—Pero en lugar de otro niño, ¡llegué yo! Después de eso, los doctores aseguraron que, sin lugar a dudas, mamá moriría si tenía más hijos. —Así que fuiste una niña indeseada— dijo el Conde. —Papá y mamá siempre fueron muy bondadosos conmigo, pero muy pronto comprendí que se hubieran sentido mil veces más felices de haber tenido un hijo varón. Vesta volvió la vista hacia el sol y hacia la cascada. —Ese hecho llenó toda mi niñez y moldeó mi carácter. Tal vez, trataba de buscar un escape en mis ensueños y fantasías y, a consecuencia de ello, me castigaban con frecuencia, por ser tan soñadora. Supongo que todo se debía a que tenía miedo de enfrentarme a la realidad. —Como lo estás haciendo ahora— intervino el Conde suavemente. —Y cuando Gerald murió en Waterloo, me sentí avergonzada de… h