Annie abrió los ojos, los sentía pesados, pero moría de ganas por ir al baño, así que, se enderezó con cuidado en la cama, notando que estaba entre su mamá y su hermano. Se estiró por encima de Georgia, esperando ver si aún dormía. —Mamita… —susurró, pero Gia no respondió. Se había quedado dormida en la madrugada, cuando finalmente, su mente se había acallado y los recuerdos se habían convertido en una imagen en blanco. —Annie, deja a mamá descansar —murmuró Tommy, que seguía con sus ojos cerrados. —Tommy, quiero ir al baño y tengo hambre —confesó la pequeña en el mismo tono que le había hablado él. —Ve al baño. No eres una bebé, como para esperar a que mamá sea quien te lleve —la regañó y ella se mordió el labio. —Sé que no soy una bebé, pero… tengo hambre —refutó. —¿Y si mejo