The Sins We Keep

1033 Words
Hace cinco años, desperté en el Salón de los Espejos. La oscuridad me envolvió como una vieja amiga, y mi mente se debatía entre la confusión y la urgencia. No recordaba mi pasado, ni siquiera mi nombre. Solo la sombra. ⛤⛤⛤⛤ Mis párpados se alzaron con lentitud, como si estuvieran pegados por siglos de sueño. La primera sensación fue el frío. Un frío que se filtraba en mis huesos y me recordaba que estaba viva. O al menos, eso creía. Mis ojos detallaron ese lugar: todo era un laberinto de reflejos. Espejos antiguos, con marcos tallados y superficies pulidas, se alineaban en las paredes. Cada uno mostraba una versión distorsionada de mí misma. En algunos, mi cabello parecía una cascada de sombras; en otros, mis ojos brillaban como amatistas. Pero todos tenían algo en común: esa sombra. La vi por primera vez en el espejo central. Era un hombre alto, con cabello oscuro y ojos verdes. Su figura parecía etérea, como si no perteneciera a este mundo. Pero lo que más me impactó fue su mirada. Una mirada que me atravesó como una flecha envenenada. Mi cuerpo, como si fuera un hechizo, comenzó a caminar hacia él. No tenía miedo; era como si mis huesos lo reconocieran. — ¿Quién eres? —pregunté, pero él no respondió. Solo me observó con una intensidad que me heló la sangre. ¿Era un espectro? ¿Un guardián de los portales? No lo sabía, pero algo en él me atrajo como un imán. Sus ojos me observaban en cada uno de estos espejos, y los míos seguían su mirada. En otro espejo, mi piel era pálida, como si la luna misma la hubiera acariciado. Unos pequeños moretones adornaban mis manos, como si hubieran sido encadenadas. Cuando mi cuerpo intentó pararse completamente, mi pecho dolió, como si el mismísimo aire se hubiera ido de ahí. Pero una extraña quemazón hizo que dejara de pensar en eso. Una marca en forma de espiral en mi hombro izquierdo me acompañaba, como si fuera una colección más de mi cuerpo. Mi cabello era largo y sedoso, como un manto de medianoche. Cada hebra parecía atrapar la luz de las estrellas. Lo llevaba suelto, cayendo en ondas hasta la mitad de mi espalda. Mis ojos, sin embargo, eran lo más inusual. De un intenso color lila, como amatistas brillantes. En ellos se reflejaba la dualidad de mi naturaleza, como si fueran un misterio y un peligro. No era una mujer común. Era algo más, algo que no podía comprender del todo. ⛤⛤⛤⛤ De la sombra no puedo decir mucho; me obsesionó desde aquel día. No sabía quién era ni por qué me perseguía. En cada uno de mis sueños encontraba sus ojos observándome. A veces, sentía escuchar su voz. Mis sueños estaban buscándolo, pero sentía un deseo visceral de encontrarlo. Y cuando lo hiciera, no dejaría a nadie con vida. La obsesión sería mi alimento, mi razón de existir. Así comenzó mi búsqueda. Atravesé uno de los portales y dejé un rastro de muerte al ingresar. Las personas y seres de ese lugar temblaban ante mi presencia, y yo sonreía con crueldad. No había límites para mi sed de sangre. No había piedad en mis ojos lilas. — ¿Quién eres, sombra? ¿Por qué me persigues? — Las preguntas resonaban en mi mente mientras seguía mi camino hacia la oscuridad. El Salón de los Espejos me llamaba de nuevo. Los portales titilaban, y el hilo dorado que nos unía brillaba intensamente. ¿Por qué mi obsesión me arrastraba hacia esas sombras? ⛤⛤⛤⛤ Las sombras del Salón de los Espejos parecían danzar a mi alrededor mientras me sumergía en mis pensamientos. Cada reflejo era una ventana a un mundo desconocido, un recordatorio constante de mi propia oscuridad interior. La sombra seguía siendo mi única pista, mi único ancla en este laberinto de misterios. A medida que avanzaba hacia el siguiente portal, una sensación de inquietud crecía en mi interior. El hilo dorado que nos unía se estiraba y retorcía, como si estuviera tratando de resistir mi avance. Pero yo no podía detenerme. esta maldita obsesión me consumía, alimentando mi determinación de descubrir la verdad detrás de mi pasado perdido. Al atravesar el umbral del siguiente portal, fui recibida por una explosión de colores y sonidos. Me encontraba en un mundo vibrante y caótico, donde criaturas extrañas se movían entre las sombras y la luz. El aire estaba cargado de energía, como si fuera una tormenta a punto de estallar. La sombra estaba allí, en algún lugar entre la multitud, observándome con sus ojos penetrantes. Su presencia era palpable, como una sombra acechando en la oscuridad. —¿Por qué me persigues? —grité, pero mis palabras se perdieron en el bullicio del mundo que me rodeaba. La sombra no respondió, solo continuó observándome con su mirada intensa. Decidida a encontrar respuestas, me adentré en el corazón del caos, siguiendo el rastro de la sombra. Cada paso era una lucha contra las fuerzas que intentaban detenerme, pero mi determinación era inquebrantable. Finalmente, llegué a un lugar oscuro y silencioso, donde la sombra me esperaba. Sus ojos brillaban con una intensidad inquietante, como si contuvieran los secretos del universo. —¿Quién eres? —pregunté una vez más, con la esperanza de obtener una respuesta. El se mantuvo en silencio por un momento, como si estuviera deliberando sus palabras. Luego, una sonrisa se dibujó en su rostro sombrío, una sonrisa llena de misterio y promesa. —Soy tu destino —susurró, y su voz resonó en mi interior como un eco lejano. —Soy el reflejo de tus más oscuros anhelos y tus más profundos temores. Soy parte de ti, Lysandra, y siempre lo seré. Sus palabras resonaron en mi alma, dejándome con más preguntas que respuestas. Pero una cosa era segura, no saben lo placentero que es tener una obsesión. Con un último vistazo a la sombra, me preparé para continuar mi viaje hacia lo desconocido. No sabía qué me deparaba el futuro, pero estaba lista para enfrentarlo con valentía y determinación. Porque, al final del día, solo yo podía forjar mi propio destino. ¿Estás listo para cruzar el umbral? ⛤⛤⛤⛤
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