2.1 Es tu culpa

1899 Words
Jazziel Boda Es la boda de uno de mis mejores amigos y es quien menos pensé que se casaría, pero ver a Cassidy y Balthazar juntos me hace ver lo mucho que se quieren, lo mucho que compaginan juntos, creí tener eso en su momento, pero me equivoqué y ya no me fio de nadie, me gusta tener relaciones cortas de fines de semanas o máximo una semana cuando estoy de vacaciones y conozco alguna belleza en mis viajes, pero supongo que la vida es un boomerang y todo regresa en algún momento a tu vida Lo confirmé cuando tuve a Iliana en mis brazos mientras bailábamos, estaba seria y casi no quería verme, pero la música la obligaba a estar pegada a mi cuerpo mientras la guiaba entre la danza ancestral que bailábamos, hasta que le tocaba separarse de mí, aunque sabía que iba a regresar. No me gustó, no quise dejarla ir. «Eres patético, Dunn» —Estás hermosa —le dije tratando de buscar conversación, no funcionó y en cuanto pudo se alejó de mí tan rápido como pudo y yo resople, esa mujer es más difícil que comprobar la teoría de la relatividad. Cuando la vi llegar con ese hermoso vestido no tuve ojos para nadie más que no fuera ella, pero siempre fue así, casi me atraganté con el trago cuando sus fríos ojos me miraron, sé que vino con alguien, tal vez alguna sobrina, pero no miré a nadie más, Camilo quiso hablarme de algo, pero yo no tenía mente para nada más que ella. Lo único que pude hacer fue perseguirla como un adolescente hasta que logré bailar con ella. —Me gusta bailar contigo —le dije al oído cuando se acercó de nuevo a mí y la sentí ponerse como una estatua en mis brazos. Acaricié un poco su espalda descubierta y se estremeció, cuando no discutía conmigo me castigaba con el látigo de la indiferencia. —No entiendo por qué discutimos siempre que nos vemos —intenté razonar con ella, nuestros amigos se acaban de casar, tal vez debamos llevarnos con un poco de educación, ya no somos unos niños. —Porque no tenemos de que hablar, te quiero lejos de mí, Jazziel Dunn— réplica enojada. «¿Qué le hice?» Trato de pensar en aquello tan horrible que le hice y no me llega a la mente el porque me odia como lo hace, yo fui él que fue abandonado, no ella. Entonces… ¿Por qué actúa de esa manera? —No entiendo que le paso a la dulce Ana— le dije un tanto melancólico, creo que ya bebí demasiado. —No me llamo Ana, me llamo Iliana, deberías checarte con un neurocirujano, podría traerte la muerte —suelta con acidez, se dio media vuelta y me dejó allí plantado frente a todos. No entiendo porque no me soporta, fue ella quien se fue de la nada, cuando volví ella ya no estaba. *** La fiesta no fue como esperaba y terminé con una mujer en mi carro que no era la que yo quería. Estaba frustrado en el asiento del conductor, no debí traerme a esta mujer a mi hotel, pero ya era un poco tarde para eso, la mujer quería ser atrevida queriendo aventura y comenzó a tocarse en el asiento del copiloto, su coño estaba al descubierto, no llevaba pantys y su vestido sobre sus caderas, no estaba del todo depilada, pero no se veía mal… más sin embargo nada pasó, no reaccioné igual. Esa maldita mujer me sigue afectando. En cuanto llegué al hotel me bajé sin esperar a la mujer quien se apresuró a alcanzar mis pasos rápidamente. —Jazziel Dunn— di mi nombre para que me dieran la llave de mi habitación —gracias, señorita— saqué mi tarjeta de crédito y la extendí cuando la mujer agarró mi brazo— necesito una habitación extra para la señorita. —¿Cómo? —pregunta muchacha indignada. —Si, lo siento —me disculpe sin sentirlo en realidad, me encogí de hombros. La recepcionista soltó una risita y al menos ella no pensaba que era un idiota, la mujer resoplo, pero no rechazó la habitación gratis. Típico. —¿Por cuántos días, señor Dunn? —me pregunta la mujer tomando la tarjeta de mis manos. —Solo esta noche, incluya el desayuno— en serio quería reivindicarme y quería irme solo a mi habitación. —Muy bien, tomé —me devuelve la tarjeta y le entrega a la mujer la tarjeta que abre su habitación, sin más camine al elevador. Completamente solo. La mujer que para el caso no tengo idea de como se llama se queda allí viéndome atónita por mi rechazo. Si bueno, que se queje con la bruja de Iliana, desde que volví a ver a esa latina mi vida cambió. Muchos años atrás. Estaba corriendo para esconderme de los chicos cuando choque contra alguien y rodé colina abajo, líquido caliente comenzó a correr por mi nariz y un ardor espantoso me atacó. Ese tarde lloré. Cuando levanté la mirada una niña con trenzas me veía con lágrimas en los ojos también y se tocaba la frente. —¡Me chocaste! —la acusé enojado. —Tú no veías por dónde ibas —me acusó de regreso y rompió a llorar, estuve tentado a disculparme, pero era testarudo y terco. Elliot y Balthazar nos alcanzaron y comenzaron a reír al ver el desastre ensangrentado que era. —¡Iliana! —llaman a lo lejos y ella se levanta limpiando su vestido de flores. —¿Estás bien? —le pregunta Balthazar viendo a lo lejos a una mujer rubia tapándose del sol para ver a lo que creo que es su hija, cuando ve a la niña echa un mar de lágrimas, pero eso es porque Balthazar es el bueno de los tres. —Estoy bien—respondo, pensando que la pregunta era para mí en un principio, soy su mejor amigo. —Tú no, idiota. ¿No estás habiendo que es una niña y la lastimaste por no fijarte por dónde ibas? —señala a la niña con el pulgar— está llorando insensible. Era bastante competitivo y así que no, no la había visto y he aquí las consecuencias con las que acarreaba. —Lo que veo es que no sabe andar por allí— me quejé sin querer dar mi brazo a torcer. —Ya te dije que tú no veías por donde venías —me refuta con carácter y un peculiar acento que no identificaba y se da media vuelta para arrancar a correr a donde la mujer rubia la esperaba. Definitivamente mi vida se arruinó cuando conocí a Iliana Luján. *** PRESENTE Es vergonzoso decir que tuve que aliviarme como un adolescente en la ducha y eso es una total desgracia para mi reputación, cuando tenía a una linda chica más que dispuesta, pero, en fin. Sequé mi cabello con una toalla cuando empecé a ver mi celular y tenía un correo para una nueva propuesta para un aparato inteligente de ayuda en el hogar que me interesaba, descargué los planos y me dispuse a trabajar a las tres de la madrugada, pero sueño lo que se dice sueño no tengo. Vi como amanecía y me di otra ducha, puesto que en unas horas nuestros amigos se iban de luna de miel y había un almuerzo antes de llevarlos al aeropuerto, luego tomaría un vuelo a Canadá, para hablar con él experto de los planos que me pasaron ayer y de los cuales estaba interesado en comprar antes de que alguien más se nos adelantará. —Normalmente no eres tan callado— le dijo Elliott cuando notó que no quería hablar. —Tengo un… problema —le dijo vagamente. —¿Y ese problema tiene cabello rubio y ojos azules de muñeca? —preguntó burlón. Iliana no era un tema para mí, se los tenía prohibido y él único que no respetaba eso era Elliot “jodido” McNeill, él sabía como tocarme los cojones y hacerse el inocente. —No, es sobre unos planos —evadí el tema que siempre era Iliana, era un experto en eso luego de diez años. —Bien, ¿Qué necesitas? —pregunta Elliot siguiéndome la corriente. —Viajara a Canadá, tienen unos planos que pueden servirme— le conté— no puedo perder esta oportunidad. —No veo el problema— dijo viéndome atentamente. Con los años el grupo de amigos había crecido, pero Elliot y yo siempre estábamos juntos y aun más desde que Balthazar conoció a Cassidy Sallow y cayó duro por ella, nunca había visto una relación tan rápida como la de ese par de locos enamorados, Michael y Camilo llegaron en la universidad y tampoco se fueron. —Que espero que no se me adelante alguien y los compre primero, el idiota del dueño quiere verme para si soy confiable— le conté— sea lo que sea que eso significa. —La confianza es la base de todo, si no inspiras confianza como hacer negocios contigo. —Tengo el dinero, lo demás es ridículo —repliqué. —Tal vez deberías aprender a confiar en alguien más que no sea tú mismo— recomienda. —¿En serio? ¿es tú consejo para mí? —se encogió de hombros con mis preguntas— ¿tú en quién confías? —En ustedes— responde como si nada y le quitó importancia con la mano. —¿Sabías que se va a retirar Jazmín? —le dije incrédulo, recordando a nuestra buena secretaria Jazmín. Sé que la señora ochentera tiene desde que Lennox padre estaba a cargo, pero era la única que nos soportaba y no ponía caras raras cuando nosotros nos salíamos de tono. —Sí, quiere pasar tiempo con su primer nieto, Balthazar no vio ningún problema— me dijo revisando su celular sin darle importancia a lo que le decía. —Nadie nos soporta como ella, no quiero que se vaya— dije medio enfurruñado. Éramos un grupo de CEO bastante desordenados, en el sentido de ser bromistas, de hecho, en nuestro piso solo podíamos estar nosotros por lo mismo, no era profesional gastarse bromas pesadas o gritarse o jugar a las luchas, pero nos gustaba para desestresarnos de tanto trabajo, era mejor estar solos en ese ultimo piso, y era mejor una secretaria que pudiera llevarnos el ritmo, Jazmín era perfecta, parecía una abuela adorable, pero era verdad que se había ganado su jubilación hace unos cinco años atrás, pero ella no quería irse aun y nosotros tampoco queríamos que se fuera, Jazmín lleva trabajando para la presidencia desde que se graduó hace ya años de eso. —Yo debo encargarme de eso con Camilo— dijo Elliot dejando el celular en la mesa— buscamos chicas jóvenes e inteligentes que puedan tolerar a cuatro atolondrados CEO’S y que de paso pueda con el ritmo de nuestro trabajo, nadie menos de treinta años nos soportaría— concluye diligentemente Elliot. —Bueno, me cuentas que tal les fue eligiendo secretaria nueva— le dije viendo a Ana aparecer por el rabillo de mi ojo. Esta vez estaba sola, no recuerdo mucho quien la acompañaba el día anterior porque solo tenía ojos para ella, aunque o lo admitiré e voz alta ni drogado.
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