Recordó haber oído a unos colegas hablar de una chica de hielo nueva en la ciudad, no parecida a ninguna otra mujer de ahí, pero jamás imaginó que el asunto fuese tan literal. Rompió el cierre de la sudadera de Malía, quizás intentando ponerla nerviosa, aunque sin lograr nada. Sacó los pechos de Malía de su envoltorio y los dulces picos rosados brillaron para él. Los llevó a su boca sin dejar de conectar su mirada con la suya, succionandolas fuertemente mientras pellizcaba la otra, alternando la atención entre ambas mientras Malía se mordía el labio para no gemir delante de ese poco hombre que parecía muy deseoso de torturarla. Steven bajó hasta el suelo los pantalones de ella y le dio la vuelta sorprendiéndose con ese hermoso trasero bien oculto bajo la ropa, dio una fuerte nalgada en su