Algo Entre Los Dos

La vista desde la ventana de esta enorme habitación hace tiempo que no es la misma, jamás llegue a imaginar que este rincón se convertiría en algo tan especial para mi, pero es que ella se ha convertido en la cómplice de algo que no sé ni como llamarlo. Lo único que sé es que la vista es perfecta porque me deja verla a ella, a Nayra. Fue de esta manera como comenzó todo, era una tarde cualquiera, estaba estudiando para una clase de la escuela y mi mirada se vio cautiva del paisaje que era mi amiga de toda la vida cambiándose. Un descuido de su parte tal vez, un acierto del destino quizás… sea como sea ese día cambio todo entre nosotros dos.  Aquella tarde la vi tan perfecta, y ella me vio observándola y fue así como ese suceso desencadeno en una conversación acerca de lo hermosa que siempre me ha parecido, esa conversación llevo a un beso de esos tímidos que fue subiendo la temperatura, y ese beso en caricias que nos quemaron y nos hicieron temblar de miedo por lo que estaba sucediendo entre los dos. Tan sólo teníamos alrededor 16 años cuando todo eso sucedió, dos jovenes que se dieron cuenta que habían crecido, que ya no eran eso dos niños de cinco años, los cuales se habían conocido cuando su familia se vino a presentar con la mía al mudarse a la mansión de al lado de este exclusivo barrio de donde ninguno de los dos se quiere ir. Esos niños habían sido parte de la vida del otro de muchísimas formas; compañeros de clase, vacaciones juntos, infinitas noches de películas en casa, veranos recorriendo las calles de nuestra ciudad, y luego de un momento a otro, todo se volvió totalmente confuso.  Tal como aquel día la observo mientras se cambia y sé que lo hace para que la vea, hace años lo hace, es como nuestra clave para decirnos todo. Los dos tenemos en claro que esto no es amor sino una atracción pura y exclusivamente física. Es nuestro juego, y nos encanta, es como si nos hiciera sentir vivos, como si necesitáramos esto para seguir adelante con nuestras vidas. Encontrarnos a escondidas sin que nadie ni siquiera sospeche lo que sucede cuando nos encerramos en una habitación a solas es tan excitante, pero a la vez nos hace sentir tan culpables por todo lo que ello tiene como consecuencia que no sé hasta cuando va a durar, pero mientras que dure, lo quiero disfrutar.  Observo su perfecta figura mientras me lanza una sonrisa y se da una vuelta para que la pueda ver bien y los recuerdos de nuestra primera vez se me vienen a la mente. Éramos dos jovencitos, ella tenía 17 y yo 18, recuerdo muy bien que estábamos viendo una película demasiado romántica y en aquella escena de sexo entre los actores, la temperatura de la habitación aumento drásticamente como lo venía haciendo desde nuestros últimos encuentros en aquella época. La imagen del rojo de sus mejillas la llevo intacta en mi mente y su manera de preguntarme como había sido mi primera vez, es algo que nunca olvidare. Recordar su cara mientras le relataba como había sido todo me hace sonreír, era tanta su inocencia que me hizo besarla con deseo, uno que me consumía desde aquel primer día que comenzaron esos besos entre los dos. La manera que sus manos quitaban mi ropa mientras temblaban, su manera de besarme... todo fue tan perfecto... No puedo dejar de pensar que fui el primer hombre en su vida. Mi amiga me dejo ser más que tan solo su amigo para ella, y desde aquel día las cosas entre nosotros tomaron un rumbo diferente. Amigos delante de todos y dos locos apasionados cuando estamos solos, no creo que nadie pueda llegar a entender este tipo de relación que tenemos, porque ni siquiera nosotros podemos entenderlo. Todo esto se ha convertido en un círculo vicioso, pero vaya que nos gusta y no queremos romperlo.  No sé bien cómo es que se sentirá ella, pero por mi parte el sentido de culpa que me carcome cada vez que la tengo entre mis brazos es peor a medida que pasa el tiempo. Ella no es solo como una más de mi familia, pero también es el amor de la vida de mi mejor amigo Alejandro. Lo he escuchado tantas veces hablarme de ella, de lo mucho que la ama, de que estaría dispuesto a todo por Nayra... lo peor es que ella no lo sabe porque él no se atreve a declararle sus sentimientos. Me siento un completo traidor cada vez que la miro de la manera que lo estoy haciendo ahora. No solo no estamos enamorados, sino que traicionamos la confianza de muchos por este deseo que nos consume cuando nuestras pieles se acercan a la del otro.  Ya no sabemos cómo controlar lo que nos pasa, y por causa de esto he llegado incluso a traicionar novias que he tenido en un intento por superar lo que nos pasa con Nayra, pero ha sido inútil; siempre regreso a ella. Hago un esfuerzo por apartar mi vista de ella, pero no puedo, es como si me tuviese hechizado bajo sus encantos. «Ay Nayra, Nayra, Nayra... ¿qué hare contigo?» Me pregunto a mí mismo.  Casi como leyendo mi mente ella me lanza una sonrisa y veo que toma su móvil. La observo y sé que me está escribiendo un mensaje.  Nayra: Zaed, ¿vienes? Estoy sola en casa. Mis padres se han ido a casa de mis tíos.  Levanto mi cabeza para que me vea y sin dudarlo asiento. «Aquí vamos nuevamente con este vicio incurable y mi absoluta debilidad llamada Nayra Vidal» Me digo a mi mismo y sé muy bien que no hay nada que pueda hacer en contra de esto.