te esperaré
Espera a su amado en la estación de trenes, recordaba con tanto amor aquellas palabras qué le había dicho Eduardo.
—Volveré por ti mi amor, solo espera a mi regreso. —fueron las palabras que le dijo Eduardo a Penélope la última vez que lo vio.
Desde entonces, su padre Javier ve qué Penélope espera a Eduardo en aquella estación, cerrando ella los ojos mientras imaginaba qué Eduardo vuelve por ella. Su padre quien estaba preocupado por su ceguera, se sentía culpable de aquella ceguera que sostenía Penélope, ¿Por qué se sentía culpable? Era sencillo, tenía que ver mucho con su pasado... Un pasado que él quería olvidar y se arrepentía de ello.
40 años atrás
"La historia de Javier "
Javier deja a su familia rica por cumplir sus sueños, para ser un gran actor, decide irse con el poco dinero que tiene a la ciudad de México, el lugar donde él estaba seguro en qué ahí su sueño se haría realidad. Javier llega a la estación, se sube al tren y deja atrás su pueblo, su familia, todo para perseguir ese sueño iba pensando que hacer para sobrevivir, era claro que solo tenía unas cuantas monedas para pasar la noche en una vecindad muy pobre, pero nada de eso importaba el trabajaría día y noche por conseguir sus sueños. Por otro lado, el padre de Javier estaba enfadado, tanto qué le reclama a su esposa.
—Ya estarás contenta ¿no? Tu hijito se larga sin importarle nada— refutaba Juan muy enojado.
—Mi hijo va cumplir sueños que tú quisiste destruir— le responde Pamela muy enojada, haciendo que se desatará una discusión.
— ¡Yo no quise destruir nada! Yo quería solo lo mejor para el — le responde Juan exaltado.
—¿Lo mejor para él? o ¿lo mejor para ti? — dijo Pamela agotada de la discusión.
Juan le quería responder, pero, solo decide irse a su despacho resignado, mientras que Pamela solo esperaba que Javier cumpliera sus sueños. Las horas pasan y Javier ya había llegado a la ciudad de México, baja del tren, ve el reloj que su mamá le había regalado, en el marcaban las 9:00 de la noche, él estaba cansado, con hambre y sed, ve las pocas monedas y solo le alcanzaba para un pan... Quizá también para un vaso de agua... Entra a un restaurante que estaba a unos cuantos pasos de la estación de trenes, Javier se sienta y le habla a la mesera.
—¿Qué es lo que va ordenar? — había dicho la mesera mientras tomaba con afán su libreta.
Javier se queda hipnotizado por los ojos tan bonitos de esa linda mesera que lo atendía.
—¡No me haga perder mi tiempo y dígame por favor qué va a ordenar! — dijo Ximena ya un poco enfadada, e incómoda por la mirada de Javier.
Javier sonríe y sacude la cabeza.
—Perdona, solo quiero un vaso con agua y un pan— dijo Javier algo apenado.
—¿Solo eso? — pregunta Ximena.
Javier asiente y Ximena trae el pedido de Javier, mientras que él estaba contando las monedas qué tenía, se preocupaba pues no tenía para más qué un vaso con agua y un pan.
—¿Tendré que dormir en la calle? —Se preguntaba Javier así mismo.
Era lógico qué no tenía para más; Ximena ve qué Javier estaba contando las pocas monedas qué le quedaban y le dio algo de lástima, pues ella había pasado lo mismo hace dos años y es entonces donde decide pagar ella el vaso con agua y el pan que él había pedido.
—Tenga su pedido— le dijo Ximena.
Javier ve su comida y da las últimas monedas qué le quedaban.
—Tenga señorita, gracias— le dice Javier agradeciéndole de corazón.
—No, no es nada— le dijo Ximena sonriendo.
—¿Como que no es nada? — pregunta Javier algo extrañado.
—De verdad no es nada, yo pago todo — dijo sonriendo Ximena.
—Pero… —dice Javier — No te preocupes por nada, está bien, solo busca dónde dormir —le dijo Ximena preocupada quién vio qué Javier no tenía dónde dormir.
— Eres un ángel — Le confeso sonriendo Javier.
— Nada de eso, los ángeles tienen alas yo no— le dice Ximena con una sonrisa en sus labios.
Javier sonríe y Ximena se va, era definitivo lo que él pensaba, ella era un ángel, aquel ángel qué lo ayuda....
Javier separa de la mesa y deja una moneda, no sé sentía bien dejando qué ella pagará, y se va del restaurante a buscar donde pasar la noche, pasando por las calles y una qué otra vecindad hasta qué al fin encuentra una vecindad que era muy pobre, pero serviría para pasar la noche, entra a la vecindad y ahí había un joven qué se acerca a él.
— ¡Qué te traes güero! ¿Qué te trae por esta vecindad? — pregunto un hombre de la edad de Javier.
— Busco un cuarto para pasar la noche — dijo algo tímido Javier.
— ¿No eres de por aquí verdad? — pregunta Pancho.
Javier niega con la cabeza.
— Lo sabía por tu voz, ¿De dónde eres? — vuelve a preguntar Pancho.
— Monterrey, Nuevo León — responde Javier.
— Regiomontano el muchacho — Le dijo sonriendo— ven te presentaré con la señora qué renta los cuartos — le dice pancho.
Javier agarra sus maletas y sigue a Pancho hasta que llegan con una señora de avanzada edad Pancho la saluda, y le presenta a Javier.
— Señora mía y hermosa — le dijo Pancho tiernamente.
— ¿Tu qué quieres jovencito? — le pregunta doña Refugio.
— Le quiero presentar a un joven — le responde Pancho.
— Hola joven… ¿qué se le ofrece? — le dice Refugio mientras se presenta amablemente.
— Buenas noches, solo quisiera rentar un cuarto para pasar la noche — dice Javier apenado.
— Sólo se renta por el tiempo que desea quedarse — le responde Refugio.
— No se preocupe, sólo me quedaría por corto tiempo — responde Javier.
— ¿Si? está bien, le cobro 200 pesos joven, la renta será de 150 pesos joven — contesto Refugio.
Javier cuenta el dinero detalladamente para darse cuenta de que tenía solo 100 pesos mexicanos, Pancho ve qué Javier no tenía más dinero y le dice:
— No te preocupes amigo yo pago la renta del cuarto — comento Pancho con una mirada amistosa— ¡No!, de ninguna manera, yo se lo pago — dijo Javier apenado casi entre gritos.
—Joven, tome el cuarto y no se preocupe, después me da el pago — dice Refugio regalándo una sonrisa.
Javier asiente para disponerse a guarda el dinero, Pancho con mucha amabilidad le ayuda con la maleta y se dispone a hablar.
—¿Ya cenaste? — pregunta Pancho amablemente.
Javier niega con la cabeza.
—Deje la maleta, a la vuelta hay un puesto de tamales y atole, le caerá bien— le dice Pancho en confianza.
—Sí, Gracias— le dice Javier apenado.
En un lugar no tan lejano…
Deja las maletas en el cuarto mientras que su padre Juan, se iba todas las noches a ver a su amante, su madre sabía qué su marido tenía a otra mujer y nunca le dijo nada, Pamela nunca le reclamo nada, ella ya estaba acostumbrada a qué su marido la engañara… Ella mira como siempre en su reloj que marcaba más de las 11 de la noche (11:00 PM) no sabía si su hijo ya había llegado a la ciudad, deseaba qué su hijo se comunicara con ella, pero no sabía el número de casa y al menos qué le dijera el mismo, era imposible saberlo.
— "Estoy bien mamá " — pensaba Pamela continuamente para sí misma.
Pero, no podía hacer nada más que solo esperar a que su hijo le llamara. Por otro lado, Ximena caminaba en las oscuras calles para llegar a la vecindad, pensaba que hacer para lograr su sueño de ser una gran actriz, estaba pensando muy concentrada mientras movía su delicado cuerpo que caminaba por las calles, cuando en un momento choca con un joven, ese joven era nada más y nada menos que Javier, el chico qué estaba en aquel restaurante, los dos estaban en el suelo él encima de ella y le dice.
—Un poco más y no la contamos— dijo Javier bromeando un poco.
Ximena le sonríe.
—Lo siento, qué torpe soy — dijo Ximena apenada.
—No te preocupes — le dijo Javier con una sonrisa en sus labios.
Se levanta, le tiende la mano para levantarla y Ximena la acepta.
—Gracias mira qué torpe soy qué tire tu café — dijo Ximena apenada.
—Tranquila fue solo un accidente — dijo Javier.
—Puedo remediarlo si gusta — le dice Ximena.
—Tranquila no es nada deberás — le dijo Javier intentándo calmarla.
Ximena estaba apenada ella pensaba qué si no fuera por ir distraída, no hubiera chocado con aquél joven, pero bien dicen que por obra del destino suceden las cosas y ese destino entre ellos ya estaba escrito, ya llevaban en lo qué iba de la noche dos veces, primera en el restaurante y la segunda chocaron justo cuando ella iba a la vecindad.
Sin embargo, Pancho va con Javier.
—Bonita nuestra vecina — dice Pancho.
—¿Vecina? — pregunta Javier.
—Si ella es nuestra vecina — dice Pancho Sonriendo.
Javier solo veía a Ximena quién se dirigía a su cuarto, Ximena se sentía extraña, no se había sentido nunca así, ante la presencia de un hombre, no después de lo qué había pasado con un chico qué ella conoció. Pasan los días y Javier veía pasar diariamente a Ximena, por el pequeño pasillo de la vecindad, sin embargo, él no podía permitirse enamorarse, había venido a la ciudad de México a buscar trabajo para pagar sus estudios de actuación, y demostrarle a su padre qué podía salir adelante por sí mismo y sin la ayuda de nadie, baja con el poco dinero que tenía. Sale de la vecindad y se dispone a caminar por las calles de la ciudad de México, para buscar empleo no sabía por dónde empezar pues él no conocía la ciudad, se sienta en una banca y al frente había un puesto de periódico, atraviesa la avenida, y compra un periódico para buscar trabajo, el día para Javier se estaba haciendo eterno, no conocía a nadie más qué muy poquito a Ximena y a Pancho qué se ha mostrado ser buen amigo estaba con su periódico viendo que trabajos había en la ciudad y encuentra uno de cantinero, ve la dirección y empieza a caminar hacia esas calles, a decir verdad no las conocía, pero haría cualquier cosa por encontrar trabajo, después de varias horas de camino encuentra el bar y va por el puesto de cantinero.
— Hola — saluda Javier
— Buenas tardes que desea — le dice el cantinero.
— Vi en este periódico el puesto de cantinero — dijo Javier enseñando el periódico.
— ¿Tiene experiencia en servir copas? — pregunta interesado el cantinero.
— La verdad no tengo experiencia, pero puedo aprender rápido — dijo Javier algo apenado.
— Lo siento joven, pero sin experiencia en esta área no le puedo dar el trabajo — dijo el cantinero negando con la cabeza.
Javier solo agradece y sigue su camino, caminando por las calles de la ciudad, tratando de conseguir trabajo, pero era difícil, al llegar la noche compra un sólo bolillo y se sienta en una banca qué había en un parque cerca de la vecindad dónde vivía, se pasaba las manos por su cabello y saca un cigarrillo siempre fumaba cuando él se sentía nervioso, cuándo pasa Ximena, ve a Javier.
—Javier — dijo Ximena.
—Hola Ximena — saluda Javier.
—¿Qué haces aquí? — pregunta Ximena.
Se sienta al lado de el
—Buscando trabajo Ximena — dijo Javier.
—¿No eres de por aquí verdad? — pregunta Ximena con curiosidad.
Javier niega con la cabeza.
—Me lo imaginé — dijo Ximena.
—Sabes es irónico por qué me fui de mi casa para luchar y buscar mis sueños, pero todo me sale mal — dijo Javier desesperado.
—Sabes a mí me pasó lo mismo cuando vine por primera vez a la ciudad — le dijo Ximena.
— ¿De verdad? Pero sé ve qué te sabes de memoria las calles de aquí — le dijo Javier sorprendido.
— Me costó mucho aprenderme las calles, para adaptarme a esta ciudad, pero cuéntame de ti por qué no encuentras trabajo — le responde Ximena interesada por saber.
— Por qué no tengo experiencia dejé trunca mi carrera como arquitecto para venirme a la ciudad de México a cumplir lo que realmente quiero hacer — le dijo Javier seguro de sus sueños.
—¿Y? ¿Qué es lo te quieres ser? — le pregunta Ximena con gran curiosidad.
— Actor de cine teatro y televisión eso es lo qué sueño hacer — dijo Javier.
—¿De verdad? — pregunta Ximena con asombro.
Javier asintió.
— Yo estoy estudiando en el CEA — dijo Ximena con una gran sonrisa en sus labios.
— No conozco esa escuela — dijo Javier confundido.
— Es una escuela de actuación ahí puedes estudiar — dijo Ximena explicándole.
— Con qué dinero apenas me alcanza para la renta y la comida — dijo Javier algo desesperado.
— Es totalmente gratis — dijo Ximena intentando convencer a Javier.
—Ximena yo necesito trabajar no tengo dinero perdón, pero estoy desesperado — decía Javier.
— Lo sé yo pasé por esta situación, mira en el restaurante donde trabajo hay un vacante de mesero — responde Ximena.
—¿Me está ofreciendo trabajo? — pregunta Javier un poco desconcertado.
Ximena asiente sonriendo.
— ¿Qué dice acepta en lo que busca algo mejor? — dijo Ximena dándole ánimo.
— Si Ximena acepto— dijo Javier sonriendo.
Ximena sonríe y le da la mano para irse a la vecindad, Javier estaba agradecido por todo lo qué Ximena estaba haciendo por él.
Mientras qué Pamela estaba en la casa y ve qué Juan había llegado a la casa.
— Hasta qué te acuerdas que tienes una casa — dijo Pamela con sarcasmo.
— Cállate quiero qué hagas tus maletas nos vamos a la ciudad de México— le responde Juan de mal humor.
— ¿Qué? ¿Cómo qué nos vamos? — pregunta Pamela confundida.
— Lo qué oyes mis negocios están creciendo en la ciudad — dijo Juan enojado.
— Entonces esto quiere decir qué vamos a buscar también a mi hijo — dice Pamela ilusionada.
Juan se empieza a reír irónicamente.
— Qué tontería mujer no vamos a buscar a nadie — decía Juan irritado.
— ¡Es mi hijo! — grita Pamela enojada.
— Él no es tu hijo dejó de serlo cuando prefirió su estúpida carrera de actuación— le responde Juan enojado.
— Él sólo persiguió sus sueños nada más— le contesta Pamela.
— ¡Siempre solapando y cubriendo todas las estupideces qué él hace! — dijo Juan enojado.
— Si siempre lo ando solapando, pero por qué el siempre necesito de tu apoyo y nunca se lo diste — decía Pamela enojada.
Juan iba a responder, pero Pamela siguió hablando.
— Nunca fuiste un padre para Javier, siempre estuviste en contra de lo que él hacía, nunca lo apoyaste en sus sueños, ¡Nada! Ahora no me vengas qué te importa mi hijo cuando es evidente que nunca te importó — refutaba Pamela enojada.
Su marido Juan era evidente qué los dos no se soportaban, los meses pasaron y Javier trabajaba de mesero, y si estudiaría lo que más le apasionaba, ser actor y para eso trabajaría el doble para cumplir sus sueños más anhelados mientras qué Ximena se sentía mal, últimamente no podía dormir bien tenía unos síntomas a decir verdad raros no podía descifrar lo que ella sentía... Una mañana Javier llega temprano a trabajar y ve qué Ximena se veía pálida
—Ximena ¿Estás bien? — pregunta Javier preocupado.
— Si sólo — responde débil Ximena.
Se marea Cuándo desmaya y Javier la sostiene en sus brazos. —¡Ximena! — exclamo Javier con gran preocupación.
Le acaricia la cara, quería ver si se despertaba, pero no lo hace la toma entre sus brazos la carga llevándola al hospital. Una vez qué llega al hospital desesperado pide ayuda pues Ximena no reaccionaba, el doctor sale y llevan a Ximena a examinarla.
— Lo mantendremos informado — le dijo el doctor.
Javier se queda esperando en la sala de espera, pues él estaba asustado por lo qué Ximena estaba pasando, una hora después sale el doctor y le dice a Javier.
— La señorita Ximena está bien le suministros suero para qué se restablezca, pero es necesario qué se haga los estudios para descartar cualquier cosa — le dijo el doctor.
— Así lo haré doctor ¿Puedo pasar a ver a Ximena? — le pregunta Javier.
— Si sígame — le contesta Javier.
El doctor guía a Javier a ver a Ximena la cuál ella estaba dormida.
— Los dejo solos — le dijo el doctor cerrando la puerta de la habitación.
Javier le toma la mano a Ximena le daba ternura verla acostada su cabello castaño, su cara qué para él le parecía angelical, estaba viéndola cuando Ximena despierta.
— Javier — dice Ximena despertando.
— Hola Ximena — dice Javier.
— ¿Qué hago aquí? — dice Ximena confundida.
— Tuviste un desmayo — le contesta Javier preocupado.
— Quiero irme de este lugar por favor — dijo Ximena asustada.
— No Ximena tienes qué recuperarte te harán unos estudios — dijo Javier preocupado.
Ximena sólo se queda callada mientras esperaba salir del hospital. Horas después Javier espera que Ximena, saliera del hospital, hasta qué sale Ximena.
— Javier no era necesario qué me esperarás — le dice Ximena apenada.
— Si lo era además tú siempre has estado al pendiente de mi — le dice Javier sonriendo.
Ximena sonreía y ella sentía algo de frío, Javier se quita la chamarra y se la pone a Ximena quien le agradece con la mirada, mientras que el solo sonreía, pasaban por un parque, para llegar a la vecindad dónde ambos vivían, al llegar, Pancho los ve.
— Pero ¿Qué ha pasado? — pregunta Pancho.
— Nada solo qué me surgió un contratiempo — dijo Ximena apenada.
— Si solo fue eso, nada de cuidado — responde Javier de igual manera. —Ximena te vez pálida ¿Estás bien? — pregunta Pancho preocupado.
— Si sólo qué no eh tomado agua en todo el día — mintió Ximena.
— Bueno hace falta qué descanses— le sugiere pancho.
Decía viendo de una manera especial a Ximena haciendo qué Javier lo viera algo molesto, pero él no entendía por qué estaba molesto, no sabía el por qué le inquietaba la mirada y la presencia de Ximena, al llegar a su cuarto Javier hecha su cabeza hacia atrás mientras pensaba.
— ¿Qué es lo que siento por Ximena? ¿Por qué me inquieta su mirada, su presencia?, apenas la acabo de conocer Y-yo, ¿estoy sintiendo algo por Ximena? — se decía Javier así mismo.