Suelto un refunfuño mientras mi cejo sigue apretado a medida que mi pulgar se desliza por la pantalla bajando por la página Web de “La dinamita” donde están todos los chismes del momento de New York; exclusivamente de Manhattan. Veo las fotos de la entrevista que le hicieron a Raegan Waldorf y es que no entiendo cómo una persona puede ser tan atractiva y ardiente como al mismo tiempo un completo idiota. Así es él, quien tuvo la osadía de hablar mal de mi difunto padre.
─Deja de fruncir el ceño, te saldrán arrugas y tendrás que colocarte Botox antes de los treinta ─señala mi mejor amigo; Carter Sparks. Un irremediablemente atractivo modelo de ojos grises, piel bronceada y cabello castaño. Él es quien me ha introducido en todas las fiestas fabulosas de Manhattan como también es mi compañía en todas mis rupturas amorosas. Siempre he sido la chica que sueña con un príncipe azul, rojo, verde o morado, creo que me doy a entender, solo que…la vida de una chica es difícil más porque es famosa por el apellido de su padre quien fue un excelente corredor de la fórmula 1 en los setentas pero que, también tenía un gran amor por las apuestas y las personas a quiénes les dejó debiendo una gran cantidad de dinero no creen en el perdón y soy quien carga con las deudas ya que, mi madre se divorció de mi padre hace mucho y prefiero que no sepa nada.
Suficiente odio le tiene a mi padre para sumarle más.
─¿Acaso no escuchaste lo que dijo ese imbécil de mi padre? ─Refunfuño hacia Carter quien me da un beso en la frente y se lanza a mi lado en el sofá. Compartimos departamento en un lujoso edificio, por suerte es el apartamento que me dejó mi padre como herencia.
─¿Que tu padre le robó la Copa Mundial de pilotos al suyo y que siempre hizo trampa en las carreras? ─Entorno mis ojos en él por su sarcasmo en la pregunta. Él resopla arrancándome el celular de la mano y comienza a ver las fotos de Raegan─. “Apolo Hidalgo solo fue un payaso en la pista, todos saben que mi padre Jack Waldorf fue el ganador de la Copa. Él nunca será una admiración para mí, no me sorprende el que se haya muerto en una de sus últimas carreras por estar en estado de ebriedad” ─lee para proporcionarme más rabia. Gruño mientras me retuerzo en el sillón. «Lo odio con todo mi ser a ese monstruo mujeriego» pienso con mi corazón palpitando con rapidez.
─Es un imbécil, pero tienes que admitir que está muy guapo ─dice y ruedo los ojos. Le arranco mi celular, encontrándome con una foto de Raegan sin camisa, bloqueo la pantalla porque mis mejillas se calientan.
─A ti todos te parecen guapos, Carter ─murmuro estirando mis piernas dejando que el camisón se levante un poco y muestre mi braguita de Bob Esponja. Él la mira y arquea una ceja.
─No todos, tu ex Josh me parecía un moco seco ─declara haciéndome reír─. No puedo creer que estés usando esa braguita, haces que mi lado gay se intensifique ─agrega y estiro el bordillo de la camisa cubriéndome y ruedo los ojos levantándome del sillón.
─Es cómoda… ─Murmuro encendiendo la televisión de pantalla plana. Pienso quedarme hoy sábado por la noche viendo películas y hundiéndome en la depresión de no conseguir empleo como relacionista pública junto a un gran balde de helado de pistacho. Carter se interpone en mi camino sin dejar que vuelva a mi mullido sillón de la derrota─. Apártate a menos que quieras lidiar con mis problemas existenciales ─advierto.
─No le prestes atención, Raegan Waldorf siempre dice y hace tonterías por algo es el “playboy codiciado” de Manhattan como de la fórmula 1 y sentada en ese sillón no conseguirás un nuevo empleo ─agrega levantándose.
─Envié mi currículum a todas las empresas de Manhattan y no he recibido ni una llamada. Creo que mi carrera se acabará con mi último empleo donde me despidieron porque insulté a mi cliente ¿Quién combina Adidas con Gucci teniendo un contrato con una de las marcas? Solo la pilota Cindy Taylor es capaz de esa atrocidad ─declaro con pesimismo, se me unen todas las emociones, hasta la preocupación de pagar la cuota de la deuda de mi padre y no pienso pedirle dinero a mi madre. Ella piensa que soy una exitosa relacionista y que puedo valerme por mí misma. Lo cierto es que mi cuenta de banco da ganas de llorar.
─Alguien te llamará, no te deprimas en ese sillón donde tuve un trío anoche ─Se ríe y me levanto de un salto por su comentario mirando con asco el sillón. Extraño la vida s****l que tenía, realmente soy una persona que puede llegar a ser adicta a los orgasmos, mi vibrador en el cajón de mi cómoda puede confirmarlo─. Ponte un lindo vestido, muestra ese sexy cuerpo que iremos a moverlo y quizá encuentres a alguien mejor que tu vibrador ─propone sosteniendo mi mano para llevarme a mi habitación.
─Nadie es mejor que Brad Pitt ─hago un puchero.
─Deja de llamarle así a tu vibrador, Milenka Hidalgo ─dice para hacerme sonreír. Me dejo llevar por él, es la persona en la que más confío. Le daría mi vida de ser posible.
Nos conocemos desde la preparatoria y desde ese instante nos volvimos inseparables. Muchas chicas se volvieron en mi contra porque pensaban que él era mi novio y no salía con nadie más. Lo cierto es que es mi otra mitad, y no lo cambiaré por nadie.
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Giro sobre mis tacones de aguja mostrándole el vestidito azabache de mangas largas, pero con una gran abertura en mi pierna derecha y escote en la espalda que casi llega a la raja de mi trasero. Sujeto mi cabello en una coleta alta y me coloco un maquillaje en sombras oscuras resaltando el azul de mis ojos. Carter se termina de colocar perfume en su camisa donde deja los primeros botones abiertos mostrando sus bien trabajados pectorales.
Me mira de arriba abajo dándome una sonrisa.
─Si no apreciara nuestra amistad te tomaría aquí mismo, Milenka ─revela entregándome el perfume de Baccarat Rouge que me regaló en mi cumpleaños veintidós. Me doy unas rociadas en el cuello y las muñecas para olisquear el azafrán y el jazmín.
─Lo mismo digo, pero, aprecio nuestra amistad ─digo guiñándole un ojo.
─Esos ojos azules son tu gancho ¿Te lo he dicho antes?
─Sí, todos lo dicen. Son los ojos de mi padre, él tenía muchas conquistas, creo que por eso mi madre no soportó y le dejó ─menciono encogiendo mis hombros.
─Arruinas el momento con la nostalgia, Milenkita, vamos a mover el trasero ─motiva posando su brazo musculado en mis hombros para atraerme a él─. Hoy invito los tragos así que no te preocupes de beberte todo el bar si es lo que necesitas ─da por sentado sonriéndome con dulzura.
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Llegamos a Paradise Club, en su punto más candente de Manhattan, las personas se aglomeran por entrar y Carter nos hace pasar con solo saludar al portero. A él le conocen de las vallas publicitarias de Vodka Absolute; un Carter Sparks sin ropa y cubriendo su m*****o con la botella en medio del Times Square.
La música está tan alta que mi corazón late al ritmo del bajo, Carter se abre paso en la barra y pide dos Cosmos. Él es un hombre tan seguro de sí mismo que le da igual lo que piensen de él o de que bebe cocteles. Se los entregan de inmediato y me da la copa para hacer un brindis.
─Porque debes follar con algo más que tu vibrador ─brinda y rio bebiendo del coctel, él empuja mi copa para que lo beba por completo y eso hago. Dejamos las copas y comenzamos a bailar en la pista con las demás personas que se nos unen. Salto y muevo mis caderas al ritmo de la música que vibra por todo mi cuerpo. Realmente necesitaba dejar de pensar en Raegan Waldorf, mi falta de empleo, las deudas y el pronto aniversario de la muerte de mi padre.
─¡Te amo, Carter! ─Exclamo hacia mi mejor amigo, quien me guiña un ojo. Él se acerca a mí colocándose en mi espalda para que bailemos.
─Atraigamos a tu próxima víctima ─murmura en mi oído y asiento. Me comienzo a mover a cómo él me guía alzando mis brazos para colocar mis manos en su nuca sin dejar de contornear mis caderas.
Súbitamente y como si fuera una clase de broma del destino; las personas se alborotan y comienzan a murmurar y gritar el nombre de “Raegan”…mis latidos se descolocan cuando giro mi rostro vislumbrándole caminar rodeado de mujeres, guardaespaldas y con una seguridad y aura tan s****l que puedo sentirla en todo mi cuerpo. Se quita los lentes oscuros y sonríe de manera genuina. El muy bastardo tiene su encanto y es que mide casi dos metros, tiene un cuerpo atlético que no llega a ser muy robusto o musculado, es lo suficientemente sexy para que la más puritana tenga sueños húmedos con él. Su cabello es color chocolate, como sus ojos, barba de días perfectamente recortada y con su aspecto de un Dios francés, porque sí…el mujeriego más grande de Manhattan tenía que hablar el idioma del amor a la perfección a pesar de no haber nacido en Europa.
No me había percatado que en medio de mi embelesamiento había dejado de bailar.
─¿Estás bien, Milenka? ─Pregunta Carter.
─No puedo creer que tenga el descaro de venir aquí ─gruño encarando a mi amigo. Él niega con la cabeza, sabe que puedo ser muy irascible, incontrolable y arrebatada cuando me lo propongo. Pero es que ¡De todos los clubes, tenía que llegar a este para arruinarme la noche!
─Ni se te ocurra, Milenka Hidalgo, la prensa está aquí y están con él ─dice al leerme los pensamientos.
─Solo…le gastaré una jugarreta, además, no creo que caiga. Soy solo una mujer común de Manhattan ─expongo con los ojos de loca. Me sostiene de los hombros clavándome sus ojos grises.
─Eres todo, menos común. Eres hija de Apolo Hidalgo y la gran Cece Burns, detén la locura que se te haya ocurrido y sigamos bebiendo más cocteles ─insiste en detenerme, pero giro mi rostro mirando cómo colocan a Raegan en un palco VIP como si fuera el rey de la ciudad mientras las mujeres se desviven por él. Él se atreve a manchar el nombre de mi padre y cree que su hija no le hará pagar ¡Pues se equivoca!
─Vengaré a mi padre. Y necesitaré que hagas lo de la gran: “bomba pervertida” que le ocurrió al guitarrista de la banda Punk ─pido y él abre los ojos.
─Tus últimas neuronas se murieron, pero…le entro, preciosa ─dice haciéndome reír.
Hago mi saludo de manos con él de forma ridícula y camino entre las personas dirigiéndome hacia la escalera del palco donde se encuentra el narcisista más cínico. Lleno mis pulmones de aire con una bocanada y alzo mi mentón taconeando con seguridad hacia el sujeto que protege la escalera.
─Señorita, no tiene permitido subir ─anuncia el de seguridad.
─Pregúntele a él si debo de subir o no ─señalo hacia Raegan quien baja la vista hacia mí, conectando sus ojos con los míos. Paso saliva, de repente siento a mis latidos enloquecerse quizá por los nervios o el arrebato. El de seguridad asiente y habla en su auricular con su compañero quien le notifica a Waldorf por mí. Esbozo una sonrisa lo más seductora que puedo.
─Puedes pasar ─anuncia el de seguridad algo sorprendido.
─Gracias, fortachón ─digo subiendo los escalones. Cada que doy un paso mis latidos parecen querer reventar mi esternón, remojo mis labios y termino de llegar al palco deteniéndome en cuando él aparta a una de las chicas que le acompañan para levantarse del sillón donde se encontraba recibiendo atención de las mujeres semidesnudas. Entorna sus ojos oscuros en mí mientras recorre mi cuerpo, me tenso por cómo me mira, pero, no es que me provoque desagrado, al contrario, y es lo que odio de él.
Se acerca a mí con sus manos ocultas en los bolsillos y su altura me altera más con su imponencia. Saca su lengua para deslizarla en su labio inferior y lo remoja con descaro.
─¿Y tú…quién eres? ─Pregunta y su voz me hace delirar. «Es rasposa y sensual»
─Milenka…Willians ─Miento con mi apellido ofreciéndole mi mano, él la mira unos segundos para sostenerla y atraerme a su cuerpo. Mis pechos chocan con su torso duro y caliente, me quedo sin aliento pestañeando mientras abro bien mis ojos.
─Tienes unos ojos muy hermosos, creo que son los más hipnotizadores que he tenido el placer de ver de cerca ─musita con una voz tan gruesa que eriza mi piel, es sensual, rasposa y hasta excitante. El olor de su perfume invade mis fosas nasales sin permiso alguno y ¡Demonios, huele tan bien! Altera mis hormonas, esas que están cansadas de Brad Pitt «Mi vibrador»
─Gracias, me lo han dicho antes ─Le resto importancia a su halago. Él sonríe porque eso le ha afectado el ego. Se acerca más a mi rostro y puedo oler el whisky de su aliento mezclado con menta y nicotina. Es una mezcla que mi yo adolescente amaría y que a mis veintitrés años ha sido una explosión para mis sentidos.
Prolifero un jadeo por su cercanía y comienzo a desviarme del plan de hacerle quedar mal en su mejor momento de la carrera. Soy relacionista pública, sé cómo reparar una carrera de alguien famoso y también…cómo arruinarla solo con una foto comprometedora.
─Si has venido aquí es porque quieres algo más que hablar con Raegan Waldorf ─Típico de un narcisista, habla en tercera persona.
─Tienes razón, quiero más del gran Raegan Waldorf ¿Serán ciertos los rumores? ─Digo bajando la vista a su entrepierna. Sí, dicen que tiene la mejor de Manhattan y no les creo ni un poco. Él borra su sonrisa, pero me mira con una intensidad que me hace sentir tan pequeña y muy caliente.
─Descúbrelo por ti misma ─dice chasqueando sus dedos hacia sus hombres─. Pediré mi auto para que nos lleven al hotel ─anuncia y me aparto negando mi cabeza y llamando su atención confundiéndole.
─Tengo una mejor idea, me gusta más la adrenalina cuando se trata de sexo ─menciono caminando hacia atrás. Los ojos de Raegan se clavan en mí, más oscuros que nunca─. Encuéntrame, Waldorf ─demando para apresurar mis pies y bajar la escalera corriendo.
─¡Quítense de mi puto camino! ─Escucho que gruñe molesto detrás de mí. Cruzo miradas con Carter quien me señala a dónde ir. Espero que me haya entendido con lo de “bomba pervertida” y corro entre las personas que bailan y abarrotan el lugar. Mis latidos golpean con más fuerza sin saber por qué.
Llego al apartado dentro del club que usan para reuniones más personales y me encuentro con las modelos.
─El cliente está por llegar ─anuncio y ellas entran conmigo en la oscuridad del apartado. Saco mi celular apretándolo en mi mano y escucho los pasos pesados de Raegan quien silba.
─¿Dónde estás ratoncita? ─Pregunta erizándome la piel.
─Aquí…quítate la ropa, ya estoy completamente desnuda para ti ─digo y él gruñe de forma excitante y ronca.
─Me la has puesto tan dura, ratoncita, ¿dónde estás? ─Pregunta y mis ojos se abren con sobresalto con él buscándome en la oscuridad. «Raegan, caíste como un idiota»
─Pondré mis manos encima de ti ─anuncio para que las chicas lo hagan─. Traje unas amigas conmigo, espero no te moleste ─comento a punto de carcajearme.
─Deseaba estar a solas contigo ─gruñe algo molesto, pero suelta un gemido gutural y pienso que es el momento. Con mi mano busco el interruptor de la luz y abro la cámara de mi celular.
─Qué lástima…esto es por mi padre, imbécil ─anuncio dándole paso a la luz y comienzo a grabar y tomar fotos al cuerpo en ropa interior de Raegan que tiene a las chicas semidesnudas encima de él frotando su cuerpo. Noto el enfurecimiento en su rostro.
─¡¿Qué es esta mierda?! ─Exclama en un gruñido. Bajo la vista a la ropa de él, y la tomo para echarme a correr─. ¡Lo pagarás caro, ratoncita! ─Advierte provocándome una corriente en la columna vertebral mientras corro fuera del apartado carcajeándome como una desquiciada. Entro al baño y hago ademán de botar en el cesto su ropa.
Escucho un bullicio y corro dejando las cosas. Me encuentro con Carter en la pista donde me entrega un chupito de tequila que bebo sin pensarlo dos veces.
─¿Cómo salió? Tuve que pagarle cincuenta dólares a cada una de las modelos ─acota indagando en mi rostro. Escondo el relicario y procedo a teclear en mi celular para enviar las fotos y videos a la página de chismes quien se encargará de difundir por todos lados esas fotos comprometedoras.
Suelto un suspiro cuando termino.
─Sí, vamos a otro club, necesito seguir bebiendo ─menciono sin decir nada más y trato de evitar hablar de lo que he sentido con ese cínico narcisista cada que me decía: “ratoncita”
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El tono de mi celular me despierta de sobresalto, la resaca me retumba la cabeza. A tropezones logro tomarlo en mi mano para contestar la llamada.
─¿Sí? ─Contesto somnolienta. La noche terminó con más de cinco cocteles en mi sistema y una sesión con Brad Pitt.
─¿Señorita Milenka Hidalgo? ─Pregunta una chica al otro lado de la línea.
─Sí…soy yo.
─Le hablamos por la entrevista como relacionista pública para uno de nuestros más importantes clientes, hemos encontrado su currículum y encaja perfectamente con lo que buscamos ─dice y me levanto de un salto al escucharle.
─Sí, sí ¿Entrevista? ¿Cuándo será? ─Cuestiono bostezando mi mal aliento a licor.
─En una hora debe de asistir a la dirección que le enviaré, le esperamos ─explica, colgando abruptamente. Arrugo mi entrecejo mirando la pantalla del celular.
─¿Hola? ¿Hola? ─Pregunto alterada.
Carter camina en calzoncillos al frente de mi puerta abierta estirándose con un café en mano, mientras despacha a una chica con la que durmió anoche, esta vez no fue un chico.
─Tengo una entrevista de trabajo ─digo llamando su atención.
─Mueve ese lindo trasero y ve ─motiva, asiento con mi cabeza mordiendo mi labio inferior corriendo a la ducha. Me detengo arqueándole mi ceja.
─¿Una chica?
─No hablemos de eso ─dice y rueda los ojos─. El tequila me vuelve más heterosexual ─agrega haciéndome reír.
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Luego de bañarme y vestirme con un lindo traje formal que consiste en falda y camisa de botones. Tomo mi maletín con referencias y documentos para colocarme los tacones a la salida. Carter me da de su taza con café.
─Arrasa con ellos, fiera ─dice nalgueándome.
Llego a la dirección que corroboro en mi celular. Una sonrisita mía se aflora al ver en las noticias cómo ensucian el nombre de Raegan Waldorf como el piloto más descontrolado, mujeriego, bebedor y fiestero de todos. Perdiendo el patrocinio de varias marcas importantes…hoy será un buen día, ha comenzado de maravilla. Suspiro adentrándome en el edificio y me anuncio.
La recepcionista me invita a subir al piso correspondiente entregándome un gafete de invitado. Cuando llego al piso indicado miro a las personas trabajar de forma alterada y en las pantallas puedo ver las noticias con las fotos censuradas de Raegan.
─Señorita Milenka Hidalgo ─pronuncia un sujeto con voz gutural y giro mi rostro para encontrarme con ni más ni menos que a Jack Waldorf. Es un hombre muy elegante, frío, ojos claros, y cabello lleno de canas. A pesar de su edad es muy atractivo, por algo su hijo lo es, Raegan quizá se parece más a la madre que todos desconocemos hasta él mismo. Mis latidos ahora galopean asustados.
─Creo que me he equivocado ─digo tratando de huir.
─No, aquí es la entrevista, conmigo ─dice deteniéndome. Trago con dificultad.
─¿Me necesita como relacionista para usted? ─Pregunto desconcertada, sé que él tiene a los mejores de Manhattan no por algo es uno de los hombres más ricos de New York y el mundo.
─No exactamente ─responde perturbándome y le miro con sobresalto. Él esboza una sonrisa más fría que la Antártida misma.
─Hola, ratoncita ─pronuncia aquella voz proveniente de Raegan mi pesadilla Waldorf. Me giro rápidamente para verle y Dios, hasta con su reputación pendiendo de un hilo se ve sumamente ardiente. Solo que, deseo que en este momento se abra la tierra y me trague por completo «Esto no me puede estar ocurriendo»