Nadie puede salvarte sino tú mismo
y mereces salvarte.
No es una guerra fácil de ganar,
pero si algo merece la pena ganar
es eso.
Charles Bukowski.
¿En qué momento decidiste hacer esto? - Victoria me cuestionaba.
Había pasado más de una semana, después de ese día en que juré haber visto a Nicholas en la esquina del apartamento y todo se volvía una espiral de confesiones. Aún sentía mareos y náuseas, no sabía cómo pararlas. El medicamento que me recetaron me quitaba la fuerza, todo se complicó desde ese momento. Todo era demasiado.
Ya deja de agobiarla con tus preguntas Victoria. -Mediaba Sarah, aunque se notaba sus ansias de respuestas.
Era un ser ausente. Tuve que aumentar las visitas con mi terapeuta, intentado otros métodos para superar el hecho que todos pensaran que ahora alucino.
Mi madre aumentó sus visitas, y yo no encontraba algún instante a solas. Lo más extraño fue la reacción de Elijah al mencionar la posibilidad de que Nicholas estaba vivo, era como si él esperaba eso, inclusive como si deseara que estuviera vivo. Mostraba un interés especial.
Las miradas de Victoria y Sarah taladraban mi rostro. “Casualmente” nuestros descansos coinciden desde ese día y ellas no tienen nada mejor que hacer que estar aquí conmigo.
Me levanté del sofá rumbo a mi habitación. Si de alguna forma las cosas fueran así, me ayudarían a descubrir la verdad.
Es lo único que me entregó el investigador. - Añadí al soltar todo en la mesa de centro.
Victoria tomó la carta leyéndola en voz alta para compartirla con Sarah. Yo ya sabía sus palabras de memoria. La había leído cada noche tratando de descubrir otras cosas que probablemente existían.
¿Qué esperas descubrir o encontrar? - Odiaba que fuera tajante Victoria. - ¡Estás agotada! Han pasado cinco años y sigues aferrada a la idea de Nicholas como si en realidad su matrimonio… - se calló al sentir el golpe de Sarah en su brazo.
Nicholas estaba empeñado en festejar nuestro aniversario en California, aun cuando fuera adelantado.-comencé a explicar. - Él actuaba extraño días previos a irnos, ocultaba algo. Se encontraba perturbado. Para cuándo llegamos a Newport, se volvió notable su estado ansioso, distraído, pero a la defensiva. Si murió… -Mi voz se quebró al decir esas palabras. - Si en realidad él está muerto, sé que fue por otra estupida razón. Por Dios, él era un maldito experto navegando, ¡lo hacía desde los 8 años! - Me encontraba agitada. - ¡No estoy loca! Estoy harta de los medicamentos y pensar que en cualquier momento me derrumbaré. - Establecí perdiendo el aire.
Desconocía si mi búsqueda me llevaría a las respuestas que necesitaba o deseaba. Las palabras de T.H. sobre lo peligroso que era la investigación no me daban paz, sin embargo, Nicholas era mi esposo, aunque legalmente estuviera muerto.
¿En realidad crees que sea posible? - sondeaba Sarah con sus preguntas. - Si tú piensas que después de 5 años él está con vida, nosotras te apoyamos. -sentenció tomando mi mano.
Sonreí ante la idea de contar con ellas. Eso siempre había sido de esa manera, aun con las ocurrencias más necias que tenía. Las tres mosqueteras se unieron para otra aventura. Esperaba que T.H. estuviera equivocado. No deseaba ponernos en peligro, pero era demasiada mi necesidad de respuestas que no veía otra salida.
Revisaré el contenido de la USB. Creo que es el primer paso. Sobre la llave no tengo idea y pues la carta no dice nada que nos pudiera ayudar. Es super amable tu investigador, por cierto. -Victoria sonrió mientras encendía su laptop.
Tengo miedo, no quería involucrarlas por miedo. Lo siento. -me disculpe. -Todo esto, podría ser demasiado y creo que es la razón por la que entraron a robar. - confesé temerosa.
Tranquila Maca, no estás sola. Esta vez seremos más cuidadosas y tomaremos ciertas medidas. - Dijo Sarah abrazándome.
Había sido muy precavido T.H. con el contenido de la USB, parecía tener código de ingreso para acceder. Reconocía las habilidades tecnológicas de Victoria, probablemente yo hubiera provocado algo malo al no poner la contraseña correcta.
Sarah no dejaba de leer la carta, una y otra vez. Era divertido verla porque cada vez que comenzaba cambiaba el timbre de su voz.
Tendríamos una noche larga.
Prepararé la cena ¿Algo en especial? -Cuestioné antes de dejarlas con sus tareas.
¿Tienes cerveza? - Preguntó Victoria sin despegar su mirada del ordenador.
Lo que sea está bien. - Respondió Sarah.
Buscaré cerveza y comida. -Dije, pero estaban concentradas en lo que hacían.
Hacía tiempo que no me acercaba a la cocina. Solía preparar el desayuno todos los días para Nicholas y para mí. Era nuestra rutina y me encantaba hacerlo. Era perfecto, poder recrear diferentes platillos y compartirlos con él. Siempre estaba insistiendo en que buscara alguna escuela o curso de cocina para que aprendiera nuevas cosas. Poco a poco fui sacando platos, sartenes y diversos utensilios, colocándolos en la barra para pensar que preparar.
Pensé en algo italiano, es mi favorita; tal vez algo mexicano, tenía varios conflictos con el picante, pero las enchiladas me quedaban deliciosas. Uff, pero no tenía tortillas y conseguirlas era recorrer largas distancias.
Busqué en la alacena y el refrigerador para asegurarme que tuviera todos los ingredientes o por lo menos la mayoría para algún platillo. Genial, haría una lasaña de berenjena.
Me emocionaba cocinar, también sentía mis preocupaciones evaporarse con el agua. Después de todo no será mala idea buscar algún curso de cocina.
El tiempo pasaba volando mientras dejaba reposar las berenjenas en agua con sal y preparaba la salsa. Podía agradecer a mi abuela por sus consejos para hacer una buena salsa. Tenía tiempo para hacer alguna colación. Además, era rápida en hacer de comer. El horno estaba listo y en pocos minutos estaremos cenando. El cronómetro me avisará cuando llegue el momento de sacar la lasaña, ¡Diablos! Había olvidado revisar por la cerveza, yo solía tomar vino tinto así que rogaba no tener que ir a comprar.
En 10 minutos está la cena. -Anuncie sin obtener respuesta.
Las miraba, pero ambas se encontraban absortas. Al parecer debía confesarles esto desde antes para que me dejaran un poco de espacio. Anotado como recordatorio mental.
¡LO TENGO! -Estalló de emoción al tiempo que el cronómetro chillaba y el timbre de la puerta. -¡Está abierto! -Grito hacia la puerta, sin despegar los ojos del ordenador.
¿Qué tienes? -Sarah se acomodaba cerca de Victoria para poder ver lo mismo que ella.
Antes de siquiera poder llegar a la puerta esta se abrió, mostrándome a Elijah, vestía unos vaqueros ajustados a sus caderas con una simple camisa blanca. Parecía recién salido de la ducha. Lucía tan sexi y relajado que mis pensamientos comenzaron a imaginar situaciones eróticas junto a él. Me sentía caliente.
Ya te había dicho que no tuvieras así tu puerta. No es seguro. - Me reprendió mientras mostraba una sonrisa genuina en su rostro.
Pensamos que eras mi madre. -mentí. -Hola Elijah, ¿qué puedo hacer por ti? - lo cuestioné sin darle completamente el paso a mi departamento.
Hola Macarena. Hola chicas. Pensé en venir a ver como estabas y ver si necesitas algo. ¡Mmm! ¡Ese aroma es delicioso! -Dijo caminando hacia la cocina.
Las chicas estaban absortas con lo que sea que encontraron en el USB. Mi curiosidad se encontraba frustrada por no poder ir corriendo y verlo yo misma. Pero ver deambular a Elijah por la cocina de mi apartamento en busca de aquello que había despertado su apetito, parecía habitual, era su presencia aquí. Tomó una cuchara destapando la sartén donde quedaban restos de la salsa que había preparado para la lasaña. -Mmm.- observaba sus expresiones tan efusivas, su paladar disfrutaba de lo que probaba. De cierta manera me abrumaba un poco el ver esa escena. Sentía mi rostro caliente y cambiar de tono a un rojo ardiente. Experimente la necesidad de arrojarme sobre él, poder sentir sus manos tocando cada parte de mi cuerpo, rozando su entrepierna, que él me probara a mi, sus labios carnosos y mordisquear su mandíbula marcada. Poder quitarle su camisa blanca besando sus firmes pectorales. Mi mente viajó tan lejos, me faltaba la respiración.
¿Te gustaría quedarte a cenar? - sugerí ocultando lo agitada que me encontraba.
¡Claro! -celebró sacando la cuchara de su boca. - ¿Te hace falta algo? ¿Estás bien? - dijo cerrando el espacio entre nosotros y poniendo su mano en mi frente. Su toque era cálido. Me sentía más agitada.
Ammm. -Camine hacia el refrigerador para revisar las cervezas y poder alejarme. -¿Tienes cervezas? -pregunte. No recordaba la última vez que lo había comprado.
Voy por ellas. -camino a la puerta deteniéndose justo al abrirla. -Ahora si puedes dejarla abierta. -bromeo guiñando su ojo.
Podría jurar que contenía la respiración. Celebraba el espacio para poder controlarme. Era mi vecino, apenas si lo conocía, pero claro me imaginaba situaciones eróticas con él.
¿A dónde fue Elijah? - Cuestionó Victoria tomándome por sorpresa. - ¿Te encuentras bien? luces…
Fue por cervezas. -conteste antes de que terminara. - ¿Lograste abrir la USB? -Camine para verlo.
¡Cervezas listas! -anuncio entrando con dos six de cervezas en sus manos.
¡Vamos a cenar entonces! - Se alegró Victoria sin dejarme ver lo que estaba en la memoria.
La noche prosiguió sin contratiempos, cenamos y charlamos a gusto, parecía una situación habitual en el departamento. Me gustaba como se sentía esto.
¿Recuerdas tu viaje a México con Nicholas? –Cuestionó Victoria cambiando el rumbo de la conversación.
Claro. -respondí sintiéndome perdida. - ¿Por?
La USB tiene fotos de esos días, pero … - titubeaba. - son algo diferentes. - Su voz era nerviosa.
Me levanté de la mesa hacia donde habían dejado la computadora con la USB. Comencé a ver cada una de las carpetas almacenadas, tenían fechas por nombre. Busqué la que coincidiera con nuestra luna de miel. Era el día que llegamos a la ciudad de México. Fui corriendo cada una de las fotos, pero no reconocía ninguno de esos momentos ¿Qué diablos? No comprendía nada de esto. Cerré esa carpeta y busqué otra fecha, una importante ¡DIABLOS! Deseaba no haberla encontrado, era nuestra boda, pero era una hora diferente o al menos eso quería creer. Algo me decía que fui sola la excusa perfecta para Nicholas.
¿Está todo bien? –Indagaba Elijah sentándose a un lado mío en el sofá.
Mire, su rostro tenía algunas líneas que demostraban preocupación ¿Era por mí? Me sentía desconcertada por toda la genuina actitud.
¡No! Nada está bien, todo es un jodido desastre. Comenzando con el hecho que mi esposo estaba metido en cosas extrañas y terminando con su supuesta “muerte”. –respire profundo, trataba de relajarme. – Pero en fin, ya estoy harta de parar todo por él. Vamos a cenar. Te contaremos qué ocurre. - Sentencie caminando a la mesa junto con Elijah.
Todo se destapaba ahora, no quería guardar tantos secretos como Nicholas lo hizo conmigo. En verdad, estaba agotada. La llegada sorpresiva de Elijah a mi vida, me daba un respiro. Tal vez estaba poniendo mucha carga en sus hombros, pero sentía que podía confiar en él, aún cuando yo era un saco de desconfianza.