Capítulo 1.3

1538 Words
Tras finalizar la entrevista y comprobar que la química entre la periodista y el actor era buena, estuvieron conversando un poco más. Ella se sentía tan bien a su lado que no dudó en comentarle la buena noticia que había recibido antes de iniciar el programa. Él la escuchaba atento, pero también se daba la oportunidad de detallar en la belleza de esa mujer de rubios cabellos, azulada mirada y perlada sonrisa. Ryusei empezó a encontrar un gusto particular al quedarse mirando ese bonito rostro, aquel que mostraba la sincera expresión de la alegría por haber podido hacer el bien a quien lo necesitaba. Al regresar al camerino y cambiar sus ropas para salir sin causar conmoción porque algunos admiradores de su trabajo empezaban a reunirse a las afueras de las instalaciones de la cadena televisiva, notó que la estilista que le había ayudado con el cabello ya no estaba, que era otra, por lo que le preguntó qué había pasado con aquella mujer a quién quería reprocharle por haberle mentido sobre Ann Houston. La nueva estilista le indicó que había sido un error del Departamento de Seguridad del canal que le hayan permitido el ingreso y que se encargue de su peinado antes de la entrevista, ya que esa mujer había sido despedida por decisión de Ann Houston. Ryusei entendió que el comentario que le brindó la anterior estilista fue movido por el resentimiento, y al preguntar el motivo de su retiro del equipo de producción, la respuesta confirmó aún más los valores que tenía la periodista. Resultó que la anterior estilista había mantenido un romance clandestino con uno de los camarógrafos que todos sabían que era un hombre casado con una esposa en plena gestación de su segundo hijo. Se enteraron del incidente porque la esposa embarazada se presentó en el canal pidiendo conversar con Ann Houston. Ella sabía que la periodista la escucharía porque al ser una mujer que era capaz de ir contra personajes y grupos poderosos por defender a los débiles y la verdad, debía de ser una buena persona. La gestante le contó lo que había descubierto, y que al enfrentar a la mujer al llamarla por teléfono esta no se lo negó. Ann le pidió a la esposa que no se preocupe de nada, salvo por su embarazo, que ella solucionaba el problema, pero que le recomendaba dejar a ese mal hombre porque quien debió respetarla fue él al ser su esposo, y no la otra mujer, con quien no tenía ningún tipo de relación. La Houston le comentó el caso al productor con quien trabajaba y a su director de cámaras, y ante ellos llamó a los involucrados. El camarógrafo se notó muy arrepentido de lo que había hecho, por lo que pidió disculpas por su desliz, pero la estilista demostró que a ella no le importaba romper un hogar con tal de pasar un buen rato. Ann sintió tanta pena por esa mujer porque era increíble que no fuera capaz de ponerse en los zapatos de otro ser de su mismo género. Ante esa actitud, exigió que sea despedida por conducta impropia. «Es verdad que con tu vida puedes hacer lo que quieras, pero respetando tu lugar de trabajo. Si en un bar te encuentras con un desconocido y lo haces tu amante momentáneo, ese es tu problema, pero si en donde laboras estás buscando diversión, tenemos todo el derecho de prescindir de tus servicios», fueron las palabras que Ann utilizó para comunicarle la decisión de despedirla. Ryusei sonreía como un verdadero tonto mientras miraba por la ventana del vehículo que manejaba su agente. Él se imaginaba a la Houston consolando a la esposa engañada, dándole un sermón al esposo infiel y deshaciéndose del mal elemento que no mostró ninguna muestra de arrepentimiento. «Ella es como una superheroína, pero sin traje especial ni capa», se decía a sí mismo Ryusei, en quien la admiración y la atracción por Ann Houston había despertado. Al llegar al apartamento que compartía con su agente, recibió la llamada de su tío Kenji. - Ryusei, se me ha informado que los abogados de Ann Houston ya han cancelado las hipotecas de las cinco viviendas que le interesa rescatar, y que el lunes a primera hora ya estarán listos los documentos que indican que la deuda se ha finiquitado, así los dueños de los inmuebles no tendrán más problemas con los bancos –comentó Kenji con esa singular manera algo robótica de hablar. - Gracias, tío Kenji. Has ayudado a cinco familias que acogen a huérfanos y menores en desamparo a que continúen con la hermosa labor que hacen al darles un hogar a esos desafortunados pequeños –Ryusei aún estaba en las nubes, pensando en Ann Houston, la superheroína. - ¿Qué tan bonita es Ann Houston? –preguntó Kenji directamente, tomando por sorpresa a su sobrino, quien, en vez de terminar sentado en el sofá de su habitación, cayó al suelo. - N-no entiendo tu pregunta, t-tío –se escuchaba decir a Ryusei con una voz nerviosa mientras Kenji reía internamente al tener claro que su sobrino quiso ayudar a la periodista porque algo en ella lo atrajo. - Por las fotos y vídeos que he encontrado en el internet, puedo ver que es muy guapa, aunque en los comentarios varias personas señalan que las cámaras no le hacen justicia, que en persona su belleza deslumbra. Y por tu comportamiento, creo que es verdad -Kenji no tenía facilidad para expresar gestualmente lo que sentía, pero sabía reconocer fácilmente las emociones y sentimientos que embargaban a los demás. - Tío, por favor, no comentes esto con nadie, mucho menos con mi madre –Ryusei se mostraba preocupado, ya que Harumi era una madre sobreprotectora. - Solo se lo comentaré a tu tía Natsuki, a quien no le oculto nada de lo que pasa por mi mente y corazón, pero descuida, que ella es muy discreta. - Gracias –dijo Ryusei sintiéndose aliviado. - Pero no has contestado mi pregunta –insistió Kenji y Ryusei sintió que podía confiar en su joven tío, quien solo era quince años mayor que él. - Es la mujer más hermosa de todo el universo –dijo el actor japonés dejándose caer sobre su cama. - Lo dudo. Esa mujer es tu tía Natsuki –dijo Kenji queriendo comprobar la reacción de su sobrino. - Bueno, para cada hombre la mujer que le gusta es la más hermosa de todo el universo –completó Ryusei-. Sin embargo, debo decir que sus hermosos cabellos rubios y esos ojos azules la hacen lucir como un ángel. Su sonrisa es tan franca que enamora, además que su voz es como música, con un bonito timbre que no chilla, pero tampoco es tan gruesa. Diría que su voz es sexy –Kenji escuchaba complacido a su sobrino, a quien consideraba un buen muchacho y que se merecía una buena mujer a su lado. - ¿Eres consciente de la edad de Ann Houston? –soltó Kenji otra vez sin filtros. - Tío, descuida, yo no tengo ninguna oportunidad con ella –respondió melancólico, suspirando al final de su comentario el actor japonés. - ¿Por qué lo dices? - Una mujer así debe tener a miles detrás de ella, además que no es que la vaya a ver todos los días o que pueda frecuentarla. Ella es como una estrella, inalcanzable. - Aunque te apellides Miura, eres un Sato, y para los Sato no hay imposibles –Kenji sonó algo enérgico al hacer ese comentario-. Si ella es una buena mujer y su corazón está libre, no le veo la dificultad. - Tío, ella es doce años mayor que yo –mencionó casi derrotado Ryusei. - Yo soy diez años mayor que tu tía Natsuki, y eso nunca ha sido un impedimento para nuestro amor –refutó Kenji rápidamente. - Tu caso es diferente, tú eres hombre y el mayor en la relación. Sabes que siempre una relación en donde la mujer sea mayor será muy comentada y duramente criticada. Yo no quiero eso para ella. Es tan maravillosa que no se merece estar en la boca de la gente por habladurías, sino para que la admiren –solo bastó que descubriera lo buena persona que era Ann Houston para que Ryusei quedara maravillado con ella. A Kenji le alegraba que en su sobrino estuviera despertando el amor. El Director Sato sabía muy bien que de la admiración germina el amor puro y verdadero. - Ryusei, tú solo deja que el mundo gire. Si tu camino y el de ella están destinados a ir juntos, así será. Solo te voy a decir que, si ella es la mujer que nació para ti, yo te apoyaré en todo. - ¿Hasta convencer a mi madre de ello? –pregunto Ryusei esperanzado oír un sí. - Hasta convencer a tu madre de ello. No te preocupes, que de Harumi me encargo yo –la seguridad de Kenji alentaba a Ryusei a seguir soñando despierto con un mañana al lado de Ann Houston-. Eso sí, te recomiendo que no fuerces nada. Lo que es para ti, siempre encontrará el camino que deba seguir para dar contigo.
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