Alarmado por cómo habían terminado las cosas entre él y Caroline, la noche anterior, Collin no se quedó tranquilo, su corazón le exigía que fuera, que la siguiera, que le impidiera pensar en dejarlo, como ya había ocurrido en el pasado. Es por eso que temprano, la mañana del sábado, se dirigió al salón en que una vez la buscó, esta vez se dedicó a observarla, sabía que no estaba bien, tenía dudas, se devanó los sesos caminando de un lado a otro, no quería agobiarla, pero su ansiedad por estar cerca suyo pudo más. Decidido se acercó al mesón de recepción, y pidió un corte de cabello, desde la silla del estilista tenía una mejor vista de ella. Su mirada triste y su vago intento por mostrar interés ante lo que fuera que su peluquera le contara, lo mantenía intranquilo, deseoso de acercarse.