El nuevo año trajo una creciente tensión entre el obispo Cuthbert y el rey Ecgfrith. El rey era un personaje testarudo y tras quince años en el trono, muy seguro y asertivo de sus derechos. Al norte de su reino vivía una r**a salvaje de tribus conocidas como los pictos. Los pictos del norte eran miembros de tribus rebeldes, a quienes Ecgfrith, con la ayuda de los pictos del sur, había derrotado algunos años antes en la Batalla de Two Rivers. Todo esto lo aprendí de mi amigo, Cuthbert. También me dijo que el rey estaba exasperado por los asedios de sus puestos avanzados del norte. El último, ahora hace tres años, había quedado impune. —Aella, creo que estoy perdiendo mis poderes de retórica —dijo Cuthbert, siguiendo esta declaración con un profundo suspiro. —¿Cuál es el problema, Su Graci