Al siguiente día… Raegan Waldorf Bebo de mi Red Bull caminando hacia el Paddock de Alpine. No pude dormir nada, vergonzosamente acabé más de una vez en la ducha y que era para intentar calmar mis ansias mientras recordaba una y otra vez cómo la ratoncita se corrió en mi mano y en mi boca. «Maldición» Lo peor de todo esto es la abstinencia que yace en mí, gracias a ella que no quiso terminar lo que empezamos y solo huyó como una cobarde tras su “amigo” lo recuerdo y el cejo se me frunce. Tuvo la osadía de morderme el labio, incitarme, enloquecerme y desaparecer como si nada. ─No tienes buena cara ─dice Paolo, uno de los mecánicos de la escudería. ─No tuve buena noche ─farfullo tomando la toalla para colocármela en el hombro. Decido obviar el que me fui de fiesta, pero no estoy así por