—¡Caramba! —¿Qué sucede? —inquirió el hombre bajo y moreno. —Que yo sepa, nada —replicó Clennam. —¿Dónde está el señor Casby? —preguntó el hombre, mirando a un lado y otro. —Si quiere usted verlo, no tardará en venir. —¿Que yo quiero verlo? ¿Y no quiere verlo usted? Esto dio pie a algunas explicaciones por parte del visitante; mientras las ofrecía, el hombre bajo y moreno contuvo el aliento y se quedó mirándolo. Su ropa era negra y del color del hierro oxidado; sus ojos, redondos como cuentas y negros como la pez; tenía un mentón menudo, n***o y de barba descuidada, un cabello n***o y áspero que le salía en punta, como dientes de un tenedor u horquillas; una tez mugrienta por naturaleza, o muy sucia por artificio, o por una mezcla de naturaleza y artificio. Llevaba las manos también