Capítulo 31

1365 Words
Maeve —Así que ya sabes sobre nosotros, —dijo Luca, su tono de voz calmado pero con una nota de curiosidad. Solo pude asentir, mirándolo fijamente, intentando leer algo más en su expresión. —Entonces también deberías saber sobre el placer que puede causar la mordida de un vampiro, —continuó, observándome con una intensidad que me hizo tragar saliva. ¡Y vaya que lo sé! pensé, pero opté por quedarme callada. Luca dio un paso adelante, su presencia cada vez más imponente. En un reflejo de defensa, agarré mi cartera y se la lancé a la cabeza. Él se detuvo en seco, después de recibir el golpe que no se esperaba. —¿Realmente eres el primo de Sarah? —le pregunté, mi voz cargada de sospecha y un ligero temblor. Él soltó una carcajada, un sonido que no parecía tener nada de humorístico. —No, no lo soy. Te seguí esa noche y vi dónde vivías. Había cazadores cerca, así que me fui. Hoy volví y me encontré con tus amigas, no pude resistir la oportunidad de verte, así que manipulé sus mentes para que me dejaran entrar, —dijo encogiéndose de hombros. Su confesión me dejó helada, cada palabra aumentando la alarma en mi mente. No solo había mentido sobre quién era, sino que también había utilizado a mis amigas para acercarse a mí. —¿Qué quieres? —pregunté entre dientes, intentando ocultar mi temor detrás de una máscara de indiferencia. Él sonrió con malicia, acercándose un paso más. —Solo quiero probarte, divertirme un poco. Y después, tal vez matarte a ti y a tus amigas. El horror de sus palabras debería haberme congelado, pero en lugar de eso, encendió una chispa de desafío dentro de mí. —Oh, claro, porque eso suena muy original. ¿Qué sigue? ¿Un tour por los cementerios? Su sonrisa se ensanchó, evidentemente divertido por mi respuesta. Me miró con una curiosidad renovada, como si acabara de descubrir que era más que una presa. —Eres bastante sarcástica para alguien en tu posición, —comentó con una risa ronca. Decidí subir la apuesta. —¿Qué puedo decir? Prefiero morir entretenida. Pero dime, ¿tu dieta te permite comer algo que ha estado sazonado con tanto sarcasmo? Luca estalló en una carcajada genuina, su rostro mostrando una diversión sincera por primera vez. —Sabes qué, Maeve, creo que te mantendré con vida un poco más. Eres demasiado divertida para desperdiciar. Y sin otro comentario, su figura se desvaneció en el aire, dejándome sola en mi habitación con el corazón latiendo descontroladamente y un millón de pensamientos corriendo por mi mente sobre cómo proteger a mis amigas y a mí misma de este nuevo peligro. Cayendo sentada en la cama con un suspiro, me quedé mirando la puerta por la que creo que Luca había desaparecido. El miedo y la confusión me hicieron temblar. "¿Debería llamar a Kane?" pensé, aunque sabía que él tenía sus propios demonios con los que lidiar esta noche. No quería ser una carga, pero el temor por la seguridad de mis amigas me pesaba en el alma. Justo cuando estaba debatiendo conmigo misma si llamarlo o no, Sarah apareció en el umbral de mi habitación, mirando dentro con una expresión confundida. —¿Está todo bien? Luca dijo que volvería más tarde. —¿Se fue? —pregunté, intentando disimular mi alivio. —Sí, algo sobre tener que hacer una llamada o algo así. —Sarah se encogió de hombros, claramente sin sospechar nada. "No quiero alarmarla innecesariamente, pero tampoco puedo dejar que Luca vuelva sin preparación," pensé. Tomé una decisión rápida, aunque mi corazón seguía acelerado. —Sarah, ¿qué tal si hacemos una noche de películas? Necesito algo para distraerme. —Claro, suena genial. Voy a buscar las palomitas y el chocolate y tú... —dudó un momento al ver mi expresión cansada, —¿por qué no eliges las películas? Asentí, agradecida por algo que hacer. Mientras Sarah se dirigía a la cocina, saqué mi teléfono y lo sostuve con manos temblorosas. "No, no llamaré a Kane; eso podría jugarle una mala pasada en sea lo que sea que está haciendo ahora," me dije. La película nos había envuelto en una burbuja de risas y ligereza, tanto que, sin darnos cuenta, las luces de la ciudad se apagaron y los créditos finales de la segunda película rodaron silenciosamente en la pantalla. Clau, Sarah y yo, abrazadas bajo una manta grande en el sofá, habíamos caído en un sueño profundo. El sonido de una voz suave y burlona me sacó abruptamente de mis sueños. —Ay, qué tiernas se ven así, —dijo una voz que heló mi sangre. Mis ojos se abrieron de golpe y me encontré con la vista de Luca sosteniendo un teléfono, capturando el momento con una sonrisa en su rostro. Me levanté de un salto, gritando, lo que hizo que Clau y Sarah también despertaran sobresaltadas. —¡Calma, chicas, todo está bien! —dijo Luca, su voz impregnada de una orden. Su tono suave pareció funcionar en Clau y Sarah, quienes, confundidas, se relajaron de nuevo en el sofá, mirándome como si yo fuera la loca. Pero la coerción no tuvo efecto en mí. En lugar de calmar mis nervios, encendió un fuego de ira y miedo. —¿Qué diablos crees que estás haciendo? —le grité, con mi voz escalando octavas. Luca simplemente inclinó la cabeza, sus colmillos apenas visibles bajo su sonrisa condescendiente. —Solo quiero ser tu amigo, —dijo, haciendo un puchero infantil que contrastaba grotescamente con la amenaza que representaba. —¡Los amigos no invaden la privacidad de los demás ni los amenazan! —respondí, sintiendo cómo el miedo se mezclaba con la ira. —Ah, pero es que tú y yo no somos amigos comunes, ¿verdad? —replicó él, su sonrisa ensanchándose. Me quedé mirándolo, incapaz de moverme, mientras él guardaba el teléfono y daba un paso hacia mí. Clau y Sarah, aún bajo el efecto de la coerción de Luca, parecían confundidas pero tranquilas. Yo, por otro lado, me sentía como un animal acorralado, lista para luchar o huir. Pero entonces, Luca soltó una risa ligera, casi infantil, que rompió el silencio como una campana. —Maeve, de verdad, no tienes por qué mirarme como si fuera a morderte... —dijo con una sonrisa juguetona. Sus palabras, su tono, todo en él parecía sincero, casi inocente, y eso me desconcertaba aún más. ¿Cómo podía alguien que parecía tan amenazante actuar de forma tan desenfadada? —Luca, esto no es un juego. Entraste aquí, manipulaste a mis amigas, y aún te atreves a actuar como si fuéramos a tomar el té juntos, —dije, intentando mantener la voz firme. Luca se encogió de hombros, su expresión cambiando a una de genuina confusión. —Lo siento si te asusté. Realmente solo quería unirme a ustedes. He estado... bastante solo últimamente, y bueno, escuché lo divertidas que son, —explicó, mirando hacia Clau y Sarah con una sonrisa esperanzada. —Si solo quieres ser amigos, ¿por qué todo el espectáculo y las manipulaciones? —pregunté, cruzándome de brazos. Luca se rascó la nuca, luciendo incómodo por primera vez. —Supongo que no sé cómo hacer amigos... no de la manera humana, —admitió con una risita torpe. —Y bueno, con toda la cosa de ser un vampiro, pensé que sería más fácil si... va, no sé. —Bueno, si realmente quieres ser amigos, podrías empezar por no entrar a mi casa sin permiso y definitivamente sin manipular sus mentes, —dije poniendo las manos en mis caderas, señalando a mis amigas con la cabeza. —Tienes razón, lo siento mucho. ¿Podemos empezar de nuevo? Prometo comportarme... más humano, —ofreció, extendiendo la mano en señal de paz. Miré su mano extendida y luego a sus ojos, tratando de encontrar alguna señal de engaño. Pero todo lo que vi fue una esperanza sincera y algo de soledad. Con un suspiro, decidí darle el beneficio de la duda. —Está bien, Luca. Empecemos de nuevo, —dije, estrechando su mano.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD