Al mirar de reojo me di cuenta de que afuera se encontraban varios reporteros, lo que me sorprendió fue que parecían estar eufóricos por nuestra llegada o más bien por la llegada de Julio.
Al volver la vista hacia él lo vi apoyar de nuevo su espalda contra el asiento, sin embargo, esta vez lo había hecho de forma brusca, paso su mano contra su cabello y resoplo casi molesto.
—No puede ser—replico con un suspiro.
—¿Sucede algo?—me atreví a preguntarle, al notar su mortificación por la presencia de los medios de comunicación.
—No, no—dijo negando con la cabeza—es solo que no los esperaba, al menos no en un día.
Levanto la cejas señalando el grupo aglomerado de camarógrafos y reporteros que esperaban tomar una buena toma del interior. Supuse que todo eso era mi culpa, por el alboroto e
