Eirwen por lo general no se ponía nerviosa en las fiestas y demás reuniones sociales. Ya se había acostumbrado a eso, siendo el pan de cada día como princesa heredera.
Pero en esa ocasión en específico, con la celebración de su cumpleaños 17, se sentía extremadamente nerviosa. Razón: su majestad, el emperador Andrew II, asistiría. Su prometido...
Eirwen trataba de recordar cuándo fue la primera vez que se enteró que estaba prometida a dicho monarca. Prácticamente lo sabía desde que muy pequeña, porque siempre le había escuchado decir a sus niñeras que sería la reina de Mentholia y la emperatriz de todo el mundo mágico.
Y Eirwen por supuesto que recordaba al apuesto príncipe al que le regaló una de las cintas de su vestido cuando tenía cinco años, y después al novato y triste rey al que volvió a ver cuando tenía ocho.
También conservaba algunos recuerdos del hermoso palacio de Mentholia, a la tierna reina madre, el cabello rubio y sedoso de Monroe, y de cómo los sirvientes de dicha casa real habían llorado cuando ella se fue, y que la reina madre les había dicho que no se preocuparan, que Eirwen regresaría para reinar con sabiduría junto a su hijo.
Fue así que en la noche antes de su cumpleaños, la cena familiar fue un tanto tensionante.
Estaban presentes todos. Marco, Sariel, Kailus, Edgrev, Dorev, Monder, Jelena, Merlín, Raquiel, Vlad y Myrddion.
Siempre que todos se reunían, había un ambiente de algarabía y felicidad, pero hoy todos estaban inquietantemente callados, concentrados solo en sus platos.
Eirwen intentó leer las mentes de todos, aunque supiera que estaba prohibido. Pero todos tenían sus escudos telepáticos arriba, incluyendo a Marco, que, aunque no fuera un telepata, era Sariel la que protegía su mente de ataque externos.
Abuelo, algo pasa, ¿verdad?
Monder apenas miró a su nieta, dándole a entender con la mirada que ni él sabía qué rayos estaba pasando.
Pero entonces fue Myrddion el que le habló mentalmente a Eirwen:
Creo que papá Merlín tuvo una visión esta mañana, sobre ti, y no fue buena.
A Eirwen se le cerró el estómago de inmediato.
Muchas cosas se decían sobre su tío Merlín en el mundo mágico, y no lo llamaban “cuervo de tempestad” por nada. Muchos veían de mal augurio que un profeta como él se apareciera en su mundo, porque eso significaba problemas.
Pero Eirwen sabía que Merlín no tenía la culpa de haber nacido con un don tan...desprestigiado.
Intenta leer la mente de Merlín. Sé que puedes. ¿Raziel no te enseñó a quebrar escudos telepáticos?
Le preguntó Eirwen a Myrddion, y este respondió:
Es diferente leer la mente de otro ser angélico de igual o menor jerarquía que yo, sin que se den cuenta, a intentar leer la de alguien como Merlín.
Eirwen decidió que ya estaba harta de todo esto, así que sin darle muchos rodeos al asunto, habló:
—Ok, ¿alguien me va a decir qué sucede?
Todos se miraron unos a otros, y Sariel le rogó a Merlín con la mirada. Marco solamente volvió a llenar su copa de vino, como si fuera al que menos le preocupara el asunto, y finalmente, Merlín habló:
—Eirwen, sabes que mis visiones a veces son...un poco confusas, pero en una que tuve esta mañana, te vi...—miró con algo de inseguridad a Sariel, quien no fue capaz de sostenerle la mirada a nadie —sobre el cuerpo inerte de Andrew —Eirwen abrió los ojos como platos —. Tú le clavabas una daga en el pecho.
Edgrev se atragantó con el vino al escuchar eso último, y Kailus le dio palmaditas en la espalda.
Eirwen simplemente no pudo creer lo que Merlín le estaba diciendo. Tenía que tratarse de una simple pesadilla, ¿no? Ella no sería capaz de matar a nadie, y eso mismo pensó Marco, porque dijo:
—Merlín, querido amigo, vuelvo y te repito: fue un simple sueño. No necesariamente todo lo que sueñas tiene que ser una profecía —volvió a llenar su copa de vino relajadamente —. Todos aquí sabemos que Eirwen no es capaz de matar siquiera a una cucaracha. Prefiere convertirla con su magia en mariposa antes de que algún sirviente mate a alguno de esos horrendos bichos, así que mucho menos se atrevería a matar a un hombre.
Merlín no dijo nada más. Él también quería pensar que solo fue una simple pesadilla y no una visión profética.
Y Eirwen también lo pensó así. Ella no tenía una razón para siquiera odiar al emperador. Sí, es cierto que era un monarca un poco cruel, y que hace años le había roto el corazón a Edgrev, de paso dejándolo con un bebé...pero ella precisamente quería casarse con él para ver si tal vez podía cambiarlo; era un pensamiento muy inocente, pero ella quería el bien para ambos reinos, y para el mundo mágico en general.
Sí, ella quería casarse y reinar con él. Lo había hablado ayer con su padre en una reunión privada, solo ellos dos.
Marco le contó sobre la amenaza de golpe de Estado a Andrew, y le puso todas las cartas sobre la mesa, y por supuesto que Eirwen ni siquiera consideró la opción de entregar a Eridan. Si bien es cierto Andrew tenía derecho a saber que tenía un hijo, Eridan también tenía derecho a decidir si quería el complicado estilo de vida que tendría si era el príncipe heredero de Mentholia.
A Eirwen no le habían dado a escoger, pero si podía evitar que su amado sobrino corriera el mismo destino que ella, se sentiría muy feliz, y de paso implementaría todas las políticas que ella ya tenía planeadas para reducir la pobreza en ambos reinos con una correcta distribución de la riqueza, oportunidades laborales para todos, tratados de paz con especies históricamente enemigas de los humanos, entre otras cosas.
Eirwen había nacido para ser una emperatriz. Así de simple, y ella en serio que lo quería, aunque muchos pensaran que era una pobrecilla princesa que fue prometida a un príncipe por cuestiones de supervivencia.
Ella se iba a casar con el rey Andrew, aunque ella supiera que el que más estaba sufriendo con todo esto, era Dorev.
Fue así que todos determinaron que el sueño de Merlín fue eso, simplemente un sueño, y después de la cena, se fueron a sus respectivas habitaciones.
Pero a eso de la medianoche, Eirwen salió a hurtadillas de su recamara, durmió con su telepatía a los guardias que estaban por los pasillos, y se metió en la suite que compartían sus hermanos.
Eran tres recamaras separadas, permitiéndole a los tres hadas tener algo de privacidad, pero que compartían una misma sala y biblioteca.
Eirwen caminó muy despacio, en las puntas de los pies, sabiendo que las hadas con su poderoso sentido del oído podían escuchar hasta a una hormiga caminando, aunque no es que Kailus y Edgrev no supieran ya que ella y Dorev se hacían visitas nocturnas.
No hacían nada indecente, por supuesto que no. Simplemente dormían juntos, como se habían acostumbrado a hacerlo desde pequeños, pero Eirwen quería...quería algo más.
Eirwen no era tan inocente como todos pensaban. Ya tenía 17 y sabía lo que la gente hacía para tener hijos o...simplemente para disfrutar, así que entraba a escondidas a la biblioteca privada de su madre y leía sus libros de romance erótico.
Su institutriz le había repetido infinidad de veces que debía mantenerse “pura” para su esposo, pero Eirwen no sabía por qué no podía decidir sobre su propio cuerpo, cuando los hombres sí podían hacerlo. A ellos no se les exigía llegar vírgenes hasta el matrimonio, mientras que a las mujeres se les condenaba si no sangraban en su noche de bodas.
Aunque había una excepción a la regla, y eso era cuando se llegaba a saber que una mujer fue “probada” por uno de sus hermanos varones. A Eirwen eso en su momento le había parecido terrible, porque no era más sino una manera de justificar las violaciones, y su padre sí que había condenado a hombres que se habían escudado en ese supuesto derecho para violar a sus hermanas, y era algo que ya no se aplicaba en la mayoría de reinos civilizados..., pero aún se podía invocar.
Y ya que la habían depilado y exfoliado esa mañana para prepararla para la visita del emperador, Eirwen aprovechó para que fuera Dorev quien viera aquello primero.
Oh sí. Eirwen podía ser muy inocente para algunas cosas, pero ni siquiera su alta devoción a las cosas de Dios le quitaba lo ninfa, y las ninfas eran...muy calenturientas, por decirlo de una manera respetuosa.
A Eirwen le habían dado brebajes especiales para controlar sus impulsos, y también Dorev estaba consumiendo un brebaje para contrarrestar sus impulsos de hada primitiva, esos que por poco y le hicieron tomar a Eirwen en su primera ovulación, y ella entonces no se dejaba de preguntar...¿qué pasaría si ninguno de los dos se tomaba sus brebajes, y les daban rienda suelta a sus instintos?
Eirwen se adentró en la recamara de Dorev, y se metió entre las cortinas del dosel de la gran cama de él, y lo vio acostado boca arriba, con su torso desnudo, y ella se permitió observar con detenimiento los marcados abdominales.
Se acostó con sumo cuidado a su lado, y se permitió pasar las yemas de sus dedos sobre ese caminito de vello castaño que iba desde su ombligo hasta perderse en sus partes íntimas, esas a las que Eirwen no se atrevía a llegar, pero se preguntaba cómo serían.
—¿Eirwen? —preguntó el hada, y apenas vio la mano de Eirwen en su abdomen, se sonrojó como un tomate.
—Yo...uhm...quería...—intentó explicarse Eirwen, pero Dorev apenas soltó una risita y la abrazó contra su pecho.
Dorev no era tonto, y además sus sentidos de hada primitiva le decían que Eirwen estaba...deseosa por hacer algo. Las hadas podían percibir por el olor cuándo una persona estaba excitada, y tal era el caso de Eirwen.
—Aunque así lo quiero, Eirwen, todavía no puedo demostrarte mi amor físicamente. Todavía no eres adulta —dijo él, y entonces ella lo miró con los ojos brillosos de esperanza.
—¿Entonces sí lo harás cuando ya sea adulta?
—Yo no...—se intentó negar Dorev, pero Eirwen no lo dejó seguir hablando, porque atrapó sus labios en un casto y dulce beso.
No contando los castos besos que Dorev le había dado a Eirwen cuando pequeña, se podía decir que este era el primero para ambos.
Y ambos sabían que estaba mal, que se suponía que siendo hermanos no tenían por qué sentir cosas por el otro, mucho menos estar besándose, y queriendo que ese beso terminara en algo más, pero nada podían hacer contra lo que Dios tenía destinado.
No hicieron nada de lo que se consideraría moralmente indecente. Simplemente se dejaron llevar y aprendieron a besar, a explorar sus zonas erógenas mientras que las manos del uno serpenteaban por el cuerpo del otro; Eirwen pudo experimentar por primera vez un orgasmo causado por los dedos de otra persona, y Dorev de paso pudo corroborar lo que decía Kailus sobre que resultaba siendo muy placentero mamarle los senos a una mujer, pero la cosa solo quedó ahí. Besos, toqueteos y estimulación. Dorev respetaba lo suficiente a Eirwen como para saber que ella todavía no tenía la edad en donde era consciente de lo que implicaba iniciar vida s*x*al.
—Cuando me vaya a Mentholia para ser la reina de Andrew, vendrás conmigo —dijo Eirwen, acostada sobre el pecho sudado de Dorev —. Puedes quedarte en la propiedad de papá, yo te iré a visitar todas las semanas, y nadie sospechará nada.
Dorev asintió y besó la cabecita rubia de su amada. ¿Cómo haría para irse y dejar el cargo de secretario real, cuando su padre y todo el reino parecía contento con su excelente trabajo? No lo sabía, pero sí sabía que seguiría a Eirwen a donde sea que ella fuese.
Y así, los dos se durmieron, no sabiendo lo que pasaría con la llegada del emperador, pero de lo único que estaban seguros, es que se amarían por toda la eternidad.
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¡Hola, hola! Aquí la escritora.
Mil disculpas por tardar en actualizar, pero admito que por mis otras novelas y asuntos personales no había podido terminar de escribir este último cap de Relatos Angelicales.
Tenía planeado el reencuentro de Eirwen y Andrew para este cap, pero tras pensarlo por varios días (y por eso tardé en actualizar) determiné que lo mejor sería dejarlo para la continuación definitiva de la saga, la cual se llamará "La Reina Ninfa". Tengo planeada continuarla en la plataforma f***o si así ellos me lo permiten, y me pueden encontrar en dicha plataforma con el usuario P.A. Torres , pero lo veo difícil, ya que todas las plataformas actualmente solo aceptan obras de romance cliché, no apoyando la fantasía; aun así, crucemos los dedos para que en su momento acepten esa obra viendo que tiene mucho romance, y muchos lectores fieles.
No sé todavía en qué momento continuaré con la saga, porque por el momento, como les dije, lo veo difícil, y lo único que me está ofreciendo estabilidad económica es escribir romance, pero los mantendré al tanto por mis r************* . Pueden seguirme en i********: como @paula_dreame, y en f*******: me encuentran como Paula AT , y los invito porfa a apoyarme con mis novelas actuales, Sentencia de Amor, y su continuación, Legalmente Tuya. Aparentemente parecen romance cliché, pero los que ya han leído, podrán dar cuenta de que tiene mi toque especial, ese que hace a mis novelas muy diferentes de las acostumbradas en esta plataforma.
¡Nos seguiremos leyendo en mi mundo de fantasía en algún momento de este siglo! ¡Besos angelicales a todos!