Mi ex esposo millonario

2- Separados.

Capitulo 2.

Separados.

Pamela.

Esa noche Raúl durmió conmigo, acerqué una de mis manos sigilosamente hasta su rostro, se veía tan inocente durmiendo, quería revisar su teléfono celular, pero a diferencia de mí él tiene el sueño muy liviano, en varias ocasiones sentí que daba vueltas sin poder conciliar el sueño, el no dejaba que lo ayudara con algún te o masajes, evitaba contactos cercanos conmigo que no fuesen meramente maritales, fuera de eso permanecía distante.

«Con cuidado Pame, no debe darse cuenta» —Me digo mientras llego hasta mi objetivo, ahora me daba curiosidad saber de quién se trataba esa mujer quien llegó de la nada a cambiarlo todo, está a punto de arruinar todo lo que logrado con Raúl hasta ahora, le di mi vida aunque fuese no más que un acuerdo, lo último que perdería serían las esperanzas, por ello necesitaba alejar a esta intrusa; ella por alguna razón me resulta extraña y metiche.

—¿Qué haces arriba de mí?. —Tuve que colocarme casi encima de su cuerpo para alcanzar su teléfono, pues la pared se interponía entre ambos, era mi única opción en ese momento.

—Quise cubrirte, porque sabes que en la madrugada hace algo de frío. —Él pasa una de sus manos sobre su rostro, al parecer si estaba cansado, en cambio yo no podía dormir.

—No es necesario, estoy bien así, mejor duérmete… Mañana debemos ir temprano a la universidad, tú tienes clases y yo debo darlas. —me siento satisfecha porque no ha descubierto mis verdaderas intenciones, pero de igual manera he fallado.

—Bien, descansa. —Tras esas palabras, decido dormir… No podía hacer nada más por ahora.

«Mañana hablaré con esa mujer, debe dejar de verse con mi esposo». Cuando desperté al día siguiente Raúl ya había salido de la ducha, me apresuré a tomar un baño.

—¿No vamos a desayunar?. —Pregunto deprisa al verlo vestirse con una camisa, corbata y un elegante pantalón que hacía juego con el saco que llevaba puesto.

—Compraremos algo en el camino, debo llegar temprano, a menos que quieras ir por tu cuenta. —Usualmente, íbamos juntos a la universidad casi todos los días, nos separábamos en el campus universitario, pocos sabían que ambos estábamos casados, ya que Raúl prefería no mostrarse conmigo allí.

—Claro, iré contigo, hoy también salimos en el mismo horario, así regresamos juntos, y si quieres podemos salir por ahí. —Propongo con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es mejor que no Pamela, debo ir a ver los abogados en estos días, no he preparado ni un solo documento de lo que solicitaron. —De nuevo se trata de sus sobrinas y cuñada, en realidad Ada me agrada, también es mi cuñada, falsa, pero lo es, y siempre conversamos con tranquilidad, se la ve muy feliz con la familia que ha formado por ello estoy segura que jamás le ha dado esperanzas a mi esposo… Y por las conversaciones que he tenido con ella, cree que Raúl y yo estamos enamorados.

De camino no intercambiamos palabras, estuvimos en silencio por un largo rato, a veces no lo entendía, anoche me hizo suya como si todo estuviese bien entre ambos, y ahora lo siento tan lejano como fue al inicio de nuestro acuerdo, los avances eran escasos entre ambos, pero ya lo conocía bien, inclusive sus manías.

Cuando bajamos del auto, la vi… Era esa mujer de nuevo, no la había visto de cerca porque evitaba cruzarme con ella. Puedo notar que Raúl no deja de mirarla, eso es molesto y me hace sentir como una estúpida.

—¿Me acompañas hasta la clase?. —Le pido con cierta ternura, mis ojos son grandes y no me resultó difícil abrirlos hasta más no poder para intentar convencerlo.

—Pamela, no hagas esto; no sé lo que sucede contigo, pero sea lo que sea, es mejor que vayas aplacándolo.

—Entonces prefieres entrar solo… ¿Es eso lo que sucede?. —Él suspira antes de responder, sé que le molesta cuando hago reclamos, pero es imposible no hacerlo, las intenciones de esa mujer eran evidentes; ella pretendía separarnos más de lo que ya estamos.

—Ya te he dicho que no tengo nada con ella, deja de imaginar cosas que no son. —Hago un puchero con mi rostro.

—¿Entonces sabe que soy tu esposa?. —Continúo, yo sé que lo sabe, sin embargo necesitaba escucharlo de su propia boca.

—Lo sabe Pamela.

—Bien, que tengas un buen día, recuerda que confío en ti. —Me alejé de él con pesar, pues aquellas sensaciones de que se veían como si fuesen algo más que solo amigos revoloteaban en mis pensamientos sin cesar…

«Es imposible que lo sean, si apenas se conocen.» Me había creado expectativas con respecto a lo nuestro, no me rendiré tan fácilmente, ni siquiera nos detuvimos a comprar el desayuno… Voy hasta la cafetería, aún era temprano, por ello decidí quedarme allí a leer un poco mientras bebía café. Pero a los pocos minutos, mi mundo entero cayó del pedestal en donde lo llevaba.., Raúl estaba sonriendo mientras conversaba con esa mujer, se sentaron como a tres mesas de mí, tras verla tomar una de sus manos no pude resistir y fui hasta ellos.

—Hola, veo que se llevan muy bien. ¿Acaso se conocen de hace más tiempo?. —Raúl enseguida se acomoda en la silla. — Soy Pamela, la esposa de Raúl; creo que no tuvimos la oportunidad de conocernos.

—Es un gusto conocerte, me llamo Elena. —Tiene un gran parecido a alguien que conozco, pero no recordaba a quien, tal vez son solo ideas mías.

—De acuerdo, si nos disculpas un rato Elena, vuelvo enseguida. ¿Me acompañas?, —Él se dirige a mí con seriedad.

—¡Por supuesto!, espero no haber interrumpido su tan amena conversación, aunque necesito me expliquen si existe la necesidad de que se tomen de las manos. Es mejor que te ubiques, porque aunque también trabajes aquí no te da el derecho de ser tan… —Raúl me interrumpe con una sola palabra.

—¡Suficiente!. —Me toma de la mano, pero no de manera gentil, nos acomodamos en otra de las mesas, yo seguía molesta; aparté su agarre y me acomodé cruzándome de brazos.

—No vuelvas a hacer algo como eso. —Reclama en voz baja.

—¿Hacer qué?, ¿Acaso dejaría que en mi cara se tomen de las manos?; eres mi esposo Raúl… —Lo miro directamente a los ojos.

—¡Nuestro matrimonio no es real!, no somos esposos Pamela, esto es una mentira, una que ya no tolero. —Aquellas palabras estremecieron mi alma entera.

—Existe un ac… —Vuelve a interrumpirme.

—Lo sé, pero te comportas como si pudieras reclamar, inclusive en una situación que has creado por celos. ¿Cuándo te he hecho una escena como esta?. ¿Acaso te he avergonzado frente a tus amigos o conocidos?

—No la insulté, solo me di mi lugar; ella es una mala persona. —Raúl carraspea molesto.

—Es una persona amable y divertida, tú llegaste y estuviste a punto de insultarla, nuestro supuesto matrimonio es un desastre Pamela… —Siento como si me hubiesen derramado un balde agua fría, nos llevábamos bien hasta hace apenas unas semanas, pero ella llegó y arruinó todo lo que hemos logrado juntos.

—¡Ella nos está separando Raúl!, ¿no te das cuenta de que ese es su objetivo?. —Digo entre sollozos.

—Hace tiempo que estamos separados, y lo mejor será que sea oficial. —Lo miro directamente a la cara tras su aparente propuesta.

—No entiendo… —Acomodo mi cabello detrás de mis orejas, pues se habían pegado a mi rostro y era un gesto que me ayudaba a calmar mi nerviosismo. — Es mejor que hablemos al llegar a la casa, no es el lugar ni el momento correcto porque ambos estamos evidentemente con un mal día.

—Desde esta noche no regresaré a la casa en donde convivimos. Será lo mejor, a partir de este momento estamos separados. —Quedo sin palabras ante aquella afirmación.

«Pero si apenas hace unas horas dijo que seguiríamos juntos.» —Como un acto de mera inercia me levanto a fin de alejarme sin decir una sola palabra, no lloraría frente a él como deseaba hacerlo, caminé deprisa hasta el baño de mujeres, me encerré allí y comencé a desahogarme en soledad.

«¿Y así se acaba todo?, ¿Cómo podremos seguir viéndonos aquí todos los días?» Mi mundo a su lado había caído, este corazón y estos sentimientos seguían siendo suyos, no podía comprender cómo le resultó tan fácil decir que nos separaríamos, sin siquiera tener una conversación privada, lo hizo en una simple cafetería demorando tan solo minutos.