No tenía idea de cómo había ocurrido, pero al menos podría intervenir y en verdad hacer algo con determinación y seguridad. Luego de cruzar estaba en lo que me parecía ser un calabozo. No estaba tan oscuro, y había alguien apresado, se distinguía su preciosa figura masculina, con los brazos en altos pegados ambos contra una viga de madera. Me aproximé a él, encantándome volver a contemplarlo, en especial su profunda mirada añil. Esbozaron sus labios una sonrisa perfecta, seguramente en respuesta de mi manera de vislumbrarlo. Me incliné. A diferencia de como solía ser no se mostraba huraño ante mi manera de estar tan próxima a él, tampoco se veía disgustado con mis manos tocándolo desesperadamente, ansiaba cuanto antes soltarlo. Pero al estar inclinada noté el color del faldón que caí