Capítulo 12.4

1373 Words
Ryusei agradeció el gesto que su abuelo y tío tuvieron con él al quedarse para consolarlo. Ambos sabían reconocer cuando un hombre estaba enamorado, y el actor lo estaba. El amor correspondido, tan escaso en estos tiempos, ayuda tanto a una persona en el proceso de encontrar una mejor versión de sí misma que Kiyoshi y Kenji se sentían felices por aquel pequeño niño que fue el primero de la nueva generación de esa familia en nacer, y por ello le tenían un especial cariño. (…) En la mansión a las afueras de New York, Ann tenía motivos para estar alegre dentro de la tragedia en la que estaba viviendo. Ver a Emma completamente enamorada de Onur, un hombre que desde el primer momento que vio a la actriz no hizo otra cosa que demostrarle su valor para que ella se fijara en él, llenaba de gozo el corazón de la Houston porque su sobrina había encontrado a aquel hombre que era para ella. Quizás las cosas se estaban dando demasiado rápido, ya que a solo horas de conocerse el turco ya le había confesado que se sentía atraído por ella, y la inglesa no pudo evitar decirle que lo mismo le estaba ocurriendo. Que Ryusei la encontrara sobre el regazo de Onur fue un mal entendido. Emma era incapaz de insinuársele de esa manera a un hombre. Lo que sucedió fue que al ofrecerle algo de beber al turco, por lo nerviosa que se encontraba, perdió el equilibrio y casi se cae sobre la mesa de vidrio que había en el centro de la sala. Para evitar que se lastimara, al turco solo se le ocurrió jalarla, pero como la adrenalina no le permitió medir su fuerza, este tiró de más, haciendo que la joven actriz cayera sobre sus piernas. Claro que ese inesperado momento lo aprovecharía para decirle lo hermosa que le parecía y que le encantaría conocerla mejor. Esa mirada de lobo malo que tenía Onur hizo enmudecer a Emma, y cuando habló, solo puedo decir: «sí quiero». Ya en la mansión, el enorme turco –medía casi dos metros, 1.99 m para ser preciso- postergó todos sus compromisos de trabajo y familiares para no solo cuidar de ellas, sino para cortejar a Emma. La diferencia de diez años pasaba desapercibida cuando la actriz y el hombre de negocios conversaban, ya que encontraron que tenían mucho en común, demasiados temas afines que les permitían entablar largas charlas que llegaban a rozar la medianoche. Sin embargo, también había muchos temas que uno conocía y el otro no, por lo que ambos tenían que aprender mucho del otro. Eso hizo que la admiración empezara a despertar, y que la atracción física pasara a un segundo lugar ante la inminente aparición de un primer ingrediente para que nazca el amor. Ann miraba maravillada a esos dos. Les recordaba tanto a ella al lado de Bryan, el amor de su juventud. Al pensar en su primer esposo, llegó a su mente la imagen de Inosuke y Aiko Tanaka, los padres de Bryan. La Houston empezó a sentir mucha vergüenza porque todos los comentarios que se estaban vertiendo sobre ella y Ryusei de seguro ya habían llegado a los oídos de sus exsuegros, a quienes amaba como si de sus padres se trataran. Excusándose con su sobrina y Onur, Ann se retiró a su alcoba a descansar, pero en realidad iría a marcar el número de la pareja que había aparecido en su memoria. - ¿Ann chan? Querida mía, que gusto saber de ti –Aiko saludaba con el mismo amor de siempre a la periodista. ¿Ignoraría lo ocurrido? - Madre Aiko, me alegra mucho escuchar su voz –dijo Ann con sinceridad, ya que amaba a esa anciana-. ¿Y cómo está Padre Inosuke? - Aquí estoy, hija –se escuchó la voz del padre de Bryan, con la alegría de siempre. - Me alegra encontrarlos juntos. Los llamo porque en mi vida han pasado ciertos cambios que no les he comentado, y siento que es mi deber hacerlo, por el amor que nos tenemos y nunca va a dejar de existir –la voz de Ann temblaba un poco. Ella misma sentía que la mujer fuerte y valiente en la que se convirtió al conocer a Bryan había desaparecido para dejar solo a la joven miedosa que alguna vez fue cuando era amenazada con que dañarían a su familia si ella revelaba la verdad que sabía y estaba obligada a callar. - Ann chan, eres una mujer de cuarenta y dos años, no tienes nada que explicarnos –la ternura en la voz de Aiko calmaba los nervios de la periodista. - Lo sé, pero es que quiero hacerlo. Hace un poco más de tres meses he iniciado una relación con un hombre maravilloso. Coincidentemente, él es japonés. Gracias a ustedes, que me enseñaron con amor la cultura de su familia, he podido desenvolverme bien al compartir momentos con aquellos que él ama y lo vieron crecer. - Eso es maravilloso, Ann chan. Siempre creímos que debías rehacer tu vida. Quedaste viuda tan joven, y sin un hijo a quien dedicarte, por lo que te merecías encontrar a una persona con quien pudieras construir lo que no pudiste con nuestro Bryan –lo dicho por Inosuke hizo que derramara algunas lágrimas de alegría, ya que estaba siendo comprendida. - Pero no todo es felicidad. Él es menor que yo por varios años, y su madre no aprueba nuestra relación. Ustedes saben lo que significa en una familia japonesa que los padres no aprueben a la pareja de sus hijos –el recordar los insultos de Harumi y el intento de golpearla, causó que Ann llorara. - Ann chan, los tiempos cambian. Cuando nosotros éramos jóvenes resultaba imposible que una relación se dé si los padres no la consentían. Los hijos que insistían en ella debían huir y eran repudiados. La relación con las familias se rompía y la pareja quedaba sola, sin nadie que le pudiera guiar en el proceso de ser esposos y padres. Era duro y triste. Sin embargo, ahora es distinto. Cada vez hay más matrimonios consentidos con extranjeros y la opinión de los padres ya no es tan necesaria para determinar el futuro de una relación. Además, tú eres una mujer independiente que no necesita de una familia para sobrevivir en la vida. Has estado sola todos estos años, y lo has hecho muy bien. Ten la seguridad que el futuro al lado del joven Ryusei Miura estará lleno de felicidad –Ann calló avergonzada de que ellos ya supieran todo lo ocurrido-. Era inevitable que nos enteremos. Por amor a ti seguimos tu carrera, y al escuchar tu nombre en las noticias, prestamos atención y así nos enteramos –la tierna voz de Aiko ayudaba a tranquilizar a Ann porque entendía que la madre de Bryan no guardaba ningún tipo de molestia porque haya decidido reiniciar su vida amorosa. - Si te preocupaba lo que pudiéramos pensar, pues te diré que nosotros estamos contigo, siempre apoyándote. Has sido una buena nuera y ahora eres una buena hija para nosotros. Solo te pedimos que no te olvides de este par de viejos –el comentario de Inosuke hizo que Ann de inmediato volviera a ser la de antes. - Nunca me olvidaría de ustedes porque los amo con todo mi corazón. Con Ryusei dejamos en claro que mi relación con ustedes no se disolvería, que más bien serían mi pilar para agradar a su familia, ya que sin ustedes no hubiera podido conocer la cultura japonesa ni la lengua de sus antepasados. - Desde ahora nos ofrecemos a acompañarte cuando sea el momento de reunirte con la Familia Miura. Así que no dudes en llamarnos cuando nos necesites. Aunque estemos viejos, aún tenemos las suficientes fuerzas para cumplir con nuestras obligaciones como tus padres –las palabras de Inosuke reconfortaron a Ann porque se dio cuenta que no estaba sola, que además de su hermana, cuñado y sobrinas, tenía unos padres de corazón con quienes podía contar. - Gracias, padre y madre, así lo haré. Ustedes serán mi soporte cuando deba presentarme ante la familia de Ryusei.
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