Capítulo XXII Un enigma El aprecio que el Padre de Marshalsea sentía por el señor Clennam no fue aumentando en la misma proporción que sus visitas. La ceguera de éste en la gran cuestión de los testimonios de agradecimiento no despertaba admiración en el pecho paternal sino cierta tendencia al agravio de ese órgano tan vulnerable, ante el cual semejante ceguera pasaba por signo de insensibilidad impropio de un caballero. Una sensación de desengaño, ocasionada por el descubrimiento de que el señor Clennam apenas poseía esa delicadeza que el Padre de Marshalsea, confiadamente, se había sentido inclinado a atribuirle, empezó a ensombrecer el concepto que tenía de este caballero. El Padre llegó al punto de decir, en su círculo familiar, que temía que el señor Clennam no fuera un hombre de in