Toqué tres veces antes de entrar a la oficina del señor Akerman, me detuve, respire y hasta conté hasta diez para darle tiempo, a Neil le parecía divertida la situación, seguramente él ya había pasado por lo mismo, le saqué la lengua y entré, pero para mi sorpresa el señor Akerman estaba sentado en su escritorio y la señorita Dubois del otro lado, en una silla la frente, no parecía estar haciendo nada más que… ¿trabajar? –Buenos días –saludé –. Le traje su café señor Akerman. Caminé hacía su escritorio y le coloqué el café en el escritorio, solo me siguió con la mirada y creo que la señorita Dubois también lo hizo pero no la miré, de hecho no vi a ninguno, sentía que algo vergonzoso me iba a pasar. –¿Por qué tardaste tanto? –dudó –. Son las ocho y diez. –Lo lamento. –Es su primer día