Capítulo 46

1431 Words
Maeve Cuando abrí los ojos, todo se veía desenfocado, los contornos borrosos y los colores mezclándose en un remolino de sombras indistintas. Una sensación de pesadez me oprimía el cuerpo, y un dolor sordo latía en cada parte de mí. La figura borrosa de Kane se materializó lentamente, su rostro marcado por una expresión de profunda preocupación. —Ángel... —escuché su voz, suave y temblorosa, como si cada palabra le costara un esfuerzo monumental. —Lo siento tanto... ¿Qué le ocurre? Pensé, confundida y desorientada, sin saber de qué hablaba. ¿Por qué sonaba tan desesperado? Mi mente luchaba por conectar las piezas, pero todo parecía un rompecabezas incompleto. Miré a mi alrededor, tratando de orientarme. Las paredes eran conocidas, decoradas con tonos suaves y muebles elegantes que no pertenecían a mi habitación, estaba en su habitación. Miré hacia abajo y noté que estaba vestida con una camisa que era claramente de Kane, demasiado grande para mí, sus mangas colgando más allá de mis manos. —¿Qué...? —intenté decir, pero mi voz salió rasposa y dolorosa, como si hubiera gritado durante horas. Cada palabra raspaba mi garganta, dejando un rastro de dolor. Kane se apresuró a alcanzarme un vaso con agua. Sus manos, normalmente tan seguras y firmes, temblaban ligeramente mientras me lo entregaba. Mientras bebía, lo observé más detenidamente. Sus ojos estaban cargados de una tristeza y un remordimiento que no entendía, y la preocupación teñía cada línea de su rostro. —Mi amor, ¿qué ha pasado? —logré murmurar después de unos sorbos, la voz aún débil. Él se sentó en el borde de la cama, su mirada perdida por un momento en el vaso que aún sostenía en mis manos, como si en ese pequeño objeto pudiera encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación. —¿Qué recuerdas de la noche? —preguntó suavemente, su voz casi un susurro. Al escuchar su pregunta, un escalofrío recorrió mi columna. Cerré los ojos un momento, intentando ordenar mis pensamientos dispersos y fragmentados. Mi mente se sentía como un caleidoscopio de imágenes y sensaciones confusas. —Después de que mi madre saliera del apartamento, te escribí... —comencé, recordando el mensaje que había dejado en mi teléfono. —Y quedé esperando respuesta. Hice una pausa, tomando aire mientras una pesadilla particularmente vívida volvía a mi mente. Recordé la sensación de terror, tan real que aún podía sentir su eco en mi pecho. —Tuve una pesadilla, —continué, mi voz temblorosa al revivir el miedo. —Me desperté en la madrugada... asustada. Fue tan vívido, tan... real. Respiré hondo, tratando de calmarme mientras la imagen de la pesadilla se desvanecía lentamente en el fondo de mi mente. —Decidí que necesitaba intentar dormir de nuevo, así que... fui a la cama. —Mi voz se fue apagando a medida que la siguiente parte del recuerdo tomaba forma, más clara y aterradora que las sombras de mi pesadilla. —Pero entonces... —tragué saliva, encontrando difícil incluso decir las palabras, —escuché un ruido. Alguien había entrado en el apartamento. Las palabras finales salieron en un susurro, casi ahogadas por el miedo que volvía a apoderarse de mí. Sentí el cuerpo de Kane tensarse junto al mío. Tomó mi mano entre las suyas, apretándola ligeramente. —Lo siento tanto, ángel. Debería haber estado allí, —dijo con voz ronca, cargada de una culpa que no necesitaba ver para sentir. —¿Qué pasó? —pregunté, sintiendo cómo mi voz se quebraba con la urgencia de saber. —¿Cómo llegué aquí? Tomó una respiración profunda antes de hablar. Sus ojos reflejaban un tormento que me asustaba. —Jonas y otro chico, junto a Sophia... —comenzó, y sus palabras parecían costarle más de lo que podía imaginar. —Te habían llevado a un motel. Cada una de sus palabras golpeaba como un martillo, y sentí un nudo formándose en mi estómago. —Cuando llegué, —continuó, su voz endureciéndose con cada detalle, —te tenían casi desnuda y Sophia... Sophia estaba grabando todo. Un horror indescriptible me llenó, y sin poder contenerme, llevé una mano a mi boca para silenciar el grito que se me escapó. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, cada una cargadas de miedo, vergüenza y una devastadora sensación de vulnerabilidad. —No... por favor, no... —murmuré, las palabras ahogadas por sollozos. Kane me rodeó con sus brazos, y me acurruqué contra su pecho, permitiendo que su presencia me envolviera. Su abrazo era fuerte y seguro, y aunque parte de mí quería retroceder, esconderme del mundo y de la realidad de lo que había ocurrido, su cercanía ofrecía un consuelo que desesperadamente necesitaba. —Lo siento tanto, ángel, —murmuró, su voz vibrando contra mi piel. —Debería haber estado allí antes. No sabes cuánto lo lamento. Entre sollozos, luché por respirar, por encontrar las palabras, algo que me explicara el por qué. —¿Dónde están ellos? —pregunté, mi voz se quebró al final, traicionando el miedo que sentía por la respuesta. Él suspiró, y pude ver en su expresión una mezcla de resignación y temor, claramente asustado por cómo podría reaccionar ante lo que estaba a punto de decir. Su mirada se perdió en algún punto distante antes de volver a enfocarse en mí. —Los maté, ángel, —dijo, con una voz baja que casi se perdía en el silencio de la habitación. Su abrazo se intensificó, apretándome contra su cuerpo como si intentara protegerme de las palabras que acababa de pronunciar. Las lágrimas, que había logrado contener por un momento, volvieron con más fuerza. Sentí una mezcla de alivio y horror, y una culpa abrumadora comenzó a crecer dentro de mí. Por mi culpa, él había tenido que hacer eso. Por mí, él cargaba con la culpa de que tres personas ya no respiraban. —Lo siento, —logré decir entre sollozos, apartándome de su abrazo para mirarlo a los ojos. —Lo siento tanto... Él parecía confundido, sus cejas se fruncieron ligeramente mientras me observaba con preocupación. —¿Por qué? —preguntó, sin entender la profundidad de mi culpa. —Por mi culpa tuviste que matarlos, —expliqué, sintiendo cómo el peso de esa realidad me aplastaba. Con un gesto suave, apartó el cabello de mi rostro, acariciando mi mejilla en el proceso, un toque que buscaba calmar el tormento interno que me consumía. —Eso no es importante, —dijo con una sonrisa triste en sus labios. —No fue la primera vez, y no será la última. Lo único que importa, lo único que me importa, ángel, es que estás bien. El mundo alrededor parecía desvanecerse mientras Kane me miraba con una intensidad que envolvía todo mi ser. Sentí el calor de su aliento cuando sus labios encontraron los míos en un beso suave y tierno. Se apartó un poco, y sus ojos, cargados de una emoción cruda y honesta, se clavaron en los míos. —Te amo, mi reina. Con un sollozo, me lancé a sus brazos de nuevo, abrazándolo con fuerza. El calor de su abrazo se infiltró en mi piel, calmando mi alma. Poco a poco, las lágrimas se detuvieron, buscando refugio en la única certeza que tenía en ese momento: estaba a salvo con él, y él haría cualquier cosa para mantener esa seguridad. —Kane, necesito verlos, —murmuré, mi voz aún temblorosa pero firme en mi decisión. Pude ver la confusión y la preocupación pasar por su expresión. Sabía que lo que pedía no era fácil ni agradable. —Ya limpiaron la escena, ángel. No hay nada que ver allí, —respondió, su voz suave, tratando de disuadirme de mi necesidad de confrontar la realidad de lo que había ocurrido. —Entonces, muéstrame las fotos y los videos, —insistí, mirándolo directamente a los ojos, buscando en ellos algún signo de que accedería a mi petición. Kane titubeó en conflicto. Podía ver cómo luchaba internamente, ponderando si exponerme a esa crudeza era lo correcto. —Ángel, no estoy seguro de que eso te haga bien, —comenzó, su voz cargada de preocupación. —Necesito esto... Necesito ver para entender, para cerrar esto de alguna manera, —expliqué, sintiendo una mezcla de determinación y miedo ante lo que estaba pidiendo. Él me miró durante lo que pareció una eternidad, evaluando la sinceridad y la necesidad en mis palabras. Finalmente, sus hombros se relajaron en señal de rendición. —Está bien, —respondió con suspiro pesado. —Descansa un poco ahora, y luego te llevaré a verlos.
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