—¡Que le haga frente, si se atreve! —y, con un movimiento rígido de su bolso pétreo (accesorio de gran tamaño y aspecto fósil), indicó que Clennam era la infortunada persona a la que se dirigía el desafío. —Una última observación —prosiguió Flora—: iba a decirle que me gustaría darle una última explicación que quisiera ofrecerle: la tía del señor F. y yo no nos habríamos presentado en horas de trabajo, porque el señor F. fue un hombre de negocios y aunque lo suyo era un comercio de vinos eso también es un negocio, llámelo como quiera, y las costumbres de los negocios son las mismas, y veíamos que el señor F., que tenía las zapatillas siempre en la alfombra a las seis menos diez de la tarde y las botas en el guardafuegos a las ocho menos diez de la mañana, hiciera bueno o malo, con luz o y