Ahora este era mi problema y no volvería a cometer el mismo error de dejarla de nuevo. Iba saliendo del club y me encontré a Oriana afuera fumando. —¿Qué haces aquí? —Fruncí el ceño. —Necesitaba un poco de aire para pensar lo que me dijiste… —me habla con desinterés y sarcasmo. —¿Y las horas de la habitación? —pregunté molesto. —Dijiste que hiciera con ellas lo que se me diera la gana y pues se las di a una pareja que estaba cachonda, les cobré la mitad que costó la habitación, así que toma. —Saca el dinero de su bolsillo y me lo da. —¡Mierda, Oriana! ¿Desperdiciaste la habitación? —Claro que estaba irritado, pensé que había hecho algo bueno. —No la desperdicie, aquí está tu dinero. —Ella sigue con el dinero en la mano, pues no pienso aceptarlo. —Pues no me importaba el dinero, nada