquiere con sutileza. Joder, creo que se me ha salido la baba, me estoy comportando un tanto incoherente. —Me ha parecido una persona conocida y me he distraído intentando recordar, disculpe. —Miento con descaro ante su rostro impaciente. —, me gustaría me aclarara que es lo que busca aquí, y por qué ha burlado mi seguridad para venir a mi oficina. —Enfatizo con tono serio mientras mi cuerpo desborda en sensaciones nerviosas. —Es una pena lo que he hecho. —, va a parecerle un chiste, pero mi mamá... Una señora de 50 años, es una fanática irremediable de usted, sigue cada uno de los medios que le entrevistan, va a cada desfile que puede con la intención de encontrarla, justo hoy hemos estado paseando aprovechando que estoy de vacaciones, y ha insistido en que entre como pueda y le pida un autógrafo... —, no sabe cómo estoy de avergonzado por estar burlando reglas e interrumpiendo los labores de alguien tan ocupado. —Explica y su rostro se ve ligeramente ruborizado, dándole un aire enternecedor que representa un gran contraste con su aspecto y contextura física de macho opresor. Sin sumarle, lo tierno que me parece que esté aquí por complacer a su mamá... —¿Y... no vives acá?—Le pregunto de forma impulsiva. Se supone que debería firmar el autógrafo de su madre, regalarle una prenda por el halago, y pedirle que se retire. Es un desconocido, puede ser peligroso, o también un filántropo aclamado, un político mentiroso, un artista del pop encubierto en una camisa fatídica, y yo tengo la necesidad de averiguar qué es, y quién es. —No, no disfruto el caos. —, soy piloto de avión, vivo en los cielos... —, mi residencia está en Neuilly-Sur-Seine, orilla derecha del río Sena... —, tan solo unos 60.000 habitantes, mi adorable mamá entre ellos, es pintora. —Espeta él, dedicándome la primera sonrisa desde que ha llegado aquí. Y yo... Se la he devuelto, como una tonta. ¿Qué es lo que me sucede?, suelo ser una mujer que da un trato bastante borde a los dones que intentan saltar las reglas, y él... Ha entrado a mi oficina, sin mi permiso, mientras que en mi mente... Hay una espina o deseo de que también entre en otros lugares, de mí... Desvío el pensamiento y evito ruborizarme, no estaría dando una imagen sobria de mí si me sonrojo porque el hijo de una admiradora me diga dónde reside... Aunque siendo honesta, vive en un sitio soñado, adoro lo floreado de ese pueblo en el medio de la ciudad, ni hablar de la armoniosa arquitectura que poseen, y en la calle no se observa ni una brizna de suciedad. Por supuesto tiene un sentido que se viva bien, únicamente la 'crème de la crème' se puede permitir vivir ahí. No es ostentoso, pero si organizado, especial para las personas que no quieren ser encontradas, que no son demasiado excéntricas como yo. —¿Le estoy disgustando demasiado con mi interrupción y por eso se ha quedado callada, y de pie?—Me interroga "Jerry". Su nombre es curioso, y me gusta. Nuevamente quedándome en silencio por un espacio de tiempo prolongado por estar pensando en él y en su vida, ¿me he vuelto loca? —Lo siento, señor. —, me he distraído reflexionando en deberes... —, su madre debe ser una mujer exquisita, no sabe cuánto júbilo me causa saber que alguien enaltece lo que logro... —, y es usted muy caliente, por venir hasta aquí, sin ser visto por todo el personal. —Digo con delicadeza, manteniendo la compostura ante la mirada sorprendida de él. —¿Caliente, yo?—, me toma por sorpresa esa declaración, creí que lo suyo era detectar texturas de telas, no temperaturas humanas. —Susurra con sensualidad, como si fuera consciente del efecto que provoca en mí. ¿Qué es lo que he dicho? ¡Que me den por estúpida! —Disculpe mi error, he querido decir "valiente". —, le ofrezco mis sinceras disculpas si lo ha malinterpretado. —Balbuceo mientras camino de forma nerviosa a la silla detrás de mi escritorio, esta situación es muy rara. —No tienes por qué pedirme una disculpa, no me ha ofendido, al contrario, me ha parecido gracioso. —, también interesante. — —¿Lo que he dicho exactamente?—Le pregunto mientras alzo una ceja. —Mm, sí, eso. —Responde mientras ladea la cabeza. Todo el rumbo de nuestra conversación inicial se ha perdido, y siendo sincera, no comprendo demasiado lo que ocupa el entorno nuestro, todo se siente demasiado pequeño en este instante. —¿Te quedarás en París por tus vacaciones?—Le pregunto de sopetón. ¿Qué demonios hago haciendo preguntas personales a un hombre que se metió a mi santuario de trabajo? —No lo sé, no tengo muchos planes. —, quizás sí, si una fuerza mayor me atrae, creo. —Responde mientras pasa su mano por el surco de sus labios de forma descuidada. ¿Me está coqueteando? —¿Y qué es para ti una fuerza insistente?— —Todo lo que haga sentir algo... —, un bonito cuadro bien elaborado, donde se reflejen cada uno de los sentimientos del artista... Un buen vino que te haga lo suficientemente bohemio para notar los placeres ocultos de la vida... Un paseo por las nubes donde estés tan concentrado en el volar que olvides el destino... —, o unos penetrantes y confusos ojos azules que se mueren por ser descubiertos, por hacerse notar donde sea que van, donde miran, donde se fijan, despertando interés, lujuria, cuestiones de remordimientos. —Enuncia con claridad, sin entrecortar las palabras o ideas. ¿He entendido mal lo que ha querido decir?... Siento un fuego emanar desde mi espalda, corriendo hasta mis pies. —¿Y también los árboles cantando jazz lo pueden inspirar?—, usted habla como si buscara un sueño. —, o algo irreal. —Titubeo al expresarme, siento que se detiene el universo mientras intento buscar la coherencia. —No, puedo notar cuando dos piezas encajan perfecto... —, un cuadro y su dueño, el vino y su catador, un paseo y los que deciden disfrutarlo, asumiendo los riesgos... —, y los intensos ojos y la persona a la que le causa plenitud observarlos. —Declara posando su mirada fijamente en mí, acelerando por completo mi corazón, y la sensación extraña en mi entrepierna y espalda. —Estoy de acuerdo... —Es todo lo que logro decir, mi nerviosismo me está jugando una mala pasada. —¿Puedes...?—Su pregunta se encuentra suspendida en el aire. —, firmar esto para mi madre, por favor, así podré marcharme y permitirte continuar con lo tuyo. —Termina la frase mientras me tiende un fino papel de hilo dónde está plasmada una pintura abstracta de dos personas tomadas de la mano en el mar, o es lo que yo he logrado interpretar. No puedo negar lo que estoy sintiendo, es la primera vez que lo experimento, sé perfectamente lo que es sentirse atraída por un hombre... No me pasa muy seguido, me he liado con un par... Sin pasar al sexo desenfrenado, tuve mala experiencia en mi descubrimiento del mismo. El destino pone muchas trampas, y yo he sido cobarde. En este momento, me siento como una niña, sin las reacciones de una. Porque mi deseo carnal, es palpable, se refleja en mi mirada, y sé que él lo nota. Puedo experimentar como su ser, entiende lo que refleja mi cuerpo. —¿Es costumbre para ti quedarte en pausa cuando alguien te interrumpe la faena?—Me aborda mientras se pasa la mano por el cabello con un gesto indescifrable. Ya he perdido la cuenta de las veces que me ha dejado sin habla este jodido y sexy francés, no puedo seguir así. —Suelo hablar hasta por los codos, extrañamente la energía que se instala me deja en silencio, no obstante, mi mente hace mucho ruido... —, y por supuesto que voy a firmar eso para tu santa madre. —Le digo con tono elocuente, me esfuerzo en disimular lo que estoy convencida de que le transmito, una joven derretida por su aspecto varonil y sensual. Puedo asegurar que sin ropa lo es mucho más. Me estresa su atuendo en general. —Me encantaría disfrutar de esa ocurrencia de escucharla parlotear... —, no todos tienen el gusto de compartir con una celebridad, ¿no?— —No es así Jerry, estoy lejos de ser una. —, llevo una vida más normal de lo que parece. — —Las piedras en su ropa, el tocado en su cabello, el delineado en sus ojos, lo pulcra de sus manos, el alto de sus zapatos, su elegancia para pronunciar y sus pantis sin costuras denotan todo lo contrario, señorita Chaffardet. — Para enloquecer ya no me falta nada. ¿Qué ha dicho?... ¿Cómo sabe que ropa interior traigo puesta? —Disculpe mi atrevimiento, creo que lo mejor es que me marche ahora. —Dice con detenimiento, por lo que razono que mi expresión ha sido clara. Lo abordo cuando se dispone a salir por la puerta. —¿Podemos vernos mañana en la noche, en un restaurante parisino con uno de esos vinos con los que sueñas, y tu progenitora?— —Eso sería un relato de una historia que no se materializó, pero que sus protagonistas se comprometen de forma imprudente de que así sea. —Responde de modo irónico. —¿Sobre la base de qué tu comentario?—Le ataco con su misma ironía. —Dificulto que una mujer como tú, se despegue de sus citas con ejecutivos famosos y millonarios para tener una velada con un hombre que detesta el excentrismo y una mujer de mediana edad que muere por ser parte de él. — —Estás equivocado. —, déjame tu número de contacto. — —Probar que tengo razón nunca resulta complicado. — —No supongas si no me conoces. —Le digo cortante mientras anoto el número que me ha dado. Se despide con un gesto de la mano y una intensa mirada. ¿Cuál ha sido la lógica de todo este espectáculo? He conocido tipos que me han atraído antes... No obstante... Él ha sido tan misterioso, tan cauto, atrevido pero a la vez galante sin intentar serlo... Y yo... Actúe como una puberta que nunca ha tenido a un m*****o del sexo masculino cerca... No únicamente por los intervalos de silencio que deje que se instalaran, sino por la forma en que lo veía, como si él fuera el último vaso de agua en el desierto. Nada ha tenido sentido o ha parecido real, sus teorías, retóricas y filosofías, dentro de lo que se supone que era una pedida de autógrafo ha resultado todo lo confuso que puede ser una tarde. No puedes prendarte de alguien tan rápido... No es realista. Es muy poco lo que sé de él, es absolutamente irresponsable todo lo que dejé que pasara, tengo la sensación de que él y yo hemos cruzado una línea... Sin siquiera habernos rozado. ¿Qué se supone que es lo que sigue? Ahora, él, su madre, y yo... Tendremos una CITA, esta misma noche, porque no pienso dejarlo salirse con la suya. Prejuzgar está mal, aunque secretamente me hace feliz que lo haya hecho, porque de esa forma, tengo la excusa para llamarle y seguramente vernos. ¿Puede sonar algo más descabellado que lo que yo acabo de reflexionar? Difícilmente. Intento ordenar lo que hacía antes de que el huracán se metiera a mi vida. Las horas transcurren con calma y creo que ha llegado el momento de llamarle y darle a entender que mi palabra la cumplo. La voz me falla, y la anticipación de que él tome la llamada también.

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