Alex
Lo que más me gusta hacer es mirar por las ventanas de mi agencia que dan a Central Park. Allí, me pregunto cómo sería si Sarah todavía estuviera viva, estoy seguro de que las cosas serían muy diferentes de lo que son ahora.
Sarah murió y ahora tengo una loca detrás de mí, acusándome de acoso s****l. Mis hijos me necesitan. Estoy volviendome loco. Ya no sé lo que es tener un momento de paz. Solo quería una cosa: tener un poco de paz con mis hijos, porque me necesitan mucho. es mucho para preguntar? Creo que no. Bueno, ahora tengo que cuidarlos, porque no es culpa de ellos por lo que estoy pasando. Y todo por culpa de esa zorra de primera. Todo lo que quiere es dinero. Me niego a pagar, no hice nada. Si lo hubiera hecho, incluso pagaría por el chantaje de ese estafador. Pero nunca traicionaría la memoria de Sarah por una perra sin valor, porque no quiero más mujeres en mi vida. Amaba tanto a mi esposa que cuando murió, pensé que moriría con ella. Pero tenía que ser fuerte por mis hijos. Ni siquiera pude llorar por ella...
Oigo sonar mi celular y veo que es mi amigo, Rafael, este es uno de mis mejores amigos. Solo él sabe lo que sentí por la muerte de Sarah.
- ¿Hola? digo contestando la llamada.
“Habla, Alex, ¿cómo estás? - él pide. Que le digo, que sigo sufriendo por un amor que ya perdí. No, eso ya lo sabe. Así que siempre doy la misma respuesta.
"¡Estoy bien, Rafael!" - respondo cansada de la misma charla.
- Que buen amigo. ¿Y cómo están los niños? pregunta con curiosidad.
“Bueno, también,” digo, mientras miro mi Rolex y veo que es hora de irme a casa. — ¿Cuál es el motivo de la llamada en este momento?
“Echaba de menos atormentarte”, dice con una sonrisa.
- En serio. ¡Realmente necesitas conseguir una novia urgentemente! - arete.
Y recuerdo todas las veces que Rafa me ayudó. He hecho tantas estupideces tratando de suicidarme. ¡Eso solo él lo sabe! A menudo salía borracho de los bares, pidiéndole a Dios que sucediera lo peor para poder estar con mi Sarah de nuevo. Creo que Rafa intenta distraerme en todos los sentidos, para que no me hunda en mis peores pensamientos...
— Extraño a los niños — comenta Rafa.
Puedo sentir en su voz el amor que le tiene a mis hijos, ellos también lo adoran, al fin y al cabo, el tío Rafa siempre hace todo lo que quiere.
“Los niños también te extrañan, aunque no seas una buena influencia”, bromeo en respuesta a su comentario, sabiendo que Rafa nunca les haría nada a mis hijos ni a mis otros amigos.
— Vaya, Álex. ¿Que piensas de mi? Él gime, haciendo el ridículo.
— Rafa, pareces un niño cuando estás con mis hijos. Sé que no eres capaz de hacerles ningún daño, pero son todas las cosas que les haces a esos niños... Basta de divagaciones, ¿puedes decirme el motivo de la llamada? digo con impaciencia.
“Ya que eres dulce conmigo, iré al grano. Ya he contratado a un guardaespaldas para estar cerca de ti y de los niños.
Cuando me dice eso, me sorprende un poco. No tenía idea de que alguna vez había encontrado a alguien tan rápido para el trabajo.
- Rafa, ¿es fiable esta persona? - cuestiono porque estoy más preocupada ya la vez asustada, de tener otro acosador loco. Y por eso no dejaría que una persona extraña se acercara a mis hijos.
- Totalmente. Conozco bien a la persona. Nunca dejaría a los niños con alguien que no conozco si no supiera que son de confianza - responde Rafa con confianza.
Eso era cierto. Mi amigo no pondría en riesgo a mis hijos.
“Lo siento, confío en ti. “Me siento mal por el comentario que hice.
- Te entiendo, después de todo, si fueran mis hijos. Lo dice cariñosamente.
- ¡Rafa, no puedo más con esto! Esa mujer es una maldita cosa. Suspiro con pesar, pero quiero ir a su casa y hacerle confesar que todo es una mentira.
“Alex, mi amigo va a estar bien. Ya verás. — En ese momento me doy cuenta de que Rafa tiene más esperanzas que yo.
"Entonces, ¿dime el motivo de tu llamada?" Pregunto con curiosidad.
"Mañana, ¿tienes una cita o una reunión temprano?" – Pregunta Ralph.
— Un momento, revisaré mi horario… — Me dirijo a la mesa de afuera donde está mi secretaria y reviso.
— ¿Qué quiere decir, señor Mendonça, buscando el diario? él se burla.
"Vaya, ¿qué pasó?" ¿Estás atacado, hijo mío? Cuestiono.
— Amigo, es muy divertido verte hacer algunas cosas por ti mismo, sin preguntarle a los demás. - Se rio en mi cara.
“Jajaja, muy divertido.” Me burlo y reviso mi horario, confirmando que los gemelos tienen un pediatra.
"Habla, me estoy poniendo ansioso. - Rafa bromea y pone los ojos en blanco.
—No dejas de hablar —me quejo sin afirmar que su parloteo me ayuda a distraerme.
— Mañana no puedo hacerlo hasta después de las 9 am Los gemelos tienen cita con el Dr. Tiago antes.
- ¡Nuestro! Tiago, ¿ha pasado un tiempo desde que marcamos algo? Alex, los niños están ¿Realmente bien?
— Es cierto, hace tiempo que no nos vemos sin compromiso. Para responder a tu pregunta, sí, están bien. Solo consulta de rutina.
- Con la salud no puede ser burlado. De acuerdo, envíe sus saludos al Dr. Tiago, por cierto, ¿necesitamos programar una reunión con viejos amigos con él?
- Puede dejar. Me paso mañana y hablamos mejor, te lo digo.
“Está bien, te estaré esperando, Alex. "Terminamos de hablar y luego me estoy preparando para irme a casa". Salgo de mi habitación y camino por el pasillo, que está vacío. Algunas personas dicen que está embrujado, pero yo no lo creo. Me dirijo al ascensor, entro y me dirijo al estacionamiento. Salgo de allí con mi carro y me pregunto quién será la persona que se encargará de la seguridad de mi familia y de mi casa.?
Cuando llego a casa, apenas abro la puerta a tiempo, cuando los gemelos vienen corriendo a mis brazos. ¡Ay, Sara! Cómo desearía que estuvieras aquí con nuestros hijos, abrazándome fuerte. ¡Cómo te extraño, querida!
Uno de los gemelos me saca de mis pensamientos; mi princesa Valentina, que es rubia como el sol que ilumina mis días tristes. Siempre los abrazo cuando llego a casa, y todavía saludo a la niñera de los pequeños, que se llama Renata. Ella cuida y cocina para los mellizos, y yo p**o un buen sueldo por ello. Y hay una cosa que he notado, ella me ha estado mirando diferente, una mirada de deseo, de alguien que quiere ser comida, pero está perdiendo el tiempo, porque ella no es mi tipo.
“Papá, déjanos comer pizza. ¿Por favor? - me pregunta mi pequeño. No me gusta negarles nada, pero siempre les he dejado claro que hay días para eso - Mi princesa, sabes que hoy no es día para comer comida chatarra. — Hablo con ella, y Valentina siempre me mira con sus hermosos ojos verdes.
— Por favor, papá. Te lo ruego, me pide que junte las manos. Miro a mis hijos y termino cediendo.
- ¡OK! Solo hoy. Doy un suspiro derrotado.
— Ayeeeee. Gritan y aplauden. Tuve que taparme los oídos. Estos hijos míos tienen un pulmón poderoso.
— Renata, ¿puedes hacerme los arreglos para las pizzas de los niños? - Te lo ruego. Ella asiente afirmativamente con la cabeza y va a hacer la petición.
— Papá se va a duchar ahora, comportarse y ver una caricatura mientras tanto.
— ¡Está bien, papá! Ellos gritan y huyen.
Subo las escaleras hasta la puerta de mi dormitorio y me quedo allí. Miro a mi alrededor y tengo la impresión de que es como si nada hubiera pasado y que en cualquier momento Sarah entrara en la habitación con el cuerpo envuelto en una bata... Pero soy realista. Entro y miro alrededor. Al menos me quedé con algunas fotos de ella, porque el resto de sus cosas las dejé en casa de sus padres, para que las donaran. Me quito la ropa y camino desnuda hacia el baño. Abro la ducha, dejo que el chorro de agua caliente me caliente, es invierno aquí en Nueva York, es bastante agradable, aunque nunca me importa el tipo de clima. Aplico el jabón y luego me enjuago. Me seco el cuerpo y vuelvo desnuda a mi habitación. Veo la puerta abierta y recuerdo que no la dejé. Bueno, no sé qué debe haber pasado, pero me puse el pijama y bajo.
— ¿Señor Mendonca? - Renata me llama. Y cuando me doy la vuelta, me doy cuenta de que su uniforme tiene algunos botones desabrochados.
—Sí, Renata. “Ella sigue mirándome de una manera que si le diera la oportunidad, la niñera se me echaría encima…
— Llegaron las pizzas. ella advierte
"Gracias, ¿dónde están los gemelos?" “Todavía desconfío un poco de su silencio.
"Ya están en la cocina", responde y suspiro de alivio.
—Puedes despedirte, Renata —le advierto, pero me doy cuenta de que está sorprendida.
¿No quieres que me quede aquí para ayudarte? - el Insiste.
“Gracias, pero no tienes que hacerlo. Quiero estar sola con mis hijos por un tiempo.
Doy la espalda y me dirijo a la cocina, donde mis hijos ya están comiendo sus pizzas. Les doy un beso a cada uno y me sirvo. Nunca me pierdo la cena con ellos.
- ¿Esta delicioso? —pregunto, ya que comen con tanto entusiasmo.
- Sí papá. - responde Caio tomando otro trozo de pizza. Valentina solo asiente.
Siempre durante las comidas hablaba con Caio y Valentina. Pregunté sobre su día, cómo estuvo la escuela, qué hicieron en casa, a qué jugaron...
Cuando termino, los llevo a cepillarse los dientes, los acuesto en la cama y les leo un cuento hasta que se duermen. Siempre la misma rutina, pero me encanta hacerlo.
Su habitación todavía tenía la decoración que Sarah había elegido, las paredes estaban divididas en colores: azul y rosa. Mientras los gemelos duermen, miro y pienso... Oh, Sarah, qué hermosos se ven. ¡Protégelos estés donde estés!. Antes de salir de la habitación, les doy un beso a cada uno. Voy a mi habitación, cierro la puerta y me voy a mi cama, acostándome. Mañana será un día largo.