Gio
Tres meses antes.
Estoy sentado en uno de mis bares acompañado de mis hombres de más confianza en Roma, cuando una mujer que se notaba a leguas que era extranjera quiere acercarse a mi mesa, mis hombres le detienen el paso y me ven para ver si otorgo el permiso, la vi de arriba abajo, su vestido de lentejuelas plateadas, corto y ceñido al cuerpo me decían que quería acción y sonreí como una hiena pasando mi lengua por mis labios.
Di un corto asentimiento con la cabeza y Manuel la deja pasar, la vi caminar hacia mí con movimientos de caderas sensuales, le di una calada a mi puro y la vi llegar a través del humo, Filippo sonrió a mi lado cuando la pelirroja de turno le da un beso en el cuello y otra rubia al lado masajea sus muslos queriendo acción.
—Así no podremos hacer negocios —se queja de manera fingida mi Sottocapo, Filippo.
—¿Quién quiere hacer negocios con una linda morena en tus piernas? —le hablé en italiano en el momento que llegó la mujer a mi nivel.
—¿Cómo se llaman estas bellezas? —pregunta Filippo sabedor de lo que la noche traía.
—Me llamo Irma, vengo de México — responde batiendo sus pestañas la mujer de piel blanca y cabello oscuro que está en mis piernas, es una chica directa, me gusta eso de las mujeres.
—Yo me llamo Ingrith —hablo la rubia en el lado derecho de Filippo.
—Y yo soy Francis —fue la pelirroja con voz sensual y segura de sí misma, tenía algo diferente a las demás, con esa mirada lobuna.
Las mujeres soltaban risitas de chicas ebrias y seguían bebiendo y bailando para nosotros de a rato, luego de una hora les prohibí las copas y mis hombres acataron la orden rápidamente quienes les negaron los siguientes tragos.
—No seas aburrido— soltó Ingrith con un puchero, la rubia así la llamaré, mañana no recordaré el nombre así que no importa mucho.
Obviamente no sabía quién era yo, de ser así no me hablaría en ese tono, el alcohol, también influía en su respuesta descuidada para conmigo.
—Debes aprender a respetar— se queja Filippo con mal genio.
—No cojo con mujeres inconscientes —respondí tranquilo a la rubia que tiene Filippo en sus piernas, la pelirroja a su lado no está quieta y sutilmente toca a la rubia de manera s****l mientras me mira a los ojos— sino se largan.
Vi a la mujer temblar visiblemente con mi respuesta cruda y sonreí de nuevo a sabiendas que ellas terminarán satisfechas, cuando podamos meter nuestras pollas en todos sus agujeros, seguí bebiendo porque a diferencia de las niñas de vacaciones bebiendo en exceso porque sus papis no las vigilan yo me levanto con un bourbon en la mano, no suelo emborracharme. Cuesta mucho que llegue a ese estado de embriaguez.
—¿Nos vamos? —pregunta Filippo al cabo de unos minutos después.
Asentí, no tenía necesidad de hablar mucho aparte que no me gustaba, la seguridad se despliega a nuestro alrededor y salimos del lugar acompañados de mujeres hermosas como siempre, las mujeres estaban muy achispadas, aunque conscientes y en la limosina comenzaron a besarse, Ingrith e Irma estaban empezando su show bastante caliente para la vista de cualquier hombre con ojos y pene. Me gustaba esta clase de show privado que nos regalaban en el asiento del frente, dejamos la ventanilla abajo y el conductor echaba un vistazo de vez en cuando.
Sentí una caricia suave y bajé la vista para ver a la pelirroja que creo que se llama Francis acariciando mi dureza sin vergüenza alguna y cuando lo noto también la de Filippo al mismo tiempo mientras disfrutábamos del espectáculo caliente de las mujeres enfrente de nosotros, no somos monjes, no es la primera vez que compartimos una mujer, ahora tres ya eso si es nuevo, le sonrío a la chica y la dejo hacer, mientras enciendo otro habano cubano delicioso, no hay nada como esos puros únicos e ilegales.
—¿Puedo? —pregunta Ingrith, la bonita rubia se relame los labios.
Ingrith le quitó el vestido a Irma, al conductor se le iba la vista cada cierto tiempo y no me importó que tuviera un vistazo de las mujeres disfrutando un poco de buen sexo, la fiesta culminaría en el hotel donde nos estábamos quedando está semana, había venido porque hay alguien que tiene la errónea idea de que puede joderme y salir ileso, es bueno que se escondan porque en cuanto descubra quien es pasará a mejor vida.
Llegamos al lujoso hotel de Roma que solo falta que me lamieran las botas, nos dan las llaves de nuestra suite y las mujeres pasan, todas están ya en topless, los sostenes volaron en el ascensor, yo seguía con mi puro y Filippo masajeaba las nalgas de la rubia, Francis no deja de tocarme donde pudiera.
Irma se fue con Filippo e Ingrith, la morena y la rubia estaban de infarto, la pelirroja a mi lado también, no podía quejarme cuando de mujeres bellas se tratan, me gustaba poder elegir a quien me llevaría a la cama.
La habitación constaba de un pequeño estudio, un bar, una sala con un televisor plasma 58” acompañados de costosos muebles y sofás, un balcón con la mejor vista de Roma, dos habitaciones con sus respectivos baños cada cuarto, con todo lo cómodo y la elegancia posible que un lugar como esto puede tener.
La pelirroja Francis se arrodilló frente a mí en cuanto entramos al cuarto de hotel y me quitó los pantalones y bóxer en un segundo ansiosa por lo que encontraría y que sabía que no la defraudará, fume de mi habano y luego sonreí de lado cuando la vi impresionada, solté el humo que tenía en mis pulmones y la inste a seguir y ella no se quedó atrás era osada, le concedería eso, con una mano entre sus sedosa piernas y la otra en la base de mi m*****o comenzó hacerme una felación muy profesional digna de una puta bien pagada, gemía y se tocaba al mismo tiempo que llevaba mi glande a su garganta y se comenzó a mover sintiéndose como la quinta maravilla del mundo.
Abrí mis ojos y vi a Filippo en la misma faena con dos mujeres arrodilladas a sus pies, me vio y sonrió socarrón a lo que le saqué el dedo medio y él sonrió más amplio.
—Gatea para el jefe, mi zorrita —le demanda Filippo a la rubia que creo que se llamaba Ingrith.
La mujer hizo caso y en cuatro patas se acercó a mí, Francis le dio un beso caliente antes de dejarle vía libre a mi pene para ella lamer mis bolas, la sensación era exquisita en sí y como de seguir así acabaría en sus bellas gargantas.
Ingrith parecía ser una chica que amaba el sexo tanto con hombres como con mujeres, tocó y beso a Francis sin ascos o miramientos, le quitó el vestido y chupo sus pezones cuando los tuvo libre de la tela de su vestido, Francis no dejó de succionar mi enorme eje en todo ese rato, podría parecer vulgar, pero el sexo lo es y me gustaba disfrutarlo. Verlas tan cachondas me hizo llegar al abismo, tomé un puñado de cabello de Francis y comencé a masturbarme delante de ellas, cuando Ingrith notó que estaba por acabar se acercó y para abrir su boca sacando su lengua, mi semen terminó en la boca de la linda rubia que segundos después compartió mi esencia con Francis y está la acepto gustosa lamiendo y chupando el exceso que cayó fuera de sus labios.
—¿Eso fue todo? — se burló Filippo.
—Las gatas tienen hambre, solo les di un poco de leche —me encogí de hombros.
Terminé de quitarme la ropa y me moví a la recámara, las chicas me siguieron y momentos después Irma y Filippo también, el cuerpo trabajado tatuado de Filippo se quedó al descubierto cuando también se despojó de sus prendas de vestir, Irma comenzó a besar a Francis que era una linda chica todo hay que decirlo que se dejaba hacer al antojo me gustaba lo sumisa y abierta que era para el sexo, se acostó en la cama y abrió las piernas en una clara invitación para que Irma se zambullera en su femineidad.
La morena aceptó el reto y comenzó a besar sus tonificados muslos hasta llegar a los pliegues de su coño, abrió bien sus piernas y pasó su lengua desde su agujero fruncido hasta su clítoris donde se lamio, chupo y succionó su botón, sus juegos previos me encendieron de nuevo no dejando que mi m*****o perdiera su grosor, la morena metió un dedo en el culo de la pelirroja y otro en su v****a y comenzó a masturbarla mientras succionaba sin cesar su perla hinchada, verlas en acción me motivo a continuar y cuando estuve listo me acerque a la morena por detrás mientras me ponía un preservativo en mi m*****o y sin preámbulo me clave en su interior.
La mujer en cuestión arqueo la espalda como un gato dejando de hacer lo que estaba haciendo de manera momentánea entre las piernas de la linda pelirroja que, en cuanto nos vio comenzó acariciar sus pezones disfrutando de la vista que le ofrecía mi esculpido cuerpo, por otro lado, se escuchaba el golpeteo y gemidos al otro lado de la cama, era la rubia que gozaba de lo lindo encima de Filippo mientras este se comía sus tetas mientras ella subía y bajaba gustosa por su falo mientras jadeaba, la morena también empezó a gemir cuando me sentía en su interior e intensificaba los ruidos y metía los dedos más profundos dentro de la pelirroja quien también se veía que gozaba.
El cuarto entero se llenó de una sinfonía de ruidos exquisitos que me encantaban, me salí del interior cálido y húmedo de la morena para ir a por la pelirroja, me quité el condón y lo cambié para penetrarla de una vez en cuanto la otra mujer vio mis intenciones se hizo a un lado, ella me espero receptiva mientras la morena se montaba encima de ella poniendo los muslos al lado de su cabeza y bajando su coño directamente a su boca, a Francis no le quedó de otra que lamer su coño perfectamente depilado y tampoco tenía muchas ganas de oponerse según vi.
La morena comenzó a gemir de nuevo hasta llegar a su orgasmo gracias a la diestra lengua de la pelirroja, la rubia y Filippo se acercaron a nosotros, él tomó a la morena del cabello y la acerco a su erección, ella gustosa se dejó hacer comenzando a succionar el pene de mi Sottocapo.
—Esta morena la chupa de maravilla—dice en un gemido ronco el imbécil de mi amigo y socio—ya la probaste.
—La pelirroja tiene boca mágica —le aconsejé sin dejar de taladrar el interior de ella.
—La rubia tiene el culo apretado y rico—en lo que él lo dice, ella llega a mi lado acariciando mis abdominales— pronto probaré a la pelirroja.
La morena seguía succionando a Filippo, luego se metió sus dos bolas a la boca, él estaba en la mismísima gloria y se notaba.
—Déjame hacerte sentir bien— ronronea la rubia.
Se puso a cuatro patas en la cama al lado de Francis quién sin dejar de recibirme comenzó a comerse las tetas de la pelirroja, ya que la morena estaba ocupada con Filippo, las mujeres hicieron un 69 sin yo dejar de darle a Francis lo que quería, sentí la lengua traviesa de la otra mujer rubia en mi base y luego jugaba con el clítoris de la mujer que tenía ensartada con mi pene, saqué mi pene y la mujer ansiosa comenzó a lamer le hice señas con los dedos y se giró dándome la cara y dejando su culo en pompas.
Mojé un dedo con mi saliva y lo introduje en su ano, la mujer gimió extasiada y mi pene brinco de gusto en la caliente cavidad donde se encontraba, dentro de la chica de turno, me gustaba quien era, no necesitaba ser nadie más, gustaba este tipo de intercambio.
Les di placer junto con Filippo y a su vez las usé para mi placer, las pusimos en varias posiciones hasta que terminamos en una especie de tren en la que yo tenía a Francis en cuatro martilleándola sin descanso dentro de ese precioso y redondeado culo.
—Tócate —ordene, orden que ella acató sin dejar de lamer a Ingrith, quien a su vez se comía el culo de Irma mientras era penetrada por Filippo.
Francis acabo en un estruendoso orgasmo que no era el primero, pero si el último, llevándome a mí, a mi propio orgasmo, momentos después Irma e Ingrith también llegaron a unos de sus muchos clímax, momentos después Filippo las arrodilló frente a él y cual estrella de porno les acabó en su cara.
Me fui al baño poco después y cuando salí las mujeres ya no estaban, desnudo como estaba secando mi cabello decidí irme a mi habitación para descansar un poco antes de volver a casa.
—Nos vemos mañana para el almuerzo— me dije Filippo regresando de la entrada— tenemos cosas que solucionar.
—Lo sé, el imbécil que nos robó debe ser encontrado y darle de baja una vez se tenga el dinero de vuelta— llegué a la conclusión mientras caminaba a la salida.
—No sé quien fue el idiota que se le ocurre robarle a la organización Unito, pero debe pagar— sentencia encendiendo un cigarro.
—Pagará, de una manera u otra lo hará— sentencie llegando a mi habitación y encerrándome en esta.