La etapa más difícil de hacer el libro vino cuando tuve que colocar el cuero en la tabla de madera. La portada era la parte delicada porque sabía el efecto que quería, pero lograrlo significaba inventar una especie de relieve de yeso hecho de arcilla modelada rellena de diminutos trozos de cuero. Pasé días tratando de hacerlo bien y abandoné cuatro intentos antes de admitir a regañadientes que no lo haría mejor que este último intento. Presionando con fuerza la arcilla sobre el abedul, la dejé endurecer y cuando estuvo lista, estiré y presioné el cuero húmedo sobre ella hasta que tomó la forma del cáliz y las hojas como pretendía. Satisfecho, lo pegué y, con un peso uniforme sobre toda la superficie, me complació ver los detalles del cordón entrelazado claramente definido en relieve en el