When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Al contestar a esta pregunta directa, la señora Merdle (en su papel de sacerdotisa de la Sociedad) garantizó a la señora Gowan que su actitud había sido encomiable, que era muy comprensible su postura y que había sido puesta a prueba en el crisol de la aflicción [29] . Y la señora Gowan que, por supuesto, veía perfectamente lo que había detrás de este manido subterfugio y sabía que la señora Merdle también lo veía perfectamente, pasó por el trámite, igual que había llegado, con aire grave y satisfecho de sí misma. La reunión se había celebrado a las cuatro o las cinco de la tarde, cuando toda la zona de Harley Street, Cavendish Square, resonaba con ruedas de carruajes y aldabonazos dobles. Así estaban las cosas cuando el señor Merdle regresó a casa después de haberse ocupado, como cada dí