Al día siguiente me quede en casa, repasando algunas notas y terminando de enviar algunos documentos de la universidad y durante ese tiempo no recibí ninguna otra llamada o mensaje, se me hizo muy sospechoso, pero no me atreví a enviarle ningún mensaje aunque mi inconsciente revisaba de vez en cuando la pantalla de mi teléfono en busca de algún indicio de su existencia. Alrededor de las cinco de la tarde cuando me había resignado a no volver a recibir por lo menos un mensaje de su parte, la pantalla de mi teléfono mostró una llamada. Antes de tocar la pantalla me detuve, iba a parecer una desesperada, además quería que sintiera lo mismo que yo había sentido esa mañana. Comenzaba a acostumbrarme a él, a sus mensajes y a su voz tan sensual, pero si quería mantener el control de mis emocione