Capítulo 4

1373 Words
Maeve Él me miró con una mezcla de ternura y preocupación, sus ojos reflejando una emoción que no había notado antes. Sus dedos rozaron mi tobillo mientras me acomodaba, enviando una suave corriente eléctrica por mi piel. El simple contacto me hizo sentir más consciente de su presencia, y mi corazón comenzó a latir un poco más rápido. —Me dices mucho ese apodo, —dije sonriendo en lo que intentaba ser una sonrisa sensual. —¿Debería darte uno? ¿De verdad estaba pensando en eso? Lo conocía desde hace unos... cuarenta minutos, tal vez más... —Solo llámame por mi nombre, —respondió alzando la comisura de su boca, su voz baja y seductora. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté inclinando mi cuerpo hacia el suyo. —Kane... —dijo suavemente, sentándose sobre sus talones en el suelo frente a mí, sus ojos nunca alejándose de los míos. La habitación estaba en silencio, salvo por el suave zumbido del tráfico afuera y el sonido de nuestra respiración. Me sentí atraída hacia él, no solo por su apariencia, sino por la conexión inexplicable que me hacía perderme en él. —Kane... —susurré arrastrando las letras, probando y saboreando su nombre en mis labios. Él sonrió, como si hubiera estado esperando toda la noche que lo dijera. —Sí, Maeve —respondió, inclinándose un poco más cerca. El espacio entre nosotros se fue acortando, y pude sentir el calor de su aliento en mi rostro. Había una energía en el aire que no podía ignorar, una que me hacía estar aquí y ahora. Su mano se levantó lentamente, rozando mi mejilla con la punta de sus dedos. El contacto fue tan ligero, tan suave, que me dejó anhelando más. —No sé por qué, pero me siento... bien contigo —admití, mi voz apenas un susurro. —Y deberías sentirte así —dijo él, su tono lleno de una promesa que quería, necesitaba, anhelaba que cumpliera. Sus dedos continuaron su caricia, trazando un camino desde mi mejilla hasta mi mandíbula, y finalmente, hasta mi cuello. Me incliné hacia él, mis manos encontrando su camino hacia sus hombros, sintiendo la solidez de su cuerpo bajo mis dedos. —Kane... —dije de nuevo, esta vez con un tono suplicante. Él no necesitó más invitación. Sus labios encontraron los míos en un beso suave y exploratorio. La sensación de su lengua contra la mía fue como una chispa encendiendo un fuego dentro de mí. Respondí con igual fervor, dejando que el mundo exterior se desvaneciera, centrándome solo en la sensación de estar en sus brazos. Nos separamos brevemente, nuestras frentes apoyadas una contra la otra, respirando el mismo aire. Sus manos encontraron mi cintura, tirándome suavemente hacia él, mientras nuestras respiraciones se entrelazaban. —No quiero que te sientas obligada a nada, estás borracha... —dijo, su voz apenas un susurro. —No estoy borracha, —me ofendí un poco, me sentía más despejada ahora, —bueno, no tanto. Y yo quiero que te quedes —respondí, mi voz temblando de emoción. Nuestros labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad creciente. La sensación de sus manos deslizándose por mi espalda y mis costados, su toque firme pero delicado, me hizo estremecerme. —Kane... —susurré entre besos, mi voz temblando de deseo y nerviosismo. —Shh, estoy aquí, ángel —murmuró contra mi piel, su aliento cálido enviando escalofríos por mi columna. Sus manos encontraron el borde de mi vestido, levantándolo suavemente mientras nuestros cuerpos se movían intentando llegar al cuerpo del otro. Intenté desprender su camisa, pero mis dedos torpes no estaban colaborando. Frustrada y decidida, rasgué la tela con un tirón brusco, haciendo que los botones saltaran por todos lados. La risa de Kane resonó en mis oídos, una risa profunda y vibrante que hizo eco en mi interior. —Agresiva... —gruñó entre mis labios, su voz llena de una mezcla de sorpresa y placer. —Me encanta. Me paró para quedarme frente a él, era demasiado alto, tuve que inclinar la cabeza para mirarlo. Tragué saliva al ver la crudeza de su deseo en sus ojos. Bajé la mirada, mordiéndome el labio inferior y mirándolo a través de mis pestañas, y esos gestos encendieron algo en él. Se terminó de sacar la ropa y envolvió un brazo alrededor de mi cintura levantándome del suelo. Enrollé mis piernas alrededor de él, sintiendo la dureza de su cuerpo contra el mío. Se sentó en el sofá conmigo a horcajadas sobre él, besándome intensamente mientras sus manos recorrían mi cuerpo, apretando uno de mis senos mientras que la otra se aferraba a mi trasero, moviéndome para frotarme sobre su m*****o. Mordió fuerte mi labio, hasta que saboreé el sabor de mi sangre en mi lengua. Él gimió extasiado y podría jurar que un gruñido bajo vibró desde lo más profundo de su ser. En vez de preocuparme, eso me excitó aún más, devolviéndole el gesto hasta que nuestra sangre se combinó en nuestros besos, sus manos acercándome más a él, mis manos aferradas a su cabello. Con una fuerza y delicadeza sorprendente rasgó la última barrera que había entre nosotros, miré mis pobres bragas destrozadas a un lado y levanté la mirada justo para verlo sonreír como si hubiera ganado un premio. Esa sonrisa arrogante se borró cuando colocó su m*****o en mi entrada, sus labios entreabiertos dejando escapar un gemido animal mientras me penetraba muy lentamente. Sentí cada centímetro de él entrando y llenándome, tan perfecto, como si hubiera sido hecho para mí. Se enterró hasta la empuñadura y se inclinó hacia atrás para mirarme, sus ojos ahora más oscuros, perdidos en la neblina de la lujuria. —Eres perfecta... —susurró intentando controlar su respiración agitada. Acortó el espacio entre ambos, apoderándose de mis labios una vez más antes de aferrarse a mis caderas para moverme sobre su eje. Mis dedos temblando de placer se encontraron con su perfecta barba, subiendo hasta llegar a su cabello suave entre mis dedos. Sus labios recorrieron mi mandíbula dejando un rastro de fuego ardiente hasta llegar a mi cuello. Mordió suavemente antes de pasar su nariz por el lugar, jadeando mientras me olfateaba. Sentí un pinchazo cuando sus dientes se clavaron en mi piel seguido por un éxtasis que me liberó de los últimos rastros del alcohol en mi sistema, emborrachándome con esta nueva sensación. Me movía cada vez más rápido, manteniendo el ritmo que me llevaba dulcemente a la perdición y estaba totalmente dispuesta a lanzarme hacia ella. Su mano me sujetó con fuerza por detrás de la cabeza mientras sus dientes seguían clavados en mi cuello, mi interior era un mar de emociones que se golpeaban una y otra vez contra la fortaleza que era él. Sentí mis paredes tensarse y apretarlo con más fuerza, haciéndolo gruñir de placer. Me tomó más fuerte y rápido hasta que mi liberación me golpeó tan duro, deslizándose en toda su longitud, con gemidos que salían de mis labios, otro orgasmo que ya perseguía al anterior, el placer que me debilitaba mientras todo mi cuerpo temblaba. Me agarró de las caderas para tomar el control, manteniéndome justo donde quería mientras entraba y salía de mi cuerpo con movimientos perfectos. Sus labios se desprendieron de mi cuello pasando la lengua sobre la herida que seguramente había dejado. Mientras me llevaba a una nueva y estremecedora descarga, mi cuerpo se apretaba con fuerza alrededor de su eje. Maldijo hasta que sus movimientos comenzaron a calmarse dentro de mí, llenándome y gimiendo por su propio placer, con sus dedos clavados en mis caderas mientras me daba hasta la última gota de sí mismo. Entró y salió lentamente de mí un par de veces más, dejando que mi cabeza cayera sobre su hombro cuando las fuerzas desaparecieron de mi cuerpo. —Eres mía, ángel —me dijo suavemente al oído. Al escucharlo mi cuerpo se estremeció. Pasé mi lengua por mi labio inferior, su sabor y sus besos aún hormigueando sobre mi piel. —Lo soy, —susurré y giré la cabeza para mirarlo, encontrando en su mirada un brillo de felicidad mientras se inclinaba hacia delante para robarme un beso que me reclamó permanentemente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD