CLOE HALL
¿Cómo estoy?
Esa pregunta retumba en mi cabeza. El hombre que está enfrente me observa detalladamente esperando una respuesta. Esto es lo peor que me pudo haber pasado. Ser atropellada mientras huía de uno de los hombres de Luigi.
La deuda que he tenido por muchos años viene a mi como un golpe en el estómago. ¿Cómo voy a pagar ahora dos cuotas al mes? Si con una ya tengo suficientes problemas.
-ya estoy mejor- bajo la mirada observando mis manos. Necesito otro trabajo, uno que sea nocturno. Tal vez si encuentro alguno que pague bien podré salir del agujero en el que he estado metida por ocho años. Ocho jodidos años.
-eso es bueno- el hombre suspira y se relaja. Bueno es obvio que esté así. A nadie le gustaría llevar esto a lo legal. Por sus vestimentas da por sentado que es alguien con dinero. Si pensara en denunciarlo sería imposible ganar, y sobre todo, no tengo la fuerza suficiente para lidiar con eso.
-creo que ya estoy mejor- me levanto tratando de ponerme de pie. Mañana tengo que trabajar temprano y no quisiera ser regañada por el Señor Harrison. Este empleo es todo lo que tengo.
Un dolor punzante me hace detener.
-es mejor que te relajes, el doctor informó que no puedes moverte mucho. Aunque el golpe no fue muy contundente, es necesario que permanezcas aquí- niego enseguida.
-mañana tengo que trabajar. A mi tercer día laborando no creo poder conseguir un permiso- me burlo, bueno más bien al señor Harrison no le gustaras, porque el presidente de King ni siquiera tiene idea de mi existencia.
-tu salud es más importante que cualquier trabajo- suspira. Sus palabras logran ponerme molesta.
-díselos a los que están en la punta de la pirámide- muevo la cabeza, coloco un pie en el suelo, la mano del extraño me agarra el brazo, su toque manda un choque eléctrico a mi cuerpo y me estremezco enseguida. Sus manos son grandes y esta tan cerca que me siento diminuta. Quisiera abofetearlo, pero no quiero mas problemas.
-debes hacerle caso al doctor- su voz es profunda y seria. Me suelto colocando el otro pie al suelo. Soy terca, lo sé.
-podrías pasar mi bolso- me observa con el ceño fruncido, al ver mi determinación se acerca y lo extiende.
Una vez de pie y descalza busco mis tacones, no los encuentro por ninguna parte.
Un mareo me hace tambalear, el extraño lleva su mano a mi espalda.
-lo ves princesa Valient, no estas bien- ignoro su apodo.
-solo necesito descansar- cuando encuentro mis zapatos camino más deprisa
- en mi casa- recalco.
Suspira fuerte, me ha de estar odiando en este momento, pero no me importa, no creo volver a vero. Ya los viste dos veces en un día Cloe. Si, pero dos no es tres.
Me acerco a la puerta, pero me sujeta fuerte y me voltea logrando que mi cabeza choque con su pecho. Doy un respingón cuando la dureza de este impacta en mi rostro. Me pongo rígida cuando me agarro a sus brazos para no caerme. Este hombre es puro musculo. No quiero ni imaginar lo que se esconde detrás de esta camisa. Pero que estas pensando Cloe.
La punta de mi nariz toca su pecho.
-voy a llevarte a casa, pero espera cinco minutos aquí- baja la mirada y esos ojos oscuros vuelven a producirme un estremecimiento en el cuerpo. No es momento de fantasear Cloe.
Doy un leve asentimiento. El hombre me suelta y sale dejándome sola en la habitación. Tengo que expulsar el aire que tengo retenido y ventilarme para sacar esta sensación que tengo dentro. No quiero ni verme para saber que soy un completo desastre ahora.
Espero paciente su llegada, regresa poco después con una bolsa en las manos.
-es seguro ahora- toma mi mano y junto salimos del lugar. Me doy mi tiempo para apreciar los alrededores del lugar. Esto no paree un hospital o algo parecido. No hay nadie alrededor, bajamos un ascensor en completo silencio. El hombre del cual aún no se su nombre no suelta mi mano. Una vez abajo tira de mí, es allí cuando veo a un par de personas con traje oscuros. Sus rostros son intimidantes, trago grueso al pasar junto a ellos.
Un hombre muy alto y con los brazos llenos de tatuaje camina hacia nosotros. No pierdo de vista su aspecto más relajado, la camiseta café que usa se envuelve en su cuerpo, sus músculos como piedra se aprecian de mejor manera. Camina con una correa en la mano. El animal gigante que camina junto a él causa un estremecimiento en mi cuerpo, y no del bueno. Es de un color oscuro y una mirada muy desafiante.
El hombre que camina junto a mi levanta su cabeza fijándose en la persona que se nos acerca. Nos detenemos, el hombre con tatuajes me lanza una mirada fugaz, pero se enfoca en el hombre que no suelta mi mano. Al estar frente a frente se puede apreciar que son dos polos opuestos. Mi salvador es más pulcro y su mirada, aunque muestre severidad, no me intimida, contrario a la otra persona.
-todo listo Señor- su voz es gruesa y rasposa, su acento es diferente.
-excelente Renzo- mi acompañante tira de mi mano dejando de lado al tal Renzo. Un nombre extraño, pero le queda.
Una vez cerca del auto de mi acompañante, este se adelante y abre el asiento del copiloto. Me siento y espero que suba el también. Froto mis manos ahora un poco nerviosas.
Sin decir alguna palabra arranca dejando de lado este inmenso lugar que imagino es de su propiedad.
-ya estas mejor- su mirada está enfocada en el camino.
-nunca dije que estuviera mal- respondo enseguida. Sonríe de lado.
-como digas Princesa Valient- me recuesto en el asiento, creo que son las 9 o 10 de la noche, no creo poder dormir enseguida por todo lo que me ha pasado.
Decidiendo hacer algo de conversa me volteo.
-me llamo Cloe, no princesa Valient- me mira por unos segundos.
-Tore, puedes llamarme así- Tore
-Tore- pruebo su nombre en mi boca. Suena bien.
-Cloe- responde, mi nombre en su boca suena muy bien. Muerdo mi labio inferior de forma espontánea.
Le doy a Tore la dirección de mi casa, el viaje es más tranquilo y me relajo tanto que me duermo en su auto.
-¡en donde esta tu padre!- la puerta es azotada, corro lo que más puedo pero soy alcanzada por uno de los hombre.
El hombre con sudor en el rostro me avienta al piso y escupe.
-es mejor que me digas en donde esta tu padre niña, o te juro que soy capaz de hacerte hablar a golpes- muerta de miedo y con las lágrimas recorriendo mi rostro no soy capaz de decir algo. Mi padre se fue y nunca más volvió.
-¡¡habla!!- patea mi estomago dejándome sin aire.
-yo..no se..- sollozo tratando de recuperar el aire. El hombre me toma del cabello y me arrastra. Hasta dejarme en el centro de la habitación.
-tu padre me debe cerca de cinco mil millones de dólares niña- lleva la mano a mi mandíbula causando un dolor atroz, me duelen las mejillas por la presión.
-el se fue.. me abandonó..- lloro como una niña pequeña. La mano del tipo toca mi cabello.
-si fueras un poco más grande te convertiría en mi perra- besa mi mejilla dejando su horrible olor.
-noo, no quiero..- me muevo, algo cálido toca mi mejilla.
-Cloe..-
-¡¡no me toques!!- grito y empujo la mano de mi captor. Abro los ojos de golpe, mi respiración es irregular, mi pecho sube y baja y tengo que enderezarme y ver en donde estoy.
Es un auto..
La mirada fija de Tore me hace enderezar de golpe. Miro su mejilla y me fijo en el rasguño que ocasioné.
-Dios, lo siento- me acerco levantando la mano y tocando a un lado de la heria. Me toma de la mano, mi cuerpo tiemble. Él no me haría daño. Verdad.
-estoy bien Cloe ¿tuviste una pesadilla? – su mirada no muestra reproche. Quisiera que lo fuera, quisiera que solo fuera un sueño y no un recuerdo.
-si, lo fue- susurro.
-es bueno que haya sido solo un sueño- me suelto de su tacto y vuelvo a mi asiento. Hecho un vistazo a mi edificio. Hemos llegado.
-es mejor que vaya a descansar- Tore asiente enseguida. No me despido, salgo del auto y sin mirar atrás subo a mi departamento. No quiero saber si su auto está detrás pero no quiero tener ideas absurdas en mi cabeza. Es solo una persona que me tendió su mano dos veces. Es absurdo pensar que alguien como él se fijaría en una mujer como yo.