Andrea .
Le doy una extensa mordida al delicioso bacalao que descansa en mi plato de porcelana blanca con adornos de tulipanes y rosas en el. El pequeño Jeremías me muestra una de esa sonrisas curiosas en el momento que me giro para admirar lo bien que le queda uno de los shorts que había dejado el sobrino de Miranda.
Degusta con ímpetu y ansias las palomitas de maíz mientras centra su mirada en la enorme tele de plasma.
—Es el niño más bueno que he conocido hasta ahora —alega Miranda que como siempre está sentada al lado mío disfrutando de un bistec de cerdo a la parrilla.
—Lo sé, siento que desde que lo conocí hemos tenido esa conexión que no tengo con ningún niño debido a ya sabes que —ella asiente cortando la carne con bastante elegancia.
—Es bueno que encuentre a alguien a qu
