Merlín y Jelena: Luna de Miel

2671 Words
Merlín despertó, sonriendo al recordar lo que había pasado anoche; o más bien, las porquerías que había hecho con Jelena anoche.  El hecho de que ella esté embarazada no ha sido óbice para que sigan disfrutando de una vida s****l común y corriente. Y para ellos, ese “común y corriente” se refiere a salvaje.  Ya llevaban dos meses de luna de miel. Estaban recorriendo los mundos que Jelena consideraba más hermosos entre todas las galaxias, y aunque a Merlín le preocupaba la salud de Jelena y la de sus bebés en camino por tanto trote, él se prometió a sí mismo que no sería sobreprotector con ella.  Los bebés están perfectamente bien, y el arcángel Rafael les aseguró que los portales que hacía Jelena para que pudieran viajar entre mundos y entre dimensiones no afectaban en nada el embarazo.  Es solo que...Merlín todavía estaba procesando el hecho de que Jelena está embaraza de él. La última vez que la vio embarazada fue hace 16 años, y no era de un hijo suyo.  Ambos habían pasado por tantas cosas..., tanto juntos como separados. Se conocieron hace 21 años, se habían casado a tan solo unos meses de conocerse, se separaron por cosas de la vida, tuvieron que salvar el universo unas cuantas veces, y por poco y mueren; pero ahora, tras ocho años de la guerra contra Pandora y Pandarus, tenían esa vida tranquila que ellos tanto habían anhelado, se habían vuelto a casar y...estaban esperando a sus primeros hijos biológicos.  Jelena ya había sabido con Myrddion lo que es tener un hijo de sus entrañas, pero Merlín no. Por supuesto que ama a Bella con toda su vida, y no la va a amar menos cuando nazcan los dos retoños que tendrá con Jelena, pero...se siente algo especial saber que en unos meses nacerían dos mellizos fruto del amor de ambos. Dos personitas parecidas a ellos.  Merlín solo había tenido visiones de los mellizos siendo niños, pero habían sido suficiente para saber que tendrían cosas de ambos.  El mago se preocupó al no ver a su esposa en la cama, pero se relajó cuando la vio en el balcón, mirando hacia la hermosa playa mientras se acariciaba la tripita, que en realidad ya se podía considerar un tripón.  Jelena ya iba por el tercer mes de gestación, pero considerando que es un embarazo nefilim, los bebés crecen muy rápido, así que, hablando en términos de gestación humana normal, en realidad iría por el sexto mes. Y como son dos los retoñitos que están en su vientre, pues hace que la panza sea aún más grande de lo que la tendría una embarazada a los seis meses.  Merlín se deleitó con la vista. Jelena tenía puesto un sensual negligé n***o largo de encaje con bordes festoneados y cintas de satén, y una tanga del mismo conjunto.  La abertura de la sensual prenda dejaba al descubierto su panza, y puesto que la tela es transparente, Merlín podía ver muy bien sus grandes senos, que habían aumentado aún más el tamaño por el embarazo. Estaban tan grandes que ya no le cabían en las manos.  Raquiel había bromeado diciendo que Jelena ahora parecía una muñequita Hentai.  Raquiel..., ese malnacido que tantas veces ha podido disfrutar del cuerpo de su esposa en los últimos años, pero claro, con el consentimiento de Merlín, y por supuesto, con el de Vlad.  Jelena y Raquiel siempre han tenido una amistad un poco fuera de lo común, y aunque habían prometido que solo follarían una vez, terminaron cediendo ante la tentación; y Merlín, al que ya se le había abierto la mente lo suficiente para no ser aquel soso aburrido en los temas sexuales que se escandalizaba por cualquier cosa, ya no tenía problema con que hubiera un tercero en la cama.  Y, para ser sincero, a Merlín le excitaba en sobremanera ver cómo su esposa disfrutaba cuando entre él y Raquiel le daban duro...al tiempo.  Aunque claro que ahora con el embarazo, y estando de luna de miel, se habían tomado un descanso de esas intensas sesiones de tríos salvajes con el rubio.  Jelena se volteó a mirarlo, y el mago sonrió al ver tal obra de arte acercándose a él.  Es como si estuviera contemplando a una diosa de la fertilidad.   Hermosa, sensual y muy embarazada. Es perfecta. Tan perfecta, que Merlín sintió su m*****o endurecerse sin que ella hiciera mucho esfuerzo por excitarlo.  Esas curvas del embarazo serían la eterna perdición de Merlín. La embarazaría todos los años si así puede verla tan reluciente y sensual. Y es que, aparte de su aspecto físico, las hormonas del embarazo también afectaban positivamente a Merlín, subiendo sus niveles de testosterona a un nivel casi imposible.  —Oh, veo que amaneciste con ganas de más, amorcito —dijo Jelena, acostándose en la cama junto a su esposo —. Últimamente estás más insaciable que antes.  —Ese es el efecto que causas en mí —susurró Merlín, lamiéndole el lóbulo de la oreja, y ella soltó una risita traviesa —. Móntame. Ahora.  A Jelena le encantaba cuando su esposo le daba órdenes en la cama, así que no se hizo de rogar. Se quitó el negligé y la tanga y se sentó en las caderas de Merlín.  No se empaló a él de una vez. A ella siempre le ha gustado el juego previo, así que humedeció con su saliva el pene de Merlín y empezó a moverse en toda la extensión de este, de abajo hacia arriba y de arriba abajo, tan lentamente, que al mago se le hizo algo tortuoso, por más excitante que fuese.  Él se deleitó viendo sus grandes senos y estrujándolos, y se inclinó para poder meterse un pezón en la boca y succionar con fuerza. Jelena gimió por el placer que sintió con eso. Debido al embarazo, sus pechos estaban más sensibles que de costumbre; tanto, que incluso con una buena estimulación, podía llegar al orgasmo, sin necesidad de tocar su clítoris.  —Por favor, móntame —rogó Merlín, sintiendo que ya no podría más.  Ella sonrió con malicia, y sin querer hacer sufrir más a su esposo, y ya estando lo suficientemente mojada, se empaló a él en un satisfactorio gemido.  —Jodida mierda...—gruñó Merlín apenas sintió las carnes de su esposa abrirse para él, aprisionando deliciosamente su m*****o.  Jelena se movió lentamente, de arriba abajo y en círculos. Ya no podía hacerlo tan salvaje como antes debido a su condición, pero eso no lo hacía menos excitante. Por supuesto que Merlín sentía placer con tan solo verla, así que tener que hacer el amor suavemente no hacía una diferencia significativa para él.  Y mientras ella se movía en el ritmo que su embarazado cuerpo le permitía, Merlín estimulaba su clítoris, y con la otra mano acariciaba la panza en la que reposaban sus hijos. Sus pequeñitos...  Oh, ya los querían ver. Sin duda alguna serían muy hermosos. La combinación entre los genes de ambos iba a ser sin duda...explosiva. Jelena incluso bromeaba diciéndole a Merlín que todos los varones irían tras su hija; tanto humanos, como ángeles y demonios.  Merlín ya estaba pensando en los mejores hechizos para alejar a cualquier idiota que pretendiera a su hija. Los convertiría en cucarachas.  Jelena aceleró sus movimientos lo más que su tripón se lo permitió, y Merlín tuvo que aguantar para no venirse tan rápido y que ella tuviera múltiples orgasmos.  Uno. Dos. Tres. Diez..., Merlín perdió la cuenta, hasta que él no aguantó más y también se dejó ir.   Pero Merlín, gracias a su genética nefilim, podía recuperarse de un orgasmo a los pocos segundos y continuar con la faena, así que dejó que Jelena lo siguiera montando.  Sonidos obscenos se escuchaban en la habitación, de los chapoteos que se hacían cuando Jelena chocaba contra la piel de su marido, en un charco de semen y squirt.   En un último sollozo de placer, Jelena se corrió, desplomándose al lado de Merlín, el cual parecía estar liquidado, como si le hubieran disparado mil veces en una batalla.  Y cuando ya había pasado la calma post-orgásmica, Jelena sintió unas tímidas pataditas. No evitó sonreír con algo de malicia.  —Los muy pillines sabían lo que estábamos haciendo y se hicieron los dormidos —dijo ella, acariciándose el abultado abdomen.  —Buenos días, dulzuras —susurró Merlín, acercándose a la tripa de su mujer y dándole unos tiernos besos.  Las patadas fueron más fuertes. Los bebés por supuesto que sentían la presencia de su papi y se emocionaban en sobremanera, tanto, que Jelena tenía que transmitirles calma mental para que no la lastimaran con tantas patadas.  —Me iré a bañar. Claramente hemos dejado un desastre —dijo el mago, al ver que los fluidos de ambos seguían sobre él.  Jelena rio juguetonamente y lo acompañó a la ducha, en donde no evitaron volver a hacer el amor.  Eran insaciables, como solo ellos lo podían ser. Por eso no les fue difícil quedar embarazados apenas Merlín revertió su vasectomía. Solo les tomó una semana concebir a los mellizos.  Desayunaron en el balcón, teniendo ante ellos la hermosa vista del mar.  Si fuera por ellos, se quedarían ahí para siempre.  Jelena sacó su comunicador y le timbró a Myrddion, el cual no tardó en contestar y su cara apareció en el holograma.  —¡Hola mamá! ¡Hola papá! —saludó el adolescente, y unos segundos después se asomó la carita de Bella.  —¡Hola dadda! ¡Hola mamma! —saludó la niña, contentísima al ver a sus papis.  —Hola mis amores, ¿cómo va todo? —preguntó Jelena, y Bella se regó contando todo lo que había hecho en la escuela el día anterior.  Actualmente, Merlín estaba viviendo en Israel. Raquiel lo había convencido hace cinco años de que trabajara en el Instituto de Investigaciones Médicas de Israel, y Merlín no lo pensó de a mucho, teniendo en cuenta que en Londres ya estaban sospechando de que no envejecía.   Merlín podría haber utilizado el mismo hechizo que usó en la época en que fue el asesor de Arturo, que no es más que el mismo hechizo que usa Lucifer para verse hermoso cuando en realidad su cara está demacrada, pero..., eso requería un gran esfuerzo que absorbía casi toda su magia.  Al principio fue difícil para Bella adaptarse, pero ya está aprendiendo hebreo y aceptando las raras costumbres de dicha cultura.  Y ahora que Myrddion terminó sus estudios universitarios, Jelena y Alec también trasladaron su residencia al reino de Raquiel, y viven cerca, para poder turnarse a Myrddion.   El joven astrofísico tuvo que acostumbrarse desde hace años a la custodia compartida, y ahora es algo muy normal para él. De lunes a viernes está con Jelena, y los fines de semana los pasa con Alec.  Y fue inevitable que tras varios años conviviendo con Merlín, Myrddion le empezara a decir “papá”, y Alec no tenía problema con eso. Ambos hombres incluso son muy buenos amigos, no había rencores de ningún tipo.  —¿Y tú, hijo? ¿Qué has hecho? —le preguntó Jelena a su hijo mayor, al ver que estaba muy callado.  Myrddion no se lo quería decir. No quería estropear la luna de miel de sus padres, pero si algo era bien sabido por todos, es que no hay manera de ocultarle algo a Jelena Petrova.  —Acepté tener una entrevista con la IASA —reveló él, y a Jelena se le crispó la cara.  La Administración Internacional de Aeronáutica y el Espacio, es como una NASA, pero a nivel internacional, y fue fundada unos años después del incidente con el rey pleyadiano Waryon.   Y con Myrddion siendo el hijo del Lord Canciller entre la Tierra y Marte y representante de la humanidad ante el Consejo Intergaláctico, y el único humano que se pudo dar el lujo de estudiar astrofísica en un planeta mucho más avanzado que la tierra, era apenas lógico que lo llamaran para ofrecerle un trabajo.  —Solo tienes 16, Myrddion...—murmuró Jelena, y el muchacho solo apretó los labios —¿Tu padre sabe de esto? —el joven asintió —¿Y qué te dijo?  —Dice que me apoyará..., pero solo cuando cumpla 18.  Myrddion es plenamente consciente de que es muy joven para trabajar en una agencia tan importante, en donde muy posiblemente lo envíen a la renovada Estación Espacial Internacional por algunas temporadas, pero...él quiere eso. Quiere esa vida. Para eso estudió. Quiere hacer algo por el universo, así como lo hicieron sus padres.  —Y yo estoy de acuerdo con la postura de tu padre —le dijo Jelena, y el rubio se desinfló.  Merlín solo la miró, a punto de refutar algo, pero...el mago sabe que no tiene voz ni voto en lo que concierna a Myrddion. Muy a su pesar, no es su padre, y mientras Alec siga vivo, Merlín no tiene derecho a opinar nada sobre lo que pueda o no pueda hacer su hijastro.  —¿Y qué me voy a poner a hacer hasta que cumpla 18? —preguntó Myrddion, mientras Bella jugueteaba con sus dorados cabellos.  —Continuar tu entrenamiento con Raziel, y ayudarle a tu tío Vlad en lo que necesite —opinó Jelena, pero el muchacho rodó los ojos —¡Myrddion Alexey Ivanov! ¡¿Me acabas de rodar los ojos?!  —Ok querida, creo que ya es suficiente —dijo Merlín, tomando el comunicador. Definitivamente no quería que su esposa tuviese alguna emoción fuerte en su estado —. Adiós, chicos, los llamaremos más tarde.  Merlín cortó la llamada, y Jelena tenía una cara de piedra que no podía con ella.  —Ni siquiera es legal ofrecerle un trabajo de ese talante a un adolescente —dijo la rusa, bebiendo de su taza de café —. Es solo un niño...  —Yo tenía 10 cuando empecé a ejercer como sanador —le recordó el mago, y ella lo fulminó con la mirada.  —No me digas que estás de acuerdo con que él trabaje para esa agencia.  —No importa lo que yo opine...  —Sí importa, también eres su padre —le recordó ella, calmándose un poco. Merlín sonrió. Le gustaba que Jelena le diera aquel importante lugar en la vida de Myrddion.  —No quiero pasar sobre la autoridad de Alec, pero si yo fuera él, y si fuera tú, no le cortaría las alas a Myr —opinó, sirviéndose más jugo de naranja —. Es cierto que sigue siendo un niño, pero ni el adulto más capacitado en este planeta tiene todos los conocimientos que él tiene, ¿has visto su propuesta de proyecto sobre energía autosustentable? —Jelena negó con la cabeza. Si bien sabía que su hijo estaba obsesionado con ese tema desde que tenía cuatro años, ella no se había interesado de a mucho en revisar sus libretas —. Yo sí, y puedo decirte, sin necesidad de haber tenido alguna visión profética, que en la mente de Myrddion está la solución al calentamiento global y muchos otros males que ya están empezando a afectar a la humanidad —le toma las manos, y ella se termina de relajar —. Dos años sin hacer nada en casa, son dos años que le estarían quitando a la humanidad en su carrera por sobrevivir.  Jelena no encontró modo alguno de replicarle algo a Merlín. Estaba en lo cierto. No podía cortarle las alas a Myrddion, y tal vez tenía que empezar a aceptar que los hijos crecen y vuelan.  —Será difícil convencer a Alec sin abusar de mis poderes mentales, pero...lo hablaré con él apenas llegue de la luna de miel —dijo ella, y Merlín le sonrió con orgullo.  —Ven. Vayamos un rato a la playa —dijo el galeno, levantándose de la silla, y ella sonrió con malicia, al recordar las porquerías que habían hecho en la playa todos esos días. 
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