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ㅤGolpear la pared como si fuera una puerta se ha convertido prácticamente en nuestra broma interior en los últimos días. Siempre que Martha no podía dormir o quería hablar, hablábamos a través de esa pared hasta que nos quedamos dormidos. Fue extraño, pero al mismo tiempo bueno, como si tuviéramos una conexión propia. Y reímos y reímos. A veces maldecía a la policía diciéndole que se durmiera, pero ella insistía en golpear la pared solo para molestarme y hacer que me despertara del todo, solo para contarme cómo había sido su día, porque no teníamos mucho tiempo para hablar. Fingí odiarlo, porque sabía que mi irritación era el arma que necesitaba para seguir llamándome y siempre funcionaba, porque a veces, a la misma hora de la madrugada, tocábamos a nuestra puerta. Algunos días trataba d