When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
—¿Ha cambiado la actitud de mi madre contigo? —No, en nada. Se comporta igual. Pensé que quizá debería contarle mi historia. Que quizá… bueno, que quizá usted querría que lo hiciese. Pensé —confesó, mirándolo suplicante y apartando gradualmente la mirada mientras él la contemplaba— que usted me diría lo que debo hacer. —Pequeña Dorrit —respondió Clennam; estas dos palabras ya habían empezado, entre ellos, a sustituir a cientos de expresiones de cariño, según los cambios de tono y el contexto en que se empleaban—, no hagas nada. Tendré unas palabras con mi vieja amiga, Affery. No hagas nada, pequeña Dorrit, excepto reponerte con los medios de que dispones aquí. Te lo ruego. —Gracias, no tengo hambre. Tampoco sed —aclaró cuando él le acercó la copa con delicadeza—. Pero quizá a Maggy le a