Funeral

1127 Words
Verano 2020. Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve la vida. Pablo Neruda.   Mi corazón late escrutando la forma de salir de mi cuerpo; mi respiración parece lejana, ajena. Creciendo sin tregua un agujero n***o en el centro de mi estómago ¡Maldición! Otro ataque de pánico. Podría ser el peor momento, aunque, en realidad, gozaba de sentido que me suceda justo ahora. El clima estaba a tono con esta mierda. Antes de marcharme de Nueva York la tormenta se formaba, buscándome sin perder mi rastro. Ahora al llegar a Los Ángeles, se había instalado sobre mí como una nube personal. Después de todo, el funeral será dramático y espectacular como todo aquello que Nicholas realizaba. El sentimiento de todo este circo era incorrecto no me dejaba libre, Nick estaba desaparecido, no muerto. Él no podía abandonarme, no debía hacerlo. Era el momento justo para aparecer. -Nick aparece- me lo repetía una y otra vez en mi mente a modo de súplica. No me encontraba sola, pero era invasiva la melancolía. Mi madre y mis amigas habían hecho de cimientos para no derrumbarme. Hoy concluía la investigación sobre su paradero. Cinco años marcharon dejando un camino de preguntas sin respuestas, deponiendo mi corazón intranquilo. Nicholas Russell, el chico que le entregue la mitad de mi alma, me dejó sola con los restos de una vida que no fue. No deseaba lidiar con todos en el cementerio de Ángelus Rosedale. A pesar que todo sería íntimo, únicamente para familia y amigos cercanos no soportaba a todos dándome sus condolencias y abrazos. Ellos no me querían aquí, nunca lo hicieron. Me culpaban de los hechos fatídicos de aquella noche. No los culpaba, me sentía así. Nuestra relación de cortesía terminó después de cerrar la tumba vacía de Nick. No tenía sentido hacer esto. Él no estaba en ese oscuro lugar. Hilary la madre de Nicholas se había encargado de que toda la ceremonia fuera perfecta, como si con eso logrará estar en paz. Ella necesitaba cerrar la búsqueda, después de cinco años de espera era lo que seguía, sin embargo, yo no quería ser esa chica extraña a la que todos la llamaban -La viuda- no me parecía justo que las cosas sucedieran de ese modo. -          Querida, espero que estés lista. - Hilary insistió en tener oradores. - No me enviaste tu texto. Espero que no improvises, no es el momento. - Tenía que ser amable, ella expresaba su dolor de esa manera. -          Una disculpa Hilary, olvide enviártelo. Estoy lista. - Había preparado algo simple y nada intimo para esta situación. -          Perfecto, querida. Serás la primera. Se marchó sin esperar mi respuesta. Estaba bien, no deseaba continuar con esto sin sentido. Algo con las bodas y los funerales mostraba la ironía de la vida, era los únicos momentos en que la familia se reunía. -          ¿Lista? La ceremonia va a comenzar. - Mi madre me trataba como si fuera un objeto de porcelana. Era cuidadosa, atenta y cariñosa, lo agradecía. Sólo asentí caminando a su lado. La lluvia se detuvo, aunque el gris sombrío era parte del paisaje, sin rastro del azul tan puro en el cielo cuando recorrí Newport junto a Nicholas. El sacerdote comenzó diciendo “Si nada nos salva de la muerte, que el amor nos salve de la vida”. Creía que la muerte era la transformación necesaria para nuestro camino hacia la vida eterna. Sobre cómo la resignación en nuestra vida traería paz y sería más fácil continuar. Dios con un plan hermoso y perfecto para nosotros, aunque a veces parecía oscuro. Estupideces. Este show era eso, una estupidez. El turno de los oradores había llegado, todos hablarían de lo mucho que lo querían y la maravillosa persona que era. No lo conocían. La verdad es que ni yo lo conocía. Tuve que perderle para conocerlo en verdad. Todos sus secretos me visitaron la noche en que desapareció. Llenándome de interrogantes a la deriva. -          Él siempre reía. -comencé diciendo algo con lo que todos coincidimos. - Y aunque suene cliché, así comenzó nuestra vida juntos. Con risas y alegrías, él me convirtió en creyente. Mi vida cambió el día en que su risa se apoderó de cada día triste o tedioso. Dejando rastros de luz y posibilidades. Él fue para mí un gran amigo, un gran cómplice y mi gran amor. -No buscaba extenderme más.- Hasta siempre. Lágrimas derramadas frente a un ataúd desierto, mostrando la posibilidad que en algún momento su cuerpo estuviera allí y no a mi lado. Alguien tomó mi mano. Me dirigía a mi lugar. Ahora era oficialmente una viuda. Un hueco en mi pecho se convertía poco a poco en un agujero n***o succionando cada ilusión o deseo que todo esto fuera más que una horrible pesadilla de la cual en algún punto despertará. Lluvia ligera se anunciaba para que diéramos fin. Poco a poco los asistentes se despedían dándome más condolencias y abrazos incómodos. Yo permanecí de pie hasta que únicamente éramos Hilary y yo. Probablemente ella pensaba igual que yo. Nicholas no estaba aquí. -          ¿Te quedarás aquí o regresarás a Nueva York? - Su voz me tomó por sorpresa. No lo había visto durante la ceremonia. -          Mi avión sale mañana. - Me limite a responder. -          Lamento todo lo que ha pasado. Nick te amaba con locura. Me lo decía todo el tiempo. - Dijo con sinceridad. -          Siempre me pregunté sobre cómo responder a esto. Es tan incorrecto decir gracias. Yo sé que Nick me ama. -Una lágrima cayó antes de corregirme. - Me amaba. -          Llevaré a Hanna a casa ¿Quieres que te lleve? Parece que lloverá más fuerte. -          Muchas gracias Tony, pero, me quedaré un poco más aquí. Se acercó abrazándome. Otorgando un poco de consuelo. -          Nos vemos en Nueva York. - Dijo a modo de despedida. Esto era todo. Terminaba de una manera que nunca imagine, los planes realizados se convertían en un lindo sueño que inevitablemente caería en el olvido. Hilary se levantó al llegar Michael a su lado. Ellos ya se iban. No era necesario que se acercaran. Miraron hacia donde me encontraba y caminaron lejos del lugar. -          Señorita, disculpe vamos a cerrar la tumba. La lluvia se acerca con más fuerza. -Declaró el joven. -          Entiendo.- le di el espacio suficiente para que comenzara. Observe al joven mientras vaciaba la tierra cubriendo el ataúd. Trate de dar un último suspiro, pero respirar se había vuelto insoportable. Ahora todo caía sobre mi, tan real. Con Nick, el futuro que habíamos planeado se deslizaba entre mis manos libremente como el agua. Temía sobre mis pasos desde ahora. Tal vez en otra vida.
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