Capítulo 25

1362 Words
Maeve —Pero vamos, Maeve, dinos la verdad. Esto es más que solo una cena, ¿cierto? —insistió Clau, su voz baja pero intensa, mientras me pasaba un café que sabía que no había pedido pero que agradecía infinitamente. —Vamos, cuéntanos todo, cómo te lo pidió, ¿fue romántico? —Sarah rió bajo, tomando su vaso con ambas manos. Sentí cómo mis mejillas se calentaban, no solo por el recuerdo de Kane acercándose a mí con esa sonrisa que podía derretir el corazón más frío, sino también por la nostalgia punzante de Dani. "Dani habría hecho un chiste ahora," pensé, tragando el nudo en mi garganta. Clau me alcanzó la mano sobre mi pierna, de seguro dándose cuenta a dónde se habían ido mis pensamientos. —Está bien amar y reír, Eve. Dani habría querido eso para ti. —Exactamente. Y además, tienes que contarnos si el profesor Knight tiene un lado tan oscuro como intrigante. —Sarah asintió, apoyando su mano sobre la de Clau. —Gracias, chicas, —murmuré, sintiéndome verdaderamente agradecida por tenerlas. —Y sí, es oficial... voy a ver dónde nos lleva esto. El sol apenas se asomaba entre las ramas de los grandes robles del campus, y su luz tibia iluminaba nuestras caras mientras tratábamos de encontrar algo de normalidad. No queríamos estar en la cafetería, ese lugar ahora parecía demasiado lleno y demasiado vacío al mismo tiempo sin Dani. —Y si Kane te hace sentir así de especial, entonces estamos todas lo vamos a apoyar. Solo... cuídate, ¿vale? —la voz de Clau llevaba un tono de preocupación fraternal que ya me la esperaba. —Sí, —dije, envolviéndome más en mi chaqueta, —tal vez solo necesito saber que hay alguien que podría... —hice una pausa, buscando la palabra correcta, —que podría enfrentar cualquier oscuridad que venga. Porque, chicas, creo que ya he encontrado algo de luz en él. El aire se congeló por un instante, y el tono jovial de nuestra charla se evaporó como si hubieran vertido agua fría sobre nosotros. Clau y Sarah dejaron de reír, y ambas me lanzaron miradas preocupadas antes de volver su atención hacia la chica que se había parado frente a nosotras, que lucía rígida y algo incómoda. —Hola chicas, yo... —comenzó a decir Sophia moviendo sus manos entrelazadas al frente. —Yo solo quería decirles que también lo siento. Por Dani, pero veo que a ustedes ya no les importa. —Eso no es justo, —respondí, mi voz más baja de lo normal. —Claro que nos importa, Dani siempre será parte de nosotras. Clau y Sarah se miraron, ambas con una mezcla de sorpresa y desconfianza. El aire se tensó, como si la brisa misma se detuviera a escuchar nuestra conversación. —¿Y qué esperabas, Sophia? ¿Que nos quedáramos llorando para siempre? Dani no habría querido eso, —respondió Clau, su voz cortante pero sus ojos revelaban la lucha que llevaba dentro por mantener la compostura. —Ya veo, —dijo Sophia, su voz temblando ligeramente. Observé cómo sus ojos se desviaban, evitando encontrarse con los nuestros. Era evidente el dolor que cargaba, una sombra que oscurecía su expresión, aunque lo más probable es que estuviera haciendo una escena para que los demás la vieran como una pobre víctima. ¿Cómo no me había dado cuenta antes lo falsa que era? —Dani siempre fue la primera en hacernos reír, incluso en los peores momentos. Estamos tratando de vivir como ella querría que lo hiciéramos. —Sarah habló, apretando los dientes antes de hablar, su voz apenas un susurro llevado por el viento. —Lo siento, no debería haber venido. Es solo que... a veces siento que todo el mundo sigue adelante y yo no puedo. —Dio un paso hacia adelante, como queriendo acercarse, pero se detuvo, como si no estuviera segura de ser bienvenida. Era buena actriz, no podía negarle eso. Cuando Sophia se alejó, el murmullo de los estudiantes a nuestro alrededor se volvió más evidente. Algunas miradas de desaprobación dirigidas a nosotras, pero rápidamente se disiparon al caer en la cuenta de que los observábamos. Era evidente que la tensión que Sophia había dejado tras su comentario aún flotaba en el aire, como un eco desagradable. —Bueno, creo que deberíamos pensar en un hermoso vestido para esta noche, —dijo Clau con entusiasmo, guiñándome un ojo. Su cambio de tema fue un alivio, y no pude evitar sonreírle agradecida. —¡Sí! Maeve, esta noche tienes que deslumbrar. Vamos a asegurarnos de que el profesor Knight sepa lo afortunado que es, —exclamó Sarah emocionada. Habíamos decidido ir a mi casa después de clases. Estábamos todas ansiosas por olvidarnos de la tensión del día y enfocarnos en algo más alegre y superficial: la búsqueda del vestido perfecto para mi cena con Kane. —Tienes que lucir espectacular esta noche, —dijo Sarah, hurgando en mi armario. Sacó un par de vestidos, evaluándolos con un ojo crítico antes de sacudir la cabeza y arrojarlos sobre la cama. Clau, mientras tanto, se había apoderado de mi cajón de accesorios, sacando collares y pulseras. —¿Qué tal esto?— extendió un collar de plata con un delicado colgante. —Es bonito, —respondí, pero mi mente todavía divagaba, atrapada en los eventos de la mañana. —Hey, ¿estás aquí con nosotras?— preguntó Clau, mirándome con preocupación. —No dejes que lo de Sophia te afecte tanto. —Lo sé, —asentí, sacudiendo la cabeza para despejar mis pensamientos. —Vamos a hacer que esta noche sea inolvidable. Después de varios intentos y cambios, finalmente me decidí por un vestido de satén color vino que caía justo por encima de las rodillas. Era elegante pero sutil, perfecto para una cena íntima. —Perfecto, —dijo Sarah, asintiendo con aprobación mientras me ayudaba a ajustar el cierre. —Kane no sabrá qué lo golpeó. Mientras me maquillaban y arreglaban el cabello, no pude evitar sentir una mezcla de excitación y nerviosismo. No solo por la cita, sino por todo lo que Kane representaba en mi vida ahora. Era una mezcla compleja de emociones, pero sabía que necesitaba enfrentarlas. —¿Lista? —preguntó Clau, ofreciéndome un par de tacones altos. Tomé un profundo respiro, mirándome en el espejo. La mujer que me devolvía la mirada parecía confiada, lista para enfrentar lo que fuera que la noche le tenía preparado. —Lista, —dije, poniéndome de pie. Miré el reloj digital sobre el escritorio, su luz azulada resaltando que ya casi eran las ocho. —Bueno chicas, es mejor que me vaya, —dije, recogiendo mi bolso y revisando que no olvidara nada importante. —Espera, yo te llevo, —anunció Clau, levantándose de un salto de su asiento. —No es necesario, de verdad... —intenté disuadirla, pensando en dar un paseo corto para aclarar mis pensamientos antes de encontrarme con Kane. Pero Clau no me dejó terminar. —Me lo agradecerás después, cuando ambos vuelvan en el auto de Kane y no por separado, —insistió, guiñándome un ojo de forma cómplice. Sarah, que hasta entonces revisaba algo en su teléfono, asintió y se puso de pie con una sonrisa. —Tiene un punto, Maeve. Además, así te aseguras de llegar a tiempo y con estilo. No pude evitar sonreír ante su lógica irrefutable y el cuidado que tenían por mí. —Está bien, acepto el aventón, —cedí, mientras nos dirigíamos hacia la puerta. Caminamos por el pasillo de mi edificio, el eco de nuestros pasos y nuestras risas se escuchaban en las paredes mientras las últimas luces del día se desvanecían fuera de las ventanas, dejando el pasillo en un crepúsculo suave. El aire frío de la noche me recordó que aún estaba por comenzar una de las noches más emocionantes de mi vida. —Gracias, chicas, por todo, —les dije sinceramente mientras Clau arrancaba el auto, el ruido del motor rompiendo la calma de la noche. —Solo recuerda, Maeve, queremos todos los detalles mañana, —dijo Sarah, dándome un codazo suave y un guiño.
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