CARTA XVI

583 Words
CARTA XVI CECILIA VOLANGES A SOFÍA CARNAY ¡Ay! Mi querida Sofía; he aquí muchas noticias que acaso no debería darte. Pero es preciso que hable con alguien, no puedo resistir. El caballero Danceny… estoy tan turbada que no puedo escribir; no sé por dónde empezar. Después de que te conté la noche tan divertida que pasé con él y la señora de Merteuil en el cuarto de mi madre, no volví más a hablarte de esto porque no quería hablar a nadie; pero siempre pensaba en ello9. Desde entonces se puso él muy triste; pero tan triste, tan triste, que me daba mucha pena. Y cuando le preguntaba yo por qué lo estaba me decía que no era cierto; mas yo veía que sí. En fin, ayer lo estaba más de lo acostumbrado, aunque eso no le impidió tener la complacencia de cantar conmigo como de ordinario; pero cuantas veces me miraba me oprimía el corazón. Cuando hubimos acabado fue a encerrar mi arpa en su caja, y al darme la llave me suplicó que tocase otra vez luego que me quedase sola. No tenía yo sospecha ninguna; pero me rogó tanto, que al fin dije que estaba bien. Él tenía sus motivos. Efectivamente, cuando me metí en mi cuarto y mi doncella se retiró, fui a tomar el arpa y hallé entre la cuerdas una carta plegada solamente, sin sello, y escrita por él. ¡Ah ¡Si supieses todo lo que me dice! Desde que la he visto estoy tan contenta, que no puedo pensar en otra cosa. Leí la carta cuatro veces seguidas y luego la encerré en mi papelera. La sabía ya de memoria; y acostada, la repetía tantas veces, que no pensaba en dormir. Cuando cerré los ojos, la veía siempre diciéndome cuanto acababa de leer. Cuando me desperté (era muy temprano) volví a tomar la carta para leerla con toda comodidad. La llevé a mi cama y la besé, como si… Tal vez está mal hecho el besar un carta como ésta, pero no he podido menos. Ahora bien; si esto muy contenta, también estoy muy embarazada, porque, seguramente no debo responder a una carta semejante. Sé que no lo debo hacer y, sin embargo, él lo pide. Si no le respondo, sé positivamente que va a ponerse de nuevo triste; es una desgracia para él. ¿Qué me aconsejas tú? Pero tú no sabes más que yo. Tengo muy gran deseo de hablar a la marquesa, que me quiere mucho. Mucho querría consolarle, pero no quiero hacer nada malo. Se nos recomienda tanto que tengamos buen corazón, y luego se nos prohibe seguir sus inspiraciones cuando se trata de un hombre. Eso no es justo ¿Un hombre no es nuestro prójimo, como una mujer, y aún más? Porque, en fin, ¿no tiene una un padre como una madre, un hermano como una hermana, y queda siempre, a más, un marido? Sis embargo, si yo hiciese ahora alguna cosa que no estuviera bien, ta vez el mismo Danceny se formaría una mala opinión de mi. ¡Oh no, prefiero que esté triste! Siempre estaré a tiempo. A su carta de ayer no estoy obligada a responder hoy. Además, esta noche he de ver a la señora de Merteuil, y si tengo valor para ello le contaré todo. Haciendo sólo lo que ella me diga, nada tendré de qué acusarme. Acaso me dirá que puedo responderle alguna cosita para que no esté triste. ¡Ah, tengo mucha pena! Adiós, mi buena amiga. Dime siempre lo que te parece. En…, a 19 de agosto de 17…
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