Camino los últimos pasos para estar en la cima de La Colina y lo veo. Christopher está sentado con las rodillas flexionadas hacia arriba y sus brazos apoyados en ellas, lleva una gorra negra y lentes negros y sobre la gorra tiene puesta la capucha de su sudadera. Parece un secuestrador a punto de cazar a su presa, sólo que por la posición de sus hombros no parece ser el cazador sino la presa.
Me acerco a él, pero no nota mi presencia, lo que es raro ya que la otra vez en medio de su pelea notó que yo estaba ahí. Me siento a su lado y sólo así posa su mirada en mí, sonríe un poco, sin embargo, no es una de sus características sonrisas.
—Por un momento creí que me dejarías plantado de nuevo —dice medio en broma.
—Aún puedo irme.
—No pierdes ninguna ¿verdad?
—No si puede evitarlo —contes
