Vesta se había quitado la capa, desprendiendo la capucha que cubría sus cabellos y desabotonando después la larga hilera de botones que la aseguraban al frente. Se encontraba a la mitad de la tarea, cuando oyó decir al asistente del Primer Ministro. —Ella es demasiado joven, demasiado inocente e inexperta para poder enfrentarse a lo que la espera; deben reconocerlo La pasión con que hablaba hacía casi conmovedora su voz. —Creo que Lady Vesta tiene mucho sentido común— había contestado el Primer Ministro con voz profunda. LadyVesta se había quedado inmóvil. Comprendió que la puerta del salón se encontraba entreabierta. Entonces, oyó que el Capitán decía —Estoy de acuerdo con su excelencia. En mi opinión, no sólo se trata de una de las jóvenes más encantadoras que he conocido en mi vida