2. Capítulo

1916 Words
La playa siempre había sido un lugar tranquilizante para Lana, quién conseguía sentirse aliviada y liberarse de las cargas de la realidad. Ella podía pasar bastante tiempo sentada sobre la arena y mirar el oleaje, sintiendo como la brisa marítima hacía volar su cabello y el sol quemaba ligeramente su piel. Todavía era demasiado pronto para volver, de hecho ella quería quedarse bastante tiempo allí y disfrutar al máximo todo lo que le regalaba la naturaleza. Ese era uno de sus lugares favoritos. Lana sabía muy bien que las cosas en casa eran complicadas y de alguna forma estar allí era como su escape. No quería recordar la dura realidad que estaba viviendo su padre, cada vez empeoraba un poco más debido a esa enfermedad que tenía y con la que estaba luchando día a día para poder superarla, sin embargo era demasiado duro y cada vez lo sentía más débil que nunca. Su corazón se ponía cuidado a cada vez que pensaba en su familia y en todo lo que estaban pasando en ese momento tan difícil. La muchacha había pensado en acabar con todo de una vez, pero no tenía corazón para quitarse la vida y dejar a sus padres, de hecho quería evitarse todo el sufrimiento qué pasaría cuando se podrían a subir allí puesto que al parecer la enfermedad que tenía era incurable y solo contaban los días que le quedaba de vida. A todo eso, tenían que sumarle el enorme problema que representaba la deuda que tenía y ya no podía ni hipotecar la casa. Toda su vida se estaba viendo afectada de gran manera por todo ese problema. Le dolía el corazón y el alma de solo pensar que su padre pronto dejaría a las dos solas en el mundo y con la vida atada a muchos inconvenientes. Lana, ni siquiera tenía que estar allí sentado sobre la arena y mirando al horizonte que ahora mismo se estaba pintando de una hermosura inigualable. Ella tenía que estar en casa con su mamá, ahora con todo lo que estaba pasando lo más probable era que tendrían que irse de la ciudad de California. Eso significaba que lamentablemente e irremediablemente tendría que despedirse de sus amigos, con todas aquellas personas que habían forjado una bonita amistad. Era como si se estaba precipitando a lo que iba a ocurrir. Era triste que no podía hacer nada para cambiarlo. Ahora que estaba pensando en lo trágica y triste que era su vida se ponía un nudo en su garganta y sus ojos se llenaban lentamente de lágrimas. Se supone que estar allí era para de alguna manera disfrutar del ambiente y admirar la preciosura de una naturaleza que regalaba todas las personas sin importar nada en absoluto, su belleza. La muchacha no quería pensar en cosas malas en ese momento, no quería que la negatividad se apoderara de su mente, era muy malo para ella estar pensando en cosas terribles, pero era inevitable también si se tomaba todo en cuenta. Y de pronto estaba allí, llorando, sacando todo ese interior... dejando que escapara el dolor y la amargura que guardaba en ella. La vida estaba siendo injusta con su familia al arrebatar tanto y de una forma tan feroz, no quería imaginarse lo que sería su vida y la de su mamá sin la presencia de su padre, quién todo ese tiempo había sido alguien importante durante todos esos años y la sola idea de pensar en su ausencia, la rompía en mil pedazos. Era demasiado pronto para que abandonara ese mundo y las dejara sola. No le deseaba eso a ninguna persona en el mundo. Poco a poco el quiebre de su voz, se convirtió en un llanto profundo que ni ella misma pudo controlar. Era complicado dejar de llorar y pensar positivamente cuando todo se estaba demorando, difícil aceptar qué la vida estaba siendo como el golpeteo duro contra la orilla. Extrañamente El sonido del mar le daba calma y no desesperación, lo que en ese preciso momento estaba sintiendo, la joven quería abrir los ojos y darse cuenta de que era una pesadilla nada más lamentablemente todo lo que estaba viendo era parte de su presente y de una realidad durísima que le marcaría de por vida. No podía hacer nada más, que enfrentar lo que pasaba. Antes de ir sola a esa playa, la muchacha pudo haber invitado a alguien más para que la acompañara, pero ella misma había decidido ir sola, solo así sería capaz de llorar cómodamente y sin reprimirse de nada en absoluto. De manera que no había nadie que le estuviera colocando un hombro o dándole el apoyo, aún así era vital para ella expresar todas sus emociones encerradas de esa forma. No, ella evitaba llorar delante de mamá. Ya suficiente con verla a ella llorar, todo ese tiempo había hecho el papel de una persona dura, pero cuando estaba solas en su habitación en madera testigo de cada una de las lágrimas que escapaban de sis ojos. Quería de todo corazón que las cosas cambiarán y tomaran otro rumbo, pero lo que debía ser realmente ir a aceptar lo que pasaría y lo que estaba ocurriendo ahora mismo. Tenía que ceder la idea de lidiar con la pérdida de un ser querido tan cercano como su padre, aceptar de una vez por todas que no lo volvería a ver, incluso así, se quedaría con ella lo más importante en su cabeza y dentro de su memoria los recuerdos más dulces y hermosos. Entonces al menos podría aferrarse a ello y continuar adelante junto a su mamá que la necesitaría muchísimo. Mientras tanto tenía que vivir la dura espera de aquel momento que no tenía marcha atrás y se apresuraba a cada segundo. La muerte era lo más doloroso que existía, y ella sentía que la rozaba, que de pronto también se volvía un escape. Es así como lo estaba pensando de nuevo, algo la empujaba a hacerlo. Al rato se había calmado un poco y se dio cuenta de que a la par, su teléfono había estado sonando sin parar, sin embargo Lana no tomó la llamada, pero no quería que su madre se preocupara por ella, pues era su progenitora quién la estaba llamando, de seguro para saber en dónde se encontraba. En todo caso sabía que lo más adecuado y lo mejor era ponerse en contacto con su mamá y decirle que se encontraba en la playa. Solo así no se iba a inquietar y sabría que en cualquier momento regresaría a casa. —Mamá, descuida. Solo he salido un rato para caminar por la playa y quedarme a observar el horizonte, necesitaba salir y tomar un poco de aire. Es por eso qué no estoy en casa, pero regresaré muy pronto y disculpa por no avisar antes —le dijo mientras intentaba sonar segura y no con la voz rota. No quería que su mamá se sintiera fatal, incluso cuando sabía que ahora mismo estaba destrozada y sufriendo por culpa de la enfermedad que su padre tenía. La verdad es que ese cáncer terminal que su padre tenía, había dado un giro inesperado a la vida de todos. —Vale, la verdad es que me preocupé, porque siempre me avisas cuando vas a salir y hoy no lo hiciste. ¿Has salido sola o con alguna de las chicas? —le había preguntado a la joven a sabiendas de que no solía ir sola a la playa. —No, he querido estar un tiempo a solas y por eso no le dije a las chicas que me acompañara. Pero estoy bien, mamá. Bueno... —se quedó sin palabras. —Hija mía, yo sé que es muy difícil todo lo que está pasando en nuestras vidas, pero tienes que ser fuerte al igual que yo, no es sencillo levantarse cada mañana y recordar que en cualquier momento tu padre nos va a dejar, sin embargo... me estoy preparando y siento que lo mejor es aceptar desde ahora que eso va a suceder, no aferrarse a una ilusión o a falsas esperanzas. La verdad es que me siento muy mal por ti, solo tienes quince años, eres joven, pero estás enfrentando toda esta situación con una madurez que me sorprende y me hace sentir orgulloso de ti. Todas las palabras que su madre le estaba diciendo, la animaban a continuar adelante a pesar de todo el dolor que podía sentir en su corazón y lo que estaba experimentando. Sinceramente su mamá siempre encontraba las palabras adecuadas para darle el ánimo que necesitaba, o ayudarle a seguir adelante era como ese empujón y el aliento que necesitaba para vivir. —Gracias por intentar darme fuerzas, porque funciona. Realmente siento que puedo continuar adelante cada vez que te escucho, mamá. Y no, no es fácil tener que levantarse y lidiar con la adversa realidad. Quisiera que todo fuera un sueño nada más, deseo a cada segundo despertar de La pesadilla y darme cuenta de que no debería tener miedo de nada, pero no puedo hacer eso. Al otro lado de la línea, su mamá sintió como se aferraba un nudo su garganta y le impedía hablar con normalidad. Era una mujer fuerte pero le rompía el corazón escuchar a su hija decir todo eso y siendo tan sincera. Ahora quería que regresara casa lo más pronto posible, no le agradaba en absoluto que estuviera sola, porque sabía que en ese momento estaba la desesperación, que podía ser un arma de doble filo y hacer que una persona hiciera cosas que no haría normalmente. Es por eso que se inquietó de pronto. —Hija, vuelve a casa. Ya hace demasiado rato que te fuiste y no regresas, por favor vuelve y ayúdame a preparar la cena. —Solo... Mamá solamente me voy a quedar algunos minutos más y volveré para ayudarte —le había prometido mientras suspiraba. Su progenitora confiaba mucho en que ella no era capaz de hacer una locura como la que estaba cruzando en su mente y de hecho se sintió mal por pensar que su hija fuera capaz de algo así, porque no estaba en lo cierto. Aún así, quería que pronto regresara. Solo así podría estar tranquila. —Bien, si no te vayas a tardar demasiado en volver y regresa pasado algunos minutos. ¿De acuerdo? —le había preguntado mientras ya estaba suspirando otra vez. —Mamá, hoy es un día espléndido y hermoso tienes que venir y mirar el mar junto a mí, o podemos hacerlo mañana o alguno de estos días... realmente quisiera que mi padre también pudiera venir con nosotras... En su mente la joven había pensado qué sería un grato recuerdo estar los tres en familia mientras observaban el oleaje. Todo eso era perfecto en su cabeza pero llevarlo a cabo, era solo recuerdo doloroso. Pero su padre estaba en cama y era muy complicado llevarlo a la cama. Esperaba postrada en una cama su final y ella cuando lo miraba tendido allí, solo quería llorar. Por toda esa situación más estaba sufriendo demasiado y no sabían cómo aligerar ese dolor. Sin embargo también eran realistas y sabían que el sufrimiento no se iría de sus vidas, solo sabrían vivir con ello. De eso eran conscientes. Tanto la joven y su madre estamos al tanto de que el sufrimiento sería colosal cuando un integrante de la familia ya no estuviera presente. Eso era difícil de aceptar, demasiado.
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