6. Hawái

1513 Words
Martha Viajamos hasta Hawái luego de unas pocas horas de sueño, todo era hermoso La Isla de Hawái es preciosa y mágica, como sus costumbres los nativos nos recibieron en la puerta del hermoso hotel, estaba maravillada con la vestimenta de los trabajadores y toda la decoración exótica del hotel. —Todo está hermoso Miguel ¿no podemos quedarnos aquí? —Amor ya todo está preparado, no podemos. —Tenía que intentarlo— dije con una sonrisa algo forzosa, no sé porque no quería ir en yate a 5 islas, era un sueño hecho realidad. Nos llevaron a nuestra habitación solo por este día para descansar, ese día fuimos un rato en la mañana a la playa, luego a las piscinas, tomamos cócteles y disfrutamos una maravilla de lugar. En la noche fuimos a una de los bares cerca del hotel bailamos un rato, pero lo de Miguel no es bailar sino más bien sentarse a platicar, así que lo acepté cuando se aburrió y quiso irse y después decidimos cenar algo a un lugar lindo y tranquilo. Lo del bar fue solo capricho mío, quería disfrutar lo máximo posible antes de salir en el agua, cosa que me daba nervios, el agua y yo no somos muy amigos hubo una vez en la que casi me ahogo en un lago cuando estaba de vacaciones con mis padres, así que el agua y yo no nos llevamos tan bien. —¡Ay, amor! ¿Estás seguro que un yate sea lo mejor? —Claro que sí, Marta yo preparé todo, vas a estar bien; a mi lado nada te va a pasar. —Yo sé amor, me siento segura a tu lado. Eres el mejor hombre que he conocido en mi vida. —Y tú la mujer más maravillosa del mundo. —Extraño mucho Diego ¿podemos llamarlo? le pedí esa tarde-noche antes de entrar al hotel. —Claro osita, yo también lo extraño muchísimo. Así lo hicimos, marque rápidamente el número de Sofía, acordamos que se quedaría con mi hijo por dos semanas, contestó al segundo tono cosa que me pareció encantadora de ella puesto casi nunca responde a las llamadas tan rápido. —Hola, hola ¿cómo están los recién casados? —preguntó en lo que contestó. —Estamos muy bien amiga y Miguel de maravilla, pero extraño mucho a Diego. —Bueno, aquí alguien no los extraña. —¿No me extraña mi bebé? — sé que lo dijo a modo de broma, pero no me gusto. —Mentira, es mentira ¿cómo vas a creer que no te extraña? —Como debe estar jugando y eso... —Sí, pero aun así pregunta por ti y por su papá. —¿Te ha hecho mucho berrinche? —si el cambio drástico le cae mal me regreso. —No, no para nada; es un niño encantador, se la pasa viendo sus caricaturas, juega y hace rato fuimos por un helado veníamos de regreso. Así que es casi un milagro que hayas que yo haya contestado. —Me lo imaginé. Jajaja —me reí —me pareció extraño enseguida contestaras al segundo tono— —Bueno, bueno dejemos de hablar de mí. Mejor vamos a pasarte al guapetón de Diego —enseguida escucho murmullos a través del teléfono y luego la voz de mi adorado de mi Diego que claramente me llamaba. —¿Es mi mami? —Sí, mi amor es tu mami, ven para que hables con ella —escuché a través del celular—¡Sí! mi Mami. —Hola, mi amor bello ¿Cómo estás? —Bien, mami ¿tú? — aún había palabras que él no pronunciaba bien. —Bien, mi amor las playas están hermosas, para el año que viene te traemos ¿Qué te parece si venimos los tres juntos? —Sí, mami... sí, sí, sí— habló muy emocionado y se le escucha a saltar —Diego quiere jugar en la playa. —Sí, mi niño hermoso. Yo sé que Diego quiere jugar en la arena. —Hola, campeón ¿Cómo estás? —pregunta Miguel en saludo a nuestro hijo. —¡Papi! —se escucha como nuestro hijo saluda a su papá, lo puse en altavoz y empezamos a hablar con él duramos alrededor de 15 minutos hablando y luego Diego se aburrió y se fue a ver sus caricaturas. —Muchísimas gracias por cuidarlo, Sofía— estoy eternamente agradecida con ella y se lo hice saber cuándo tenía de vuelta el teléfono. —Nada que agradecer amiga, tu hijo es un bombón de niño y se porta espectacular me encanta cuidarlo. —Ja, ja, ja; sí, mi hijo es demasiado bello. Bueno amiga te dejo que luego de cenar vamos a caminar por la playa. —Que romántico y ¿en qué playa están? —En Hawái— respondí risueña. —¡OH, el Eterno Hawái! me encanta. —dijo soñadora —Fui de vacaciones hace 2 años. —¿Ah sí? Miguel también vino hace 2 años para una convención de contadores. —Así me dijiste— me asegura —¿Si te conté? Bueno sí, yo te cuento todo. —Claro, amiga tú todo me lo cuentas. —Bueno mi amor te dejo. Gracias Sofí y colgamos —no sabía que Sofía había venido hace 2 años a Hawái —dije consternada. —Como no vas a saber, amor seguro se te olvidó —me asegura tranquilamente Miguel. —¿Tú crees? —Claro que sí, osita. —A veces tengo la cabeza en la luna —Sí, bueno vamos a cenar, no me gustó mucho lo del bar. —Es porque es temprano y había poca gente— lo excuse —¿qué te parece si probamos comida típica del lugar? —le pregunté a Miguel. Pero aún me rondaba en la cabeza las palabras de Sofía. De verdad no recordaba que me haya dicho que se había venido de vacaciones a Hawái hace 2 años, a veces duramos un tiempo sin vernos. Estaba tan ocupada entre el trabajo y Diego que creo que no lo noté, que extraño hice una mueca mientras seguía a Miguel al interior del hotel, no le di más importancia y nos fuimos a cenar le preguntamos al de la recepción y nos dio una guía turística para ir a buen lugar, alquilamos un carro pusimos la dirección en el GPS y nos fuimos al Ohana, un lindo restaurante hogareño lejos de los turistas, con mucha gente nativa sentados comiendo y bromeando en familia. En La Isla toda la comida estaba deliciosa, todo era nuevo y exótico para nosotros y las personas al vernos llegar vez de comportarse de manera grosera con nosotros fueron muy amables y hospitalarios. Estuvimos conversando con toda la gente y horas después estábamos agotados así que nos fuimos al hotel a descansar. A la mañana siguiente muy temprano en la mañana estábamos en el muelle para tomar el yate, era algo pequeño más o menos pequeño como para unas 10 personas, tenía tres recámaras abajo, era de un lindo color blanco inmaculado y se veía algo moderno. —Miguel ¿De dónde sacaste tanto dinero para alquilar esto, mi amor? —Osita, por favor no te preocupes por esas cosas, no pague ni la mitad de lo que cuesta un verdadero alquiler de este yate. Mi jefe es el dueño del yate y me lo alquiló por estas dos semanas. No te preocupes, lo tengo todo calculado. —Pero, ¿estás seguro? siento que es mucho dinero y es mejor ahorrarlo— mi yo ahorrativa salió a la luz. No me gustaba despilfarrar el dinero, me gustaba ser sensata y gastar según nuestras ganancias, pero Miguel siempre fue más de gastar y yo de guardar. —Osita por favor, te quiero complacer y quiero que tengas todo en esta luna de miel —hablo perdiendo un poco la paciencia. —Miguel lo que yo tengo contigo y lo que te amo, no lo vale el dinero que gastes. —Lo sé, osita. Lo sé, pero quiero complacerte, quiero consentirte como la reina que eres— amaba todos sus detalles. —Dices y haces unas cosas maravillosas, Miguel —se me olvidó todo —está bien. Vámonos, igual ya lo debiste de haber pagado. —Sí osita, ya lo pague nos vamos de luna de miel. —¿Nadie nos va a acompañar? —Osita, por favor tú sabes que yo sé navegar. —Sí Miguel, pero no es mejor tener a alguien que vaya navegando, mientras nosotros disfrutamos, mi amor —Tranquila, tu recién estrenado esposo tiene todo calculado. Esto tiene para navegar por sí solo —me informa y no sé porque eso me parece peor — solo espera que estemos mar adentro. —Miguel, se te ocurre cada cosa—le medio reproche medio dije en broma, sonriendo cariñosamente— vamos a disfrutar de las mejores dos semanas de nuestras vidas. —Sí, Miguel. Vámonos hay que disfrutar. No sé qué pensaba cuando acepté toda esa locura.
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