“¡¿Por qué la recibiste en casa?! ¡¿Por qué tenías que hablar con ella?!” Exigía saber su hija. Su padre tenía ambas manos apoyadas sobre el escritorio, acababa de enviar algunos correos para que aquella misma noche le enviaran el documento que Ariel Sánchez tenía que firmar. Todo debía ser con la mayor prisa. El traslado de Alejandro Fendi no iba a tardar y él necesitaba llegar a un acuerdo con él antes de ese traslado. “Vino para que los ayude. Ella firmará los papales del divorcio mañana a primera hora y en unos días yo visitaré nuevamente a Alejandro para ofrecerle lo mismo. ¿Estás feliz con eso?” ¿Feliz? Abigail se había perdido en el asombro, porque eso significaba que Alejandro se casaría con ella y saldría de la cárcel. Corrió hasta el lado de su padre y lo abrazó por varios